Pregunta:
Pesaj es supuestamente la fiesta de la liberación de la esclavitud. ¡Pero parece ridículo celebrar la libertad no comiendo pan! ¿Las restricciones no son exactamente lo contrario de la libertad?
Respuesta:
Depende de cómo usted define a la libertad. Si ser libres significa hacer lo que quiere, sin reglas o limites en absoluto, entonces, tiene razón. Si sólo soy libre mientras que nadie me diga qué hacer y puedo seguir al pie de la letra cada uno de mis antojos e imaginaciones, prohibirme comer pan es de hecho una infracción de mi “libertad”.
¿Pero eso es realmente la libertad? ¿No soy simplemente un esclavo de mis antojos y fantasías? ¿Y si mis imaginaciones en realidad no provienen de mí? Quizás deseo algo que fue puesto en mi cabeza por otros. ¿Soy verdaderamente libre si sigo esos deseos? ¿Y si tengo tendencias instintivas que son dañinas para mí? ¿Puede llamarme libre si estoy limitado por esas inclinaciones? ¿Qué hay sobre la conducta compulsiva o adictiva? ¿Los malos hábitos? ¿No se puede tampoco ser esclavo de lo que uno quiere?
El Judaísmo define la libertad de forma muy diferente. La verdadera libertad es la habilidad para expresar lo que uno es realmente. Si hay niveles en su personalidad que no se han explorado, si su alma no ha tenido la oportunidad de expresarse, entonces uno no es libre aun.
La Torá es el manual de instrucción para nuestras almas. Incluso sus leyes, aparentemente restrictivas, sólo existen para permitirnos comprender nuestro propio ser. Porque a veces, sólo a través de las restricciones es que nuestro verdadero ser emerge.
Un ejemplo de limitaciones que liberan puede encontrarse en el juego de fútbol. Comparado a otros deportes, el fútbol es muy limitado, porque no se pueden usar las manos. ¿Acaso el fútbol es un juego frustrante para jugar? Quizás para un principiante. Si uno constantemente se concentra en el hecho que no puede usar sus manos, entonces parecerá bastante molesto. Pero una vez que consiga comprender que precisamente porque en el fútbol uno se restringe de usar las manos, es “libre” para desarrollar otras habilidades- como la de dar de puntapiés, empujar, impedir el paso-que por otra parte uno nunca habría sabido que tenía.
Análogamente, el propósito subyacente de las costumbres judías no es atarnos. Al contrario, sirven calmar el ruido de nuestra existencia mundana, cotidiana y ayudarnos a poner en sintonía con los mensajes más profundos de la vida.
En Pesaj, estamos de hecho limitados en lo que comemos. Pero cambiando nuestros hábitos usuales, nos liberamos para ver más allá de lo cotidiano. Nuestras almas tienen la oportunidad de ser oídas, y nada puede ser más liberador que eso.
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