El elogio que se da a Noaj no tiene paralelo en todo el Tanaj. Él era, dice la Torá, "un hombre justo, perfecto en sus generaciones; Noaj caminaba con Di-s". No se da ese elogio a Abraham, ni a Moshé ni a ninguno de los profetas. La única figura de la Biblia que llega a acercarse es Job, descripto como "sin culpa y recto (tam veiashar); temía a Di-s y se apartaba del mal".1 Noaj es, de hecho, el único individuo del Tanaj descripto como justo (tzadik).
Sin embargo, el hombre que vemos al final de su vida no es el mismo que hemos visto al principio. Después del Diluvio:
Noaj, un hombre de la tierra, plantó un viñedo. Tras beber un poco de vino, se embriagó, y yació descubierto dentro de su tienda. Cam, padre de Canaán, vio a su padre desnudo y avisó a sus dos hermanos que estaban afuera. Sem y Iafet tomaron una prenda y se la pusieron sobre los hombros; luego, caminando hacia atrás, cubrieron el cuerpo desnudo de su padre. Sus rostros estaban vueltos hacia el otro lado para no ver a su padre sin ropa.2
El hombre de Di-s se ha convertido en un hombre de la tierra. El hombre de bien se ha convertido en un borracho. El hombre antes vestido de virtud, ahora yace desnudo y sin vergüenza. El hombre que salvó a su familia del Diluvio, ahora es tan poco digno que dos de sus hijos se avergüenzan de mirarlo. Se trata de una historia de decadencia. ¿Por qué?
Noaj es el típico caso de alguien que es justo, pero no es líder. En una era desastrada, cuando todo se ha corrompido, cuando el mundo está plagado de violencia, cuando ni siquiera Di-s mismo –en la línea más punzante de toda la Torá– "se arrepintió de haber hecho al hombre en la tierra, y sintió dolor en lo más profundo", Noaj por sí solo justifica la fe de Di-s en la humanidad, la fe que lo llevó a crearla en un primer momento. Este es un logro inmenso, y nada debería restarle valor. Noaj es, después de todo, el hombre a través del cual Di-s hace un pacto con toda la humanidad. Noaj es a la humanidad lo que Abraham es el pueblo judío.
Noaj era un hombre bueno en una mala era. No obstante, su influencia en la vida de sus contemporáneos era aparentemente nula. Eso queda implícito en la afirmación de Di-s: "Sólo a ti te he encontrado justo en toda esta generación". Está implícito también en el hecho de que sólo Noaj y su familia, junto con los animales, fueron salvados. Es razonable suponer que estos dos hechos –el ser justo de Noaj y su falta de influencia en sus contemporáneos– están íntimamente relacionados. Noaj mantuvo la virtud por separarse de su entorno. Así es como, en un mundo enloquecido, se mantuvo cuerdo.
El famoso debate entre los sabios en cuanto a si la frase "perfecto en sus generaciones" es un elogio o una crítica bien puede estar relacionado con esto. Algunos decían que "perfecto en sus generaciones" significa: sólo en relación con el bajo estándar vigente entonces. Si hubiera vivido en la generación de Abraham, decían, habría sido insignificante. Otros decían lo contrario: si en una mala generación Noaj fue justo, ¿cuánto mejor habría sido en una generación con modelos como Abraham?
El argumento, me parece, depende de si el aislamiento de Noaj era parte de su carácter –o sea, que era un ser solitario– o simplemente una táctica necesaria en ese momento y ese lugar. Si hubiera sido un ser solitario por naturaleza, no habría ganado nada con la presencia de héroes como Abraham. Habría sido impermeable a la influencia, para bien o para mal. Si no hubiera sido un solitario por naturaleza, sino simplemente por las circunstancias, entonces en otra época habría buscado almas similares y habría llegado a ser todavía mejor.
Sin embargo, ¿qué se suponía que hiciera Noaj exactamente? ¿Cómo podría haber sido una influencia para bien en una sociedad volcada a la maldad? ¿Estaba realmente destinado a hablar en una época en la que nadie lo escucharía? A veces la gente ni siquiera escucha la propia voz de Di-s. Tuvimos un ejemplo de esto tan sólo dos capítulos antes, cuando Di-s advierte a Cain del peligro de sus violentos sentimientos hacia Ebel –"¿Por qué estás tan furioso? ¿Por qué estás deprimido? [...] el pecado está en puerta. Te codicia, pero puedes dominarlo".3 Sin embargo, Cain no escuchó, y en cambio asesinó a su hermano. Si Di-s habla y los hombres no escuchan, ¿cómo podemos criticar a Noaj por no hablar cuando toda la evidencia sugiere que tampoco a él lo habrían escuchado?
El Talmud plantea esta misma pregunta en un contexto diferente, en los años previos a la conquista de Babilonia y la destrucción del Primer Templo, otra época falta de ley:
[…] Aha, hijo de Hanina dijo: “Nunca una buena promesa, salió de la boca del Santo bendito sea, y fue retractada para mal, excepto a lo concerniente a este asunto”, como dice el versículo: ‘Di-s le dijo: Ve a través de la ciudad, a través de Ierushalaim, y haz una marca en las frentes de la gente doliente y que llora por las abominaciones hechas en ella’ (Iejezkel 9:4). “La gente doliente” se refiere a los justos. El Santo bendito sea dijo a Gabriel: “Ve y marca en las frentes de los justos con tinta, para que los ángeles vengadores no los dañen, marca las frentes de los malvados con sangre, para que los ángeles vengadores los dañen”.
Los Atributos de Justicia entonces hablaron ante el Santo bendito sea, diciendo: “Amo del Mundo, ¿en qué modo son diferentes estos de aquellos?”.
Di-s les contestó: “Esta es gente completamente malvada, y aquella es gente completamente justa”.
Habló ante Di-s, diciendo: “¡Amo del Universo! Pero ellos podían haberlos recriminado y no lo hicieron”.
Di-s dijo a la Justicia: “Yo sé que si los hubiesen recriminado, no lo hubieran aceptado”.
“Pero –replicaron los Atributos de Justicia– tú puedes saber esto pero, ¿es que acaso ellos ya lo saben?”.
Este es el significado del versículo: “El hombre viejo, el hombre joven, la doncella, los niños y las mujeres, vas a dañar completamente, pero no te acerques a aquellos que tienen una marca sobre ellos. Comienza aquí, en mi santuario”. Y el versículo continúa: “Entonces, comienza con los ancianos que están más allá de la casa”. [Primero dice: “no te acercarás al hombre que tenga una marca sobre él”, lo cual se refiere a los justos; después dice: “entonces comienza con los ancianos”, que también se refiere a los justos].
Rab Iosef enseñó: “No lean, ‘Comienza aquí en mi santuario’ (mikdashi), sino ‘Comienza aquí con mis santificados’ (mekudashai), aquella gente que observó la Torá completa, de la álef a la tav […]”. (Shabat 55a).
De acuerdo con este pasaje, incluso los justos de Ierushalaim fueron castigados en el momento de la destrucción del Templo porque no protestaron por las acciones de sus contemporáneos. Di-s objeta el reclamo de la Justicia: ¿Por qué castigarlos por no protestar cuando era claro que, de haberlo hecho, nadie los habría escuchado? La Justicia responde: Esto puede ser claro para los ángeles –léase: en retrospectiva–, pero en el momento, ningún ser humano podría haber estado seguro de que sus palabras no habrían tenido impacto. La Justicia pregunta: ¿Cómo puedes estar seguro de que vas a fallar si no lo intentas?
Según el Talmud, Di-s aceptó de mala gana. De ahí el fuerte principio: cuando suceden cosas malas en la sociedad, cuando prevalecen la corrupción, la violencia y la injusticia, es nuestro deber protestar, incluso aunque parezca probable que no surtirá efecto alguno. ¿Por qué? Porque eso es lo que demanda la integridad moral. El silencio puede ser tomado como consentimiento. Y además, nunca podemos estar seguros de que nadie va a escuchar. La Moral exige que ignoremos la probabilidad y nos centremos en la posibilidad. Tal vez alguien lo note y cambie su proceder, y ese "tal vez" es suficiente.
Esta idea no aparece de repente, por primera vez, en el Talmud. Aparece explícitamente en el libro de Iejezkel. Esto es lo que Di-s le dice al profeta:
"Hijo del hombre, te envío hacia los israelitas, un pueblo rebelde que se ha rebelado contra mí; ellos y sus antepasados se han rebelado contra mí hasta este preciso día. El pueblo al que te envío es obstinado y terco. Diles: 'Esto es lo que el Soberano Hashem dice'. Y ya sea que escuchen o no —pues son un pueblo rebelde— sabrán que un profeta ha estado entre ellos".4
Di-s le dice al profeta que hable, independientemente de si el pueblo va a escucharlo.
Entonces, una manera de leer la historia de Noaj es como un fracaso de liderazgo. Noaj era justo, pero no era un líder. Era un buen hombre, sin ninguna influencia sobre su entorno. Hay, sin duda, otras formas de leer la historia, pero esta me parece la más sencilla. Si es así, entonces la de Noaj es la tercero en una serie de faltas de responsabilidad. Adam y Javá no asumieron la responsabilidad personal por sus acciones ("No fui yo"). Caín se negó a asumir la responsabilidad moral ("¿Soy yo acaso guardián de mi hermano?"). Noaj no pasó la prueba de la responsabilidad colectiva .
Esta forma de interpretar la historia, si es correcta, conlleva una conclusión fuerte. Sabemos que el judaísmo implica una responsabilidad colectiva ("Todo Israel es responsable, el uno por el otro"). Pero puede ser que ser humanos también implique una responsabilidad colectiva. No sólo los judíos son responsables unos de otros. Todos lo somos, independientemente de nuestra fe o nuestra falta de ella. Así, en cualquier caso, argumentaba el Rambam, aunque el Ramban discrepaba.5
Los jasidim tenían una manera sencilla de señalar el punto. Llamaron a Noaj un tzadik im peltz, un "hombre justo en un abrigo de piel". Hay dos maneras de mantener el calor en una noche fría. Uno puede abrigarse o encender un fuego. Si te pones un abrigo de piel, sólo te abrigas tú. Si enciendes un fuego, darás calor a los demás. Se supone que debemos encender un fuego.
Noaj era un buen hombre que no era un líder. Después del Diluvio, ¿lo atormentaba la culpa? ¿Habrá pensado en las vidas que podría haber salvado con sólo hablar, ya fuera a sus contemporáneos o a Di-s? No podemos estar seguros. El texto sugiere, pero no es concluyente.
Parece, sin embargo, que la Torá establece un estándar alto para la vida moral. No es suficiente con ser justos, si eso significa dar la espalda a una sociedad culpable de actos inmorales. Debemos oponernos. Debemos protestar. Debemos hacer saber nuestra disidencia, incluso si las probabilidades de cambiar otras mentalidades son pocas. Esto es así porque la vida moral es una vida que compartimos con los demás. Somos, en cierto sentido, responsables por la sociedad de la que formamos parte. No alcanza con ser buenos. Debemos alentar a los demás a ser buenos. Hay momentos en los que cada uno de nosotros debe liderar.
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