Hay dos maneras de servir a Di-s: “naturalmente” y “milagrosamente”.

Servir a Di-s “naturalmente” quiere decir servirlo de acuerdo a lo que uno entiende y siente. Servir a Di-s “milagrosamente” quiere decir servirlo más allá de lo que uno entiende y siente.

Históricamente, el momento en el cual proclamamos Naasé Venishmá, “Haremos y escucharemos”, nos comprometimos a servir a Di-s independientemente de nuestro nivel de comprensión. Nuestro intelecto habrá de ser sujeto a la voluntad de Di-s y no vice versa.

Si bien la entrega a Di-s debe ser la base de nuestra búsqueda intelectual, no la debe sustituir. Uno debe tratar de entender la palabra de Di-s al máximo de su capacidad, pero debe partir de la base de que se trata de algo divino.

Cada mañana, cuando proclamamos el Shemá Israel, estamos entregándonos a Di-s nuevamente como en aquel entonces al pie del Monte Sinaí. Es una entrega “milagrosa”, más allá de nuestra capacidad intelectual y emocional.

Los Macabeos de antaño tuvieron que manifestar su entrega “milagrosa” todo el tiempo para hacer frente al peligro constante del helenismo. Como consecuencia de ello, Di-s les mostró un milagro del mismo tenor, Nimná Hanimnaot, una manifestación totalmente supernatural, ocho días durante los cuales las llamas se nutrían del aceite de oliva sin consumirlo.

¿Cómo está TU milagro hoy?

Extraído de una reflexión de Rab Eliezer Shemtov