Por la gracia de Di-s

9 Adar I, 5719

17 de febrero de 1959

Brooklyn, Nueva York

Su Excelencia Sr. David Ben-Gurion, Primer Ministro de Israel

Saludos:

Ayer le envié mi respuesta oficial sobre la cuestión del Registro, y tengo que disculparme por la demora en mi respuesta hasta ahora por varias razones. Lo que está escrito a continuación no es oficial, ni siquiera medio oficial.

Estuvo una vez de moda en ciertos círculos sugerir que la religión judía y las observancias judías eran necesarias para aquellos que viven en la Diáspora, como escudo contra la asimilación. Pero para aquellos que pueden encontrar otro “antídoto” en lugar de la religión, particularmente aquellos viviendo en Eretz Israel, dentro de su propia sociedad, donde la atmósfera, lenguaje, etc. (aparentemente) sirven como una amplia garantía de preservación nacional, la religión judía es superflua, ¿qué necesidad tienen de cargarse a sí mismos con todos los detalles que tiene para su vida diaria? Pero el curso de los acontecimientos en Eretz Israel en los últimos siete u ocho años ha enfatizado crecientemente la postura opuesta: que no obstante la necesidad vital de la religión entre los judíos de la Diáspora, se necesita aún más para los judíos en Eretz Israel. Una de las razones básicas para esto es que es precisamente en Eretz Israel donde existe el peligro que crezca una nueva generación que lleve el nombre de Israel pero que esté completamente divorciada del pasado de nuestro pueblo y de sus valores eternos y esenciales. Y es más, que sea hostil a su perspectiva del mundo, a su cultura, y al contenido de su vida diaria; hostil a pesar del hecho que hablará hebreo, vivirá en la tierra de los Patriarcas, y expresará entusiasmo por la Biblia.

No deseo explayarme en este tema doloroso por razones obvias (especialmente dado que veo que no requiere más elaboración). Una de las razones es que espero fervientemente que esta calamidad no llegue a pasar. Eventualmente, los mismos miembros de esa generación se levantarán vehementemente contra ese peligro, y tomarán las medidas para impedir ese mal. De hecho, es sólo recientemente que se ha sentido una agitación intensa en Eretz Israel y en el exterior exigiendo un contenido espiritual a la vida; si se hace una indagación más profunda, se volverá evidente que el anhelo es por algo que trasciende la razón del hombre.

La sed de la juventud de nuestro pueblo eterno ciertamente no será saciada con racionalizaciones y teorías que son producto de mortales contemporáneos, y que compartirán el destino de aquellas ideologías que hicieron su debut tan solo ayer y no están más hoy. Aquí tiene lugar la Ley de Moisés e Israel, la Ley Oral y Escrita, nuestros valores independientes que datan del día en que el pueblo judío estuvo parado ante D-os, nuestro D-os, en Horeb, y se escuchó la gran voz que no se detuvo: “Yo soy el Señor, vuestro D-os... No tendrás otros dioses...”

No hace falta decir que no hablo aquí de una religiosidad teórica que sirve sólo como una visión del mundo puramente filosófica, o como tema de conferencias en fines de semana o festividades. Estoy hablando de una forma de vida extendida y práctica, que incluye también los fines de semana, y todos aquellos asuntos que generalmente se denominan “seculares”. Después de todo, nuestra fe es esencialmente una de hechos prácticos.

Ahora es la oportunidad ideal para transformar todo el marco de la vida en Eretz Israel y dirigirlo hacia los canales arriba mencionados. Esta oportunidad está golpeando a su puerta, porque a usted se le dio la capacidad y el privilegio de usarla de la mejor forma, un privilegio y oportunidad que no se le dan a cualquier hombre, y la cual no se ha presentado por muchas décadas.

Es más que probable que las líneas anteriores lo asombren. ¿Realmente imagino que por medio de esta carta puedo cambiar o influenciar un punto de vista de varias décadas, y en particular, la perspectiva de un hombre que ha vista el fruto de sus esfuerzos? Pero dado que en mi opinión la situación en Eretz Israel es como la describí arriba, la situación en sí, la verdad esencia de la idea, y la oportunidad única y maravillosa que se le ha dado, son ellas las que hablan, apelan y demandan.

Estoy seguro que incluso sin mi carta usted ha reflexionado sobre esto. Pero no puedo permitirme pasar sobre esto en silencio, en un momento en que estoy ocupándome en escribir sobre el tema de la Registración, que forma parte del trasfondo general descripto arriba. Siento que es mi deber referirme a esto, al menos en una carta privada hacia usted.

En esta oportunidad, y pidiendo disculpas por la demora, le agradezco por enviarme su folleto. Permítame basar mis próximas palabras en lo que usted escribió en el folleto refiriéndose a Eretz Israel: me refiero a la expresión “Tierra Santa”. El epíteto “santo”, como el de “judío”, tiene su contenido definido y consagrado por generaciones de nuestro pueblo, desde el tiempo de la Entrega de la Ley, cuando se nos otorgó el título de “reino de sacerdotes y nación santa”, y cuando al pueblo judío se le otorgó la Tierra Santa de acuerdo a sus límites, “la tierra del cananita y del Líbano hasta el gran río, el río Eufrates”, hasta el día presente e incluyéndolo.