Estimados lectores:

La venganza es una de las características propias del ser humano. No estoy seguro de que los animales sean vengativos, pero los humanos sin duda lo son.

El talmud nos dice que si tu vecino no te quiere prestar una herramienta, vos no debes negarte a prestarle otra argumentando: “del mismo modo que no me prestaste, no te voy prestar”. Incluso está prohibido guardar rencor y decirle: “te presto la herramienta, no soy egoísta como vos”.

Iosef revela su identidad a sus hermanos, es bondadoso con ellos y no les guarda rencor. Él se encontraba en una situación muy tentadora. Los mismos que habían intentado matarlo, quienes lo vendieron y lo convirtieron en esclavo ahora estaban a su merced y podía hacer con ellos lo que quisiera. Para una persona vengativa, era la oportunidad de oro.

Él les dice “No les guardo rencor, Hashem me mandó aquí, no ustedes”. Si se vengaba de ellos, estaría negando que todo lo ocurrido en su vida fuera parte del plan magistral de Di-s para convertirlo en el que era. No tenía sentido acumular odio y la venganza no era una opción viable, ya que a los ojos de Iosef, ellos solo habían sido engranajes de algo mayor.

El rencor solo nos llena de veneno, nos intoxica de odio contra nuestros semejantes y no nos permite crecer. Las personas que viven obsesionadas con la venganza consumen sus días sin sentido. Por más grande que sea la herida y el dolor no hay venganza que pueda curarla, más bien hace lo contrario.

Aprendamos de Iosef y elevémonos por encima de nuestros enemigos y adversarios. No importa quién nos hizo que. Estamos donde estamos para poder crecer.

¡Shabat Shalom!

Rabino Eli Levy