¿Se va a extinguir la privacidad en la era digital? No pasa una semana sin que nos enteremos de otra grave violación de la seguridad de Internet. Contraseñas. Tarjetas de crédito. Fotos personales. Identificadores impositivos. Ninguno de tus datos personales se puede considerar ya seguro.
Lo más aterrador es que la erosión de lo que solía denominarse privacidad ocurra justo delante de nuestros ojos. Renunciamos a nuestra confidencialidad a voluntad, sin darnos cuenta. No dejamos de descargar aplicaciones que son capaces de rastrear cualquiera de nuestros movimientos y acciones. Seguimos consultando navegadores web y les damos acceso a nuestros pensamientos más profundos. Actualizamos nuestras fotos más íntimas en la nube, donde son accesibles para cualquier hacker que tenga determinación.
En la Torá leemos acerca del nacimiento de los mellizos de Iehudá, el cuarto hijo de Iaacov y Tamar. La mano de un bebé emergió, y la partera le ató un hilo carmesí brillante mientras decía: “Este nació primero”. Luego la mano se retrajo y emergió su hermano. Fue llamado Peretz porque “salió de manera precipitada”.1 Luego salió el siguiente bebé, que aún tenía el hilo carmesí, y lo llamaron Zeraj, que significa “brillante”.
Peretz es el progenitor del Rey David y del Mashíaj, a quien se hace alusión como el poretz: el que se abre camino.2 La llegada del Mashíaj se asocia con una era en la que se romperán las barreras sociales. Una Mishná muy conocida describe la era que precede de inmediato al Mashíaj de la siguiente manera:
Con la llegada de los pasos del Mashíaj, aumentará la insolencia y se elevarán los precios… El gobierno se convertirá en una herejía y nadie lo reprenderá; el lugar de encuentro de los eruditos será usado para la inmoralidad… La sabiduría de los eruditos se deteriorará, aquellos que temen a los pecados serán despreciados y faltará la verdad; los jóvenes harán sentir mal a los ancianos, los ancianos vivirán en sumisión a los más jóvenes, los hijos denigrarán a sus padres, las hijas se levantarán en contra de sus madres y las nueras en contra de las suegras… el rostro de la generación será como el rostro de un perro; un hijo no sentirá vergüenza ante su padre.3
Suena a una descripción apropiada para una sociedad que se cae a pedazos, ¿no?
Con un giro que le es característico, el Rebe de Lubavitch ofrece una interpretación positiva del pasaje anterior: serán los jóvenes los que encabezarán la revolución de la sociedad. Ellos son los que se resisten a aceptar el statu quo, los que creen con firmeza que hay más en la vida que la acumulación de riqueza. Reclamarán la observancia judía que puede haber quedado de lado mientras sus padres y abuelos luchaban por conformar la sociedad. Tendrán el coraje de reivindicarse a sí mismos, de exigir el fin de la frivolidad. El fin de la avalancha inminente de la sociedad hacia la autodestrucción; en definitiva, de exigir al Mashíaj.4
El Rebe nos recuerda que “romper las barreras” es más que desintegrar las convenciones: es impulsarse hacia adelante. Vivimos en una era con avances tecnológicos cotidianos que amplían las barreras de lo que consideramos posible. Autos que se manejan solos. Viajes al espacio por disfrute personal.
Mientras somos testigos del derrumbe de la sociedad tal como la conocemos, emerge una nueva que viene a tomar su lugar. Ya vivimos en una ciudad global, en la que las barreras geográficas y culturales disminuyen con rapidez. Estamos más listos para entablar amistades con personas de contextos culturales diferentes. Somos más respetuosos de las personas con discapacidades y otras diferencias.
Las inhibiciones personales —las que no nos permiten relacionarnos de manera franca y honesta con los demás— serán las próximas en desaparecer. Aprenderemos a compartir, de una manera que no sea explotadora sino basada en la compasión y la confianza. Aprenderemos a abrirnos y a expresar sin ataduras gratitud, alegría, orgullo y agradecimiento.
Las sagradas escrituras hablan de una era en la que la mayor parte de la información oculta será publicada. Con respecto a la redención, el profeta Ieshaiau afirma: “La tierra estará llena del conocimiento de Hashem como las aguas cubren el mar”.5 Todos los secretos divinos serán revelados. Se abrirán las compuertas y emergerá el conocimiento, tanto en la esfera secular como en la espiritual.
El proceso de “romper las barreras” que se asocia con la llegada del Mashíaj ha sido comparado con el nacimiento. Los dolores del parto se intensifican y alcanzan un pico, en cuyo punto el bebé emerge del útero. De manera similar, durante el exilio nuestro sufrimiento se intensifica hasta el momento en el que el Mashíaj se revele, lo que acabará de manera abrupta con el dolor. Es seguro decir que ahora estamos en medio del proceso de parto. Muy pronto, Di-s emergerá de las sombras en las que se oculta y tendremos acceso a las revelaciones divinas más sublimes.
Ahora, en los momentos finales de la redención, es tiempo de prepararnos. Ahora es momento de romper todas las barreras —autoimpuestas o de cualquier tipo— que nos impiden alcanzar nuestro verdadero potencial. Realiza una nueva mitzvá. Llama a alguien con quien has tenido una discusión, alguien con quien no has hablado en años. Empieza una nueva sesión de estudio de la Torá en un área que nunca hayas estudiado antes. Cuando salimos de las barreras de nuestro propio carácter y personalidad, Di-s nos corresponde. Él romperá con las barreras del exilio y nos traerá la redención total.
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