Shalom Aleijem y Eshet Jail ya habían sido recitados. Las llamas de las velas reflejaban un sol amarillo sobre el vino. Todos estaban esperando escuchar el Kidush del Padre. Suspiro y…¡se cayo dormido sobre su silla!

“¡Tate, tate! ¡Padre, padre!, la familia lo llamo. No hubo respuesta. La madre puso su mano sobre su hombro y lo sacudió, pero tampoco ayudó. ¡Despiértate! Exclamaban los niños. Decididos de que se había desmayado, los adultos también comenzaron a preocuparse y uno corrió a buscar a un doctor. Vino, pero el tampoco pudo despertarlo ni entender que le había pasado. Sugirió que lo dejaran dormir. Otro haría el Kidush.

La cabeza de la familia, no se despertó hasta la mañana. Estaba avergonzado por lo que había sucedido. Pero el próximo viernes a la noche, nuevamente ocurrió lo mismo…

“¡Oh no! No otra vez”, lloró con frustración. Se levanto de la silla la cual se había quedado dormido y se preguntó:”¿qué está sucediendo?, no puedo seguir así. Mañana voy a ir a ver al Rebe”

Al día siguiente se dirigió hacia Zijlin, en donde estaba su Rebe, Rabi Shmuel Abba, y le contó toda la historia. Con lagrimas en sus ojos le suplico que fuera curado.

“Parece ser” dijo el Rebe, “que de alguna forma haz violado el Shabat, y es por eso que estas siendo prevenido de honrarlo”

El Jasid se deprimió aun mas. “No entiendo. Yo soy muy cuidadoso con las leyes del Shabat. ¿Cómo puedo violarlo? No puedo imaginar como pudo haber pasado”

Con el corazón destrozado, el Judío volvió a su casa. Cuando le contó a su familia lo que el Rebe le había dicho, se sorprendieron. Todos sabían lo cuidadoso que era con el cumplimiento del Shabat.

Pero luego, uno de los hijos mayores hablo: “Padre, debo decirte que la palabras del Rebe han revelado inspiración Divina genuina, porque, lamentablemente son reales. Un viernes a la noche, cuando me quede despierto hasta tarde, te vi encender una vela para que pudieras ver tu camino para tomar un vaso de agua, y luego la apagaste. A la mañana siguiente, estaba claro que no te habías dado cuenta de lo que había pasado, y para no avergonzarte, no dije nada. Pero ahora que el Rebe hizo referencia a eso, me di cuenta de que estaba obligado a divulgar lo que vi”

El hombre fue nuevamente hasta lo del Rebe. Le contó lo que su hijo le había dicho y el Rebe le dijo: “Eso es. ¿Como un judío puede olvidarse de la Santidad del Shabat? Es por ésto que se te fue sacado el derecho de “recordarlo”

“Por favor Rebe”, le rogó, “deme un remedio. Sálveme!

“No hay nada que pueda hacer. La única forma es de que seas puesto en prueba sobre la observancia del Shabat, y logres superarlo”

Poco tiempo después le llego una citación de su Poritz, el noble que había arrendado su molino a cambio de una renta anual y un porcentaje de sus ingresos. En el se le informaba que planeaba expandir la capacidad del molino para producir harina, y para poder juntar la plata necesaria para la inversión debería dejar funcionar el molino los Sábados, comenzando desde ahora.

“Eso es imposible” dijo el Judío convencido. “Yo solo trabajo seis días, nunca en Shabat”

“Oh, por favor” dijo el noble. “Escuché que un rabino puede hacer cierto tipo de contrato el cual puedes permanecer en tu casa, pero el molino sigue andando y yo no pierdo ganancias”

“Yo nunca haré eso” declaro.

El noble levantó su voz: “Te daré los dos meses que me llevara completar las renovaciones para que el molino pueda funcionar los Sábados. Si no lo haces, te dejare fuera de esto”

El poritz cumplió su amenaza, y lo echó. Él y su familia pronto comenzaron a pasar por momentos difíciles. Pero el Jasid persistió en su determinación de no transgredir el Shabat nunca más.

Mientras tanto, el dueño del molino había finalizado con la expansión, y conseguido un gerente que trabajaría los siete días de la semana. Pero desde el comienzo no funciono. Accidentes inusuales solían ocurrir. La situación era bizarra y todos lo notaban.

El noble se vio forzado a admitir que su problema seguramente estaba conectado con haberle arruinado la vida de su molinero judío. Luego de revelarle su desesperada situación, le ofreció volver como antes.

“¿Qué hay sobre mi Shabat? Le pregunto el Jasid.

“Mira” le respondió, “luego de los problemas inusuales que he tenido, me he dado cuenta que Di-s está contigo, haz lo que tu crees que es lo correcto”

Así que el judío volvió al molino, y pronto fue bendecido con más éxito que antes. Pero incluso con su nueva fortuna, su mayor placer era recitar el Kidush el viernes por la noche.

Nota Biográfica:

Rabi Shmuel Abba Zikelinsky (1809-1879) era discípulo del conocido Maestro Jasidico, Rabi Simja Bunim de Pshisja, y luego un Rebe por si mismo con una gran cantidad de seguidores.