El mundo que Di-s ha creado para nosotros es hermoso. Un aspecto especial es el color: el cielo azul y el mar de un azul más profundo, los montes verdes y café, los atardeceres escarlata, el arcoiris multicolor y el sinfín de colores que nos rodean a cada paso. Los colores también tienen un significado espiritual. Un indicio de ello es cómo aparecen en nuestra lectura de la Torá, en la descripción de la construcción del tabernáculo1 .
El tabernáculo, cuidadosamente construido por Moshé y el pueblo judío después de recibir la Torá en el monte Sinaí, era el prototipo del Templo. Como el Templo de Ierushalaim, creó un espacio sagrado con crecientes niveles de divinidad: el patio exterior, luego una cámara cerrada donde estaba la menorá de oro, luego la cámara interior, el Kodesh Hakodashim, donde estaba el arca de oro, que contenía dos bloques de zafiro grabados con los Diez Mandamientos que Moshé había traído del Sinaí.
Las paredes del santuario fueron construidas con tablas de madera revestidas de oro, sostenidas firmemente en la base por pesados bloques de plata. Estas paredes estaban casi completamente cubiertas por una carpa hecha de telas tejidas especialmente. Además, estaban las vestimentas de los sacerdotes. La Torá nos cuenta lo que incluían todas estas telas, en una lista al comienzo de la parashá de esta semana: lana azul, lana púrpura, lana escarlata, lino blanco…
¡Colores! ¿Qué significan?
Las enseñanzas jasídicas explican que el santuario no es solamente una construcción física, destinada a ser construida de forma más permanente como el Templo de Ierushalaim. El santuario también existe en el corazón de cada individuo. Así Di-s afirma en la Torá: “Y harán un santuario para mí, y habitaré en medio de ellos”.2 El versículo no dice “Habitaré en él”, en el santuario. Dice “Habitaré en medio de ellos”, en el corazón de cada judío.
Así que ahora llegamos a nuestra pregunta: ¿de qué colores es el santuario del corazón? ¿De qué colores es el alma? Así es como el rebe Iosef Itzjak Schneerson, el sexto rebe de Lubavitch, los explica:3
El azul expresa nuestro asombro ante la infinita grandeza de lo Divino. Todos los inmensos universos descritos por los astrónomos son nada comparados con Di-s, que es infinito, más allá del mundo. Esta idea induce a la sensación de temor: azul.
Pero los cabalistas nos dicen que la misma idea puede inducir a un sentimiento diferente, una sed apasionada por conectarse con Di-s, más allá del mundo, más allá de la vida misma, un amor ardiente hacia Di-s: escarlata.
La combinación de estos dos sentimientos, temor y amor ardiente, lleva a un sentimiento de cuán pequeño es uno, la conciencia de lo penosamente pequeños que somos ante la infinita grandeza de Di-s. Desde esta perspectiva uno se mira a sí mismo con piedad, como desde una altura remota: pobre, tan pequeño, tan perdido pensando solamente en su propio ego… Esta mezcla de azul y escarlata crea el púrpura.
Sin embargo, hay otra clase de amor a Di-s. No el amor ardiente más allá del universo, sino el amor que fluye como el agua pura, consciente de la cercanía íntima y caritativa de Di-s y el amor de Di-s por nosotros. Este sentimiento cálido de amor y bondad es blanco.
Estos son los colores del alma, las emociones con las que nos relacionamos con Di-s en nuestro propio santuario interior: azul, escarlata, púrpura, blanco…
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