Gran parte de la historia de la aceptación de la Torá por parte de los judíos en realidad se encuentra al final de la porción de la Torá de esta semana –(Éxodo 21-24). Esto incluye la famosa afirmación del pueblo judío, Naasé venishmá –“Haremos (primero) y (luego) escucharemos y entenderemos”– una completa aceptación de Di-s sin condiciones.

¿Pero por qué no se incluye este importante elemento en el lugar que parece ser el correcto, la lectura de Itró (Éxodo 18-20), que cuenta la historia de la entrega de la Torá?

Creo que la respuesta está en el concepto expuesto por el rabino Iehuda Halevi en su gran obra el Kuzari. Allí aborda lo dicho por profetas como Irmiahu, Ieshaíau y Amós, que parecen denigrar y despreciar los sacrificios ofrecidos por muchos de los judíos al final del período del primer Templo. ¿Cómo se reconcilian estas afirmaciones con los mandamientos explícitos de la Torá con respecto al ofrecimiento de sacrificios? Y después de todo, ¡a diario rezamos por triplicado por la restauración del Templo Sagrado y su servicio sacrificial!

El Kuzari plantea que se le entregó la Torá a un pueblo constituido por seres humanos enteros y decentes. De otra forma, no hubiéramos merecido recibir tan preciado regalo. Esta es la razón por la que los profetas criticaron los sacrificios de quienes habían cometido injusticias contra otros. No se oponían a los sacrificios; reconocían que un corbán –que en hebreo significa literalmente “acercar”, no “sacrificar”– es un acercamiento a Di-s. Si nos preocupamos por Di-s, sin embargo, no nos abusamos de aquellos creados a su imagen. Y si no nos preocupamos por Di-s, ¿para qué el sacrificio? ¿Se lo puede sobornar? Di-s obtiene placer de nuestro sincero deseo de acercarnos a él, no un asado sagrado. Si estamos atascados en una ciénaga moral, no podemos ascender a las alturas del cielo.

Asimismo en nuestro caso: la lectura de la Torá Mishpatim trata los elementos básicos del derecho civil. Cómo nos tratamos el uno al otro, cómo cumplimos nuestras obligaciones financieras y fiduciarias, etc. Se trata de justicia y equidad hacia otros seres humanos.

Di-s insertó la lectura de Mishpatim antes de retornar al pasado para abordar aspectos claves de la narración sobre la entrega de la Torá. Esta es su forma de decir: “¡Antes de poder recibir la Torá por completo, estudien Mishpatim! Sean seres humanos bondadosos, decentes, y rectos que respetan el ser, la dignidad y la propiedad de otros. Una vez que lo hayan hecho, entonces podré entregarles la Torá y elevarlos para ser una ‘goi kadosh’, una nación sagrada”.

Si no somos seres humanos conducidos correctamente, menshn, no hay punto de apoyo para la Torá. No podemos construir un edificio duradero en un pantano.

Pero si nuestra humanidad, nuestra decencia y honestidad están presentes, somos entonces cimientos sólidos sobre los cuales construir el edificio de la Torá y el judaísmo.