Las imágenes de esta lista fueron extraídas de un hermoso libro recién publicado por Jewish Educational Media (JEM). Tishrei in Lubavitchincluye más de cien fotografías tomadas entre 1979 y 1984. Cada una abre una gran ventana al descubrimiento de lo que es pasar este mes de festividades en presencia del Rebe.

1 – Entre lo personal y lo colectivo

Durante la noche siguiente a Rosh Hashaná, luego de distribuir el vino de la copa sobre la que se han hecho las bendiciones de la havdalá, el Rebe aplaude y alienta el canto de la multitud (1979).

Celebrar tishrei con el Rebe, el rabí Menachem M. Schneerson, bendita su memoria, era embarcarse en un viaje del espíritu. Cada nuevo día tenía un nuevo momento fresco y emocionante de temor, de introspección, de júbilo, y (sobre todo) de conexión. La gente viajaba desde todos los rincones del mundo a vivenciar estos momentos junto al Rebe en Crown Heights, Nueva York. Venían como individuos, cada uno en su propio viaje de transformación y crecimiento espiritual. Pero también venían para trascender sus limitaciones personales, para extraer poder e inspiración del alma colectiva: del Rebe, que nos abraza a todos y ayuda a cada uno a enriquecer nuestra conexión con Di-s.

Hoy, más de veinte años después de la muerte del Rebe, nuestro trabajo durante el mes de tishrei es el mismo. Buscamos ir más allá de nuestras restricciones personales y celebramos nuestros roles específicos en la visión integral de Di-s. Seguimos inspirados y empoderados por el Rebe y sus enseñanzas, por lo que también podemos aspirar a la transformación y a la trascendencia. También nos han enseñado que tanto la imagen como la imaginación tienen la capacidad de invocar el poder de otros tiempos y lugares.1 Estas imágenes fueron hace más de tres décadas, pero incluso hoy vuelven a despertar experiencias.

2 – Hablar de la Torá

El Rebe sale de la sinagoga principal luego de dar su discurso anual previo a Rosh Hashaná dirigido a mujeres y niñas. Mientras se va, se detiene para saludar y reconocer a cada una de las muchas mujeres que están en su camino (1980).

Uno de los principales métodos de liderazgo del Rebe, su manera de comunicarse con aquellos que buscaban su instrucción e inspiración, era a través de sus charlas públicas sobre la Torá. Durante el mes de tishrei (y también antes), estas charlas aumentaban su frecuencia. Unos días antes de Rosh Hashaná, la sinagoga principal se vaciaba de hombres para que el Rebe pudiera dirigirse especialmente a “las mujeres e hijas de Israel”. (Todas sus charlas públicas estaban dirigidas a hombres y mujeres, pero la mayor parte de la sinagoga principal estaba ocupada por hombres, por lo que las mujeres estaban en la galería superior).

En esta ocasión en particular, el Rebe habló sobre cómo y por qué nuestros rezos son potentes a pesar de que estemos en el exilio. Paradójicamente, explicó, la dificultad y la distancia del mismo exilio nos asegura que Di-s nos provea de una dosis extra de fuerza divina para superar los desafíos particulares que enfrentamos. En consecuencia, el Midrash dice que el mismo Di-s reza en nombre de los judíos en el exilio. No sólo nos dio una liturgia, sino que también demostró que vive entre nosotros incluso en el exilio, y comparte nuestros problemas. Sin importar nuestras situaciones personales y colectivas, Di-s nos apoya y reza al lado de cada uno de nosotros. Esto es así en especial a medida que nos acercamos a Rosh Hashaná, y podemos estar seguros de que nuestras plegarias de un año bueno y dulce serán sin duda respondidas.2

3 – Rezo de preparación

El día previo a Rosh Hashaná, el Rebe lee notas personales y reza en la tumba de su suegro, rabí Iosef Itzjak Scheersohn, el sexto rebe de Jabad Lubavitch. Luego de leer las notas, las llena de lágrimas y las deposita en la tumba (1979).

La costumbre de visitar un cementerio el día previo a Rosh Hashaná (“rezar mucho, y donar dinero a los pobres”, “que Di-s sea piadoso en nombre de los honestos” que están aquí enterrados) se remonta a hace cientos de años y se atesora en el Código de la Ley Judía.3 Pero en Jabad tiene un significado adicional. Luego de los rezos de la mañana, el Rebe solía quedarse en la puerta de su oficina para aceptar notas individuales en las que la gente escribía sus nombres y los de su familia, junto a pedidos de plegarias personales y sus deseos para el nuevo año. Llegaban muchas más notas de parte de judíos de comunidades de todas partes del mundo, y los jasidim más ancianos también enviaban una nota colectiva en nombre de toda la comunidad. Cuando el Rebe visitaba la tumba de su suegro, leía durante varias horas todas estas notas junto con las liturgia tradicional para tales ocasiones. Cuando volvía del cementerio, solía ser ya la tarde.

4 – Luz nueva para un Año Nuevo.

La noche siguiente a Rosh Hashaná, luego del rezo de la tarde, una vela flameante se mantiene apartada mientras el Rebe pronuncia las bendiciones de la havdalá que marca el fin de la festividad. También marca el fin de un farbrenguen que comenzó más temprano y continuó hasta ya entrada la noche (1983).

El Rebe solía repetir y dar explicaciones sobre estas palabras del primer rebe de Jabad, el rabí Schneur Zalman de Liadi: “Cada año desciende de la sabiduría celestial de Di-s una luz que nunca antes había brillado y nunca más brillará, porque la iluminación de cada año parte y vuelve a sus raíces a medida que se acerca el año nuevo, y luego (gracias a tocar el shofar, gracias al rezo) surge una nueva luz celestial de un centro aún más trascendente...”.4

Esta enseñanza dota a la primera noche y a la mañana de Rosh Hashaná de una gravedad inusual; el fulgor luminoso de Di-s ha partido del mundo, y es responsabilidad nuestra invocar un revelación nueva, más trascendente. De 1951 en adelante, el Rebe tocaba el shofar en la sinagoga principal y lideraba los rezos de la congregación. La seriedad y la intensidad impresionante de la tarea se expresaba en lágrimas llenas de una emoción nunca vista antes o después. Luego de los rezos de la mañana y de los últimos sonidos del shofar, el comportamiento del Rebe cambiaba. La seriedad daba lugar a una alegría de celebración. La luz del nuevo año se hace más intensa con los días, y la alegría no deja de crecer.

5 – Del miedo a la alegría

Al final de las plegarias de Iom Kipur, el Rebe entra a su estudio y coloca la mano sobre la mezuzá. Luego de ponerse su abrigo, irá a casa para hacer la havdalá y comer la cena que sigue a Iom Kipur con su esposa, la rebetzin Chaya Mushka (1981).

Iom Kipur, el Día del perdón, es la culminación de un proceso de arrepentimiento y de retorno a Di-s que dura cuarenta días. La culminación misma de Iom Kipur es su singular quinta plegaria, neilá, que significa “cierre”. Esto se entiende como una alusión al cierre final de las puertas celestiales de la piedad divina. Pero el Rebe explicaba que esto marca el momento en el que entramos a la sala más íntima de la gracia divina, y cuando las puertas se cierran estamos en su interior. Como culminación de los días terribles, neilá también nos introduce en los días de alegría. Luego de pasar un día en la sinagoga vestidos de blanco, como ángeles, ahora sentimos que nuestras plegarias han sido en efecto escuchadas, que hemos sido bienvenidos al abrazo de Di-s.5

Luego de proclamar nuestra fe en el único Di-s (una vez), nuestro compromiso de sacar a la luz la gloria eterna de Di-s (tres veces), y la completa singularidad de todas las facetas de la revelación divina (siete veces), la congregación comienza a cantar canciones de victoria. En la sinagoga del Rebe no había lugar para que la multitud apretujada bailara en círculos, por lo que todos bailaban en el lugar y se movían vigorosos hacia arriba y hacia abajo. El Rebe se subía a su silla (en los últimos años fue una plataforma preparada para la ocasión) y también bailaba en el lugar y movía exuberante sus brazos para celebrar.

Cuando el Rebe dejaba la sinagoga y partía a su estudio con una sonrisa radiante, les deseaba con alegría a los jasidim que se cruzaba en el camino un “¡Buen iom tov!”.

6 – La sucá

Fuera de la Sede Central Mundial de Lubavitch, en el 770 de Eastern Parkway, el Rebe observa su sucá, construida por un grupo de estudiantes de la ieshivá (1979).

Se nos ordena vivir en la sucá de la misma manera en la que vivimos en nuestras casas: no sólo comemos ahí sino que también pasamos allí tanto tiempo como podemos. Estudiamos, socializamos y celebramos. Sobre la base de las enseñanzas cabalísticas previas, sucesivos rebes de Jabad trabajaron mucho la idea de que esta es la única mitzvá que se hace con el cuerpo entero. Como una mitzvá no es nada menos que la voluntad celestial de Di-s, esto significa que, al cumplir con su mandamiento, todo nuestro ser, desde la cabeza hasta los pies, se envuelve en la voluntad de Di-s. En consecuencia, la sucá encarna la trascendencia universal de Di-s, que está por encima de todo tipo de diferenciación, y por lo tanto tiene la capacidad de traer paz, en lo interno y personal, y también para todo el mundo de manera colectiva.6

7 – Las cuatro especies

Con el lulav y el etrog en mano, el Rebe emerge de la puerta principal del 770 de Eastern Parkway, de camino a la sucá, y sacudiendo el brazo alienta a quienes están allí y cantan (izquierda, 1981). Hombres y mujeres esperan en largas filas la oportunidad de rezar con el lulav y el etrog del Rebe (derecha, 1983 y 1984).

Como la sucá, las cuatro especies (el lulav, el etrog, el hadas y la aravá) también simbolizan la paz y la unidad. Pero hay una distinción importante. Mientras el rezo sólo puede hacerse cuando están todos juntos, la mitzvá también requiere cuatro especies diferentes. El camino a la paz, en otras palabras (tanto en el nivel personal como en el colectivo) es a través de reconocer que todos los elementos de la realidad tienen su rol específico en el plan integral de Di-s. “A quien le falta comprensión, cuando se frustra su voluntad se enoja de inmediato... En cambio quién puede comprender puede enfrentarse incluso a la oposición con templanza”. A través de la mitzvá de las cuatro especies involucramos a la paz idealista de la sucá con las realidades fragmentadas de la vida.7

8 – Celebrar con niños

El Rebe aplaude para alentar la canción de los niños durante un encuentro (derecha, 1980). Una niña lidera el encuentro en la recitación de una breve enseñanza de la Torá mientras el Rebe observa (arriba a la izquierda, 1983). Los niños toman nota mientras el Rebe habla (abajo a la izquierda, 1982).

A lo largo del mes de Tishrei, y por supuesto a lo largo del año, el Rebe prestaba especial atención a los niños. Los saludaba con amor, les daba monedas para donar y trataba a cada uno con la misma gracia y seriedad con la que trataba a cualquier adulto. Durante los rezos y las charlas públicas, los niños no eran sólo tolerados, sino que se les permitía que estuvieran al frente de la sinagoga y se los alentaba a hacerlo, cerca del lugar reservado para el Rebe. Durante los días intermedios de Sucot (y en varias ocasiones a lo largo del año) la sinagoga se vaciaba para dar lugar a un encuentro especial de niños, en el que el Rebe participaba y se dirigía a los niños. Además de compartir importantes perspectivas sobre las festividades y sus mitzvot en un lenguaje simple y claro, el Rebe los alentaba a verse a ellos mismos como líderes disciplinados y como marcadores de tendencias que podían tener una influencia positiva sobre todos los que los rodeaban. Aquí también había un claro enfoque en los niños como individuos y también en su capacidad para transformar la sociedad de manera colectiva.

9 – Un buen año, un año dulce

En el último de los días intermedios de Sucot, Hoshaná Rabá, el Rebe está en la puerta de su sucá, desde donde distribuye torta de miel (léicaj) a largas filas de personas. Le desea a cada una un año bueno y dulce, y muchos se detienen para recibir un consejo o en busca de una bendición personal (1980).

En muchos midrashim y en textos cabalísticos, Hoshaná Rabá se describe como el día en el que el juicio de Di-s se sella y se firma. Aunque es el último día de Sucot, “el período de nuestra celebración”, también nos retrotrae al temor de los Iamim Noraim del principio del mes. Hoshaná Rabá nos recuerda que nuestra relación con Di-s se repara y renueva mejor, precisamente a través de nuestra celebración alegre de las fiestas de acuerdo con el mandamiento divino. A través de nuestra victoriosa aceptación de los mandamientos de Di-s (juntar las cuatro especies y elevarlas) el juicio divino para el bien físico y espiritual se asegura de manera similar.

Este principio se refleja en todas las costumbres especiales de la noche de Hoshaná Rabá y en las del día siguiente. A la medianoche, el Rebe solía juntar a la congregación para leer todo el libro de los Salmos. La mañana siguiente, se rodea siete veces la bimá, las cuatro especies en mano, y se lee una liturgia poética en la que le rogamos a Di-s que nos ayude en mérito de todos los judíos que a lo largo de la historia se dedicaron a él de manera desinteresada y muchas veces se enfrentaron a enormes desafíos. Estos rezos tienen un tono solemne. Pero una clásica canción de Jabad dedica un par de líneas a acentuar el trasfondo de confianza y fe alegre, y hace énfasis en que “aunque exiliados y desterrados” todos “nos parecemos en la palma de la mano”, y que “a pesar de estar dispersos entre aquellos que nos molestan” aún “te abrazamos y nos aferramos a ti”.

Se puede escuchar aquí:

10 - ¡Celebren!

Tiempo después de terminada la festividad de dos días de Shemini Atzeret y Simjat Torá, la fiesta continuaba en lo del Rebe. Desde toda la inmensa área de Nueva York, miles de judíos seguían llegando para recibir vino de la copa del Rebe y disfrutar del brillo de la celebración de la Torá. El canto lo lidera un coro de niños acompañados por los músicos Yossi y Avi Piamenta. En su mano derecha, el Rebe sostiene su copa para que se la rellenen, y con la izquierda alienta vigoroso el canto (1981).

La alegría de la Torá (Simjat Torá) tiene su máxima expresión no a través de su estudio sino a través del entusiasmo en la danza. Aun así, el Rebe pasaba horas para revelar los secretos más profundos de la Torá durante los dos días de la festividad y solía explicar este punto: la diferencia entre el estudio y la danza es la diferencia entre el placer intelectual y el fluir de la alegría más esencial. El placer intelectual se limita a la capacidad de compresión de cada individuo. Pero la alegría esencial que se expresa en la efusiva danza de Simjat Torá es el derecho de nacimiento de todos los judíos, tanto de los eruditos como de los ignorantes. En palabras del Rebe: “La alegría no presenta distinciones, no es una boda en la que una persona es el suegro y otra el novio... Un tercero es sólo un pariente y el cuarto no es más que un amigo. En Simjat Torá, la alegría es igual para todos. Cada persona es un novio, y su novia es la Torá”.8