Y habló Hashem a Moshé, diciendo: “Toma la vara y reúne a la congregación, tú y tu hermano Aarón, y hablad a la roca a la vista de ellos, para que la roca dé su agua. Así sacarás para ellos agua de la roca, para que beban la congregación y sus animales”. Entonces Moshé levantó su mano y golpeó la roca dos veces con su vara, y brotó agua en abundancia, y bebieron el pueblo y sus animales. (Bamidbar 20:7-8, 11).
Mientras la nueva generación se prepara para ingresar a Israel, Miriam muere y hay una repentina escasez de agua. El pueblo se queja. Di-s le dice a Moshé que lleve su vara, le hable a la roca y le ordene que le ofrezca agua. Frente a la roca, con la vara en la mano, Moshé llama al pueblo “rebelde” y pregunta: “¿Hemos de hacer salir agua de esta roca para ustedes?”.
En este momento crucial, en lugar de hablarle a la roca, Moshé levanta su vara y golpea la piedra dos veces. La fuerza del agua emerge de una profunda cisterna escondida, brota sobre las piedras irregulares y por poco barre la empapada figura de Moshé. Inundado de frustración y tristeza, Moshé está a punto de perder el equilibrio cuando Di-s le explica que como él no logró hacer a Di-s sagrado ante los ojos de los israelitas, no entrará a la Tierra Prometida. El nombre de este lugar es “Mei Merivá”: las aguas de la disputa.
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