Estimados lectores:
En esta parashá seguimos leyendo sobre las plagas que cayeron sobre Egipto. La novena de ellas fue la plaga de la oscuridad.
Dios le dijo a Moshé: “Extiende la mano hacia el cielo, y habrá oscuridad en Egipto. La oscuridad será palpable”. Moshé levantó la mano hacia el cielo, y hubo una oscuridad opaca en todo Egipto, que duró tres días. Exodo 10 - 21
Uno podría decir que la oscuridad no es una plaga. Todas las noches oscurece y nadie se alarma ni muchos menos piensa en llamar al control de plagas. Estamos preparados para lidiar con la oscuridad y adaptarnos a ella.
Entonces, ¿por qué la oscuridad de Egipto fue una plaga?
Rashi, el más profuso comentarista de la Torá, pone un énfasis especial en los adjetivos que usan estos versículos. “Una oscuridad opaca” no era una oscuridad común, sino una oscuridad paralizante que no les permitía moverse. “El que estaba sentado – dice Rashi - quedaba sentado y el que estaba de pie quedaba pie”. Solo los hijos de Israel eran acompañados por un halo de luz a todos lados.
Vivimos en un mundo de oscuridad. Estamos rodeados de tanta frivolidad y materialismo que opacan nuestra alma y no nos permiten ver nada divino. Nuestro egoísmo y nuestra soberbia nos insensibilizan ante el dolor ajeno y ni siquiera lo registramos. Poco a poco, esta oscuridad nos atrapa hasta inmovilizarnos por completo.
Pero la oscuridad no es absoluta. Israel tiene luz. La Torá es nuestra antorcha incluso en los momentos más oscuros de la historia. La Torá nos enseña a abrir los ojos y ver cada cosa como es en su raíz espiritual. Es nuestra obligación resistir a la oscuridad trayendo cada vez más luz, hasta que finalmente, con la llegada de la Era mesiánica, podamos quitarnos por completo el velo y ver a Di-s en forma directa.
¡Shabat shalom!
Rabino Eli Levy
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