Estimados lectores:
Durante una reunión comunitaria una mujer agobiada por las travesuras de su hijo le gritó, sermoneándolo. Otro de los miembros de la comunidad le dijo: “No ganás nada gritándole, así no lo ayudás”. La madre estaba muy ofendida. “¿Cómo se atreve a juzgarme sin saber lo que yo sufro para criar a este chico tan travieso?” me dijo después. Yo conocía a ese hombre un poco mejor que ella, y sabía que había sido criado en una casa muy violenta y había tenido una infancia traumática. Él no trataba de juzgarla, solo se veía reflejado en el pequeño.
No es la primera vez que me ocurre ver este tipo de situaciones. Todo en la vida depende de la perspectiva con la que uno lo vea y del lado en que uno esté, la situación en la que uno se encuentre y las experiencias pasadas que se hayan vivido.
El Pirkei Avot nos dice: “No juzgues a tu prójimo hasta que no estés en su lugar”, o como dice la expresión tradicional en español, “ponete en los zapatos del otro”. No siempre es fácil. Es mucho más fácil juzgar, pero cuando tratamos de adoptar la óptica del prójimo, vemos todo de otra manera.
En esta parashá leemos que “Noaj era un tzadik (un justo) en su generación”. Hay dos interpretaciones sobre que quiere decir en su generación: la primera nos dice que solo era considerado justo en su generación comparado con la maldad del resto, pero en otra situación hubiese sido un hombre mediocre. La segunda nos dice; si en un contexto tan adverso logró mantenerse tzadik, en una generación normal hubiese sido mucho más elevado todavía.
De todos modos las dos interpretaciones apuntan a la misma idea. Nunca podemos entender a alguien sin conocer su contexto. En lugar de juzgar a primera vista que no nos tomémonos el tiempo para analizar que quizás el otro es como es por lo que le tocó vivir.
¡Shabat Shalom!
Rabino Eli Levy
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