Pregunta:

Mi hijo de cuatro años me hizo algunas preguntas complicadas que yo no estaba seguro de cómo responder, como “¿Por qué Di-s hace sordas a algunas personas? ¿Esa gente hizo algo malo?”. Traté de explicarle que todo lo que hace Di-s es para mejor de alguna manera, incluso aunque no entendamos por qué, pero sentí que no era la respuesta más adecuada. ¿Podrían orientarme para responderle?

Respuesta:

Ningún ser humano está completo por sí mismo. Cada uno de nosotros tiene debilidades y fortalezas. Una persona ciega puede tener un intelecto singular, y una sorda, una enorme fuerza emocional. Nadie lo tiene todo. Esto implica que nos necesitamos mutuamente.

Si tú puedes ver, puedes ayudar a alguien que no. Si estás sano, puedes a ayudar a alguien que no lo está. Si tienes dinero, puedes compartirlo con quienes lo necesitan. Y si tienes una profundidad emocional, puedes apoyar a los que están confundidos.

El Talmud cuenta que el gobernador romano Turnus Rufus desafió a Rabí Akiva con la siguiente pregunta: “Si Di-s ama a los pobres, ¿por qué no les brinda lo que necesitan?”. La respuesta de Rabí Akiva fue: “Para darnos la oportunidad de salvarnos del Guehinom (el infierno)”.

El Gehinom es un mundo en el que nadie ayuda a nadie, donde cada uno piensa sólo en sí mismo y no se preocupa por los demás. Estamos en este mundo para ser amables. Cada debilidad que tenga una persona es una oportunidad para que otra la compense con amor.

Para expresarlo en el lenguaje de un niño de cuatro años:

Eres bueno para compartir. Cuando compartes tus juguetes con otros niños que no tienen esos juguetes, los dos se hacen amigos. También puedes compartir tus ojos y tus oídos cuando ayudas a alguien que no puede ver u oír. Y ellos también pueden ayudarte. Todos podemos hacernos amigos. Es por eso que Di-s nos creó a todos con alguna debilidad. No es un castigo por hacer algo mal; es una oportunidad para hacer algo bien.

Fuente:

Talmud, Bava Batra 10a