Hola, rabino:

Con frecuencia uso el servicio de su sitio “Pregunte al rabino”. En general responden mis consultas sin problema. Pero a veces me dicen que debo consultarlo con un “rav” o con mi “autoridad halájica personal”. Pensé que cuando le preguntaba a un rabino de Jabad.org le estaba preguntando a una autoridad halájica. ¿Por qué necesito un “rav” personal? ¿”Rav” y “rabino” no son sinónimos? ¿Y por qué debe serpersonal? ¿Acaso la Torá no es una sola para todo el mundo? ¿Podría, por favor, aclararme esto?

Respuesta:

Primero aclaremos algunos términos. En el habla cotidiana, “rabino” es el término general para cualquiera que tenga semijá, ordenación rabínica (lee más sobre esto aquí). “Rav”, por otro lado, se refiere a alguien que ha tenido una extensa capacitación y más experiencia en guiar a otros según la halajá práctica (la ley judía). Un rav también es designado por una comunidad para responder preguntas halájicas.

Enfermero frente a médico

¿Alguna vez te has preguntado por qué está toda esa gente que trabaja en el consultorio del médico y aun así sólo hay tres nombres en la puerta? ¿Qué hace que un médico esté más calificado que un enfermero, por ejemplo? ¿Por qué un enfermero no puede examinarte mientras estás sentado en un largo rollo de pergamino que parece algo así como un enorme croissant?

Quizás es una cuestión de experiencia práctica. Los médicos tienen que pasar por una formación rigurosa y una residencia bajo supervisión antes de estar calificados.

Pero si la diferencia está en la experiencia, ¿no debería un enfermero poder diagnosticar y prescribir? Un enfermero puede haber visto más infecciones de oído en 40 años de trabajo que cualquier otro especialista. Sin embargo, si bien un enfermero puede decirte lo que significan algunos síntomas, e incluso los métodos para tratar enfermedades, no puede diagnosticar ni prescribir medicación. Los enfermeros pueden haber aprendido de los libros y tener la experiencia de los médicos, pero no tienen la misma experticia: su formación práctica no es tan rigurosa, no pasan por una residencia intensiva supervisada y no se les da la misma autoridad o responsabilidad cuando se trata de diagnosticar o tratar pacientes.

Tu médico

Además, este no es el consultorio de cualquier médico de trayectoria. Es el consultorio de tu médico. Quien te va a examinar no es sólo otra persona con un título de médico. Este es tu médico de cabecera. Te podrás preguntar, como lo hice yo: ¿por qué necesito un médico de cabecera? Si estoy enfermo, estoy enfermo. ¿Por qué necesito ir a la misma persona cada vez, sólo para que me haga exactamente lo que haría cualquier otro médico?

La razón es que las enfermedades no suceden en un vacío. Las cosas por las que has pasado afectan a la persona que eres hoy. Entonces vas de nuevo al mismo doctor para que pueda decirte que tus infecciones frecuentes en el oído pueden ser señal de un problema más profundo, o que la cuarta enfermedad que has tenido en la semana es en realidad un síntoma de hipocondría, y que necesitas ver a un terapeuta.

Volviendo a los rabinos

La experticia médica y la halájica tienen muchas similitudes. En el ámbito de lo halájico, los rabinos son los profesionales médicos. Te pueden decir si lo que haces es saludable o no lo es. Responden tus preguntas, sugieren remedios y te ofrecen tratamientos. Y, como sucede con los profesionales médicos, hay rabinos con distintos grados de conocimiento:

Hay rabinos que han aprendido de libros y pueden responder a la mayoría de las preguntas. Si les dices síntomas muy específicos, o les haces consultas que no requieran de ninguna prescripción, pueden ayudarte.

Si todo lo que necesitas es información que ya ha sido dictaminada y puede encontrarse con claridad en la ley judía, entonces estos son los indicados. Pero si tu pregunta no es tan clara, si se necesita hacer un análisis mayor o evaluaciones personales, vas a necesitar a alguien más calificado.

Para estas cuestiones está el rav. Es alguien que ha aprendido mucho más, y que además de eso ha hecho una pasantía durante algunos años con un rav ya establecido para adquirir experiencia práctica. Esta capacitación y esta experiencia, junto con el poder que le ha otorgado la comunidad que confía en él, le da el poder que tú necesitas. A él le fueron dadas la autoridad y la responsabilidad para hacer evaluaciones y decidir sobre asuntos complejos de la ley judía.

Por último, están los rabinos de cabecera. A veces nos referimos a ellos como “autoridades halájicas personales” o “tu rav”. A ellos los tienes de por vida. Te conocen. Pueden tratar contigo, no sólo responder tu pregunta.

Rabino frente a rav

La razón por la que a veces sólo un rav puede responder tu pregunta es que hay dos tipos de preguntas. Hay preguntas que son claras. En los libros de la ley judía las aborda, y todo lo que tenemos que hacer es encontrar la respuesta y transmitir la información. En ese campo, cualquiera que sepa la respuesta está calificado.

Luego hay preguntas que no se encuentran en los libros. Estas son las preguntas que no son blancas y negras. Para responder ese tipo de pregunta es necesario comparar casos y hacer análisis. A veces hay múltiples opiniones sobre lo que dice la ley judía, y el trabajo del rav es evaluar qué opinión seguir. Eso es algo que sólo un rav, a quien una comunidad le dio ese poder y responsabilidad, puede hacer.

Entonces, para resumir todo esto, ¿por qué no siempre alcanza con las personas a cargo de “Pregunte al rabino”? Porque no están calificadas para tomar ciertas decisiones. Pueden tener conocimiento y experiencia, pero sólo un rav tiene la autoridad de emitir ciertos dictámenes. Además, no saben realmente quién eres, por lo que no pueden darte respuestas hechas a medida. Aun así puedes hacer tus preguntas, pero a veces te enviarán con un rav, un eslabón superior de la cadena.

Todo eso fue una respuesta superficial. Si te satisfizo, genial: puedes dejar de leer aquí. Pero para aquellos que quieran avanzar un poco más, en verdad hay una razón mucho más profunda por la cual algunas cuestiones sólo pueden ser tratadas con un rav calificado.

Por qué los rabinos no son como los médicos

En realidad un rav no se parece en nada a un médico.

Acudimos a médicos de cabecera en lugar de a cualquier médico o enfermero porque tienen más posibilidades de no equivocarse en el modo en que eligen tratarnos. Su experiencia y conocimiento personal de nuestra situación hacen que sea menos probable que nos diagnostiquen mal. Entonces, con un médico, es una cuestión de control de daños.

El valor de un rav no está en las mayores posibilidades de un diagnóstico correcto. El valor de un rav es que acudir a él es la cura misma. Di-s estableció un sistema.1 Ese sistema consiste en que cuando tenemos una pregunta debemos ir a un rav y escuchar lo que él dice. Así que no vamos al rav en busca de información; acudimos al rav porque Di-s dijo que acudiéramos al rav.

Cuando un rav te dice algo, no es una opinión. No es un consejo que puedas tomar o dejar. Él te dice lo que Di-s quiere que hagas, porque Di-s dijo que escucharas a tu rav. Cuando se trata de la halajá, no se va a otro médico en busca de una segunda opinión. La opinión que te da tu rav es final e indiscutible.

Y podemos avanzar todavía más.

¿Cómo es eso? Comencemos con una historia que he confirmado en persona:

El rabino Leibel Turk, un veterano matarife casher, siempre era el último en abandonar el frigorífico. Uno de sus trabajos como matarife era hacer el inventario final y cerrar. Junto con un grupo de otros matarifes, había estado supervisando el cashrut de un frigorífico. Hoy debía volar de regreso a su hogar en Brooklyn.

El rabino Turk comenzó a hacer la última revisión de su inventario, a contar los envoltorios sellados y a cotejarlos con la hoja de su inventario, como hacía todos los días. Terminó de contar y se detuvo en seco. Volvió a revisar para asegurarse de que el error no fuera suyo. Sus sospechas eran ciertas. Había un producto más de los que su hoja indicaba que debía haber.

Rápidamente imaginó lo que debía haber pasado. Lo que hacían los matarifes era poner la etiqueta de casher en todos los animales y luego enviarlos para que los revisaran. Si luego de la revisión resultaba que alguno no era casher, le quitaban la etiqueta. Era un sistema conveniente, si no el más libre de errores. Lo que debía haber pasado era que uno de los animales que aún no habían sido revisados se había mezclado con el grupo de los ya revisados. Por eso había uno más de los que la lista decía que debía haber.

¿Pero qué había que hacer ahora? Era posible que uno de los animales no fuera casher, y no tenía idea de cuál.

Entonces, como te imaginarás, llamó a su rav, el rabino Zalman Shimon Dworkin (1901-1985).

Luego de que el rabino Turk le explicara la situación, el rabino Zalman Shimon le dijo que como los animales estaban mezclados, la eventual falta de cashrut del animal no revisado se anulaba (battel) y no representaba un problema. Sin embargo, la costumbre en una situación como esa es eliminar a uno del grupo para simbolizar al no casher.2

Satisfecho con la respuesta, el rabino Turk siguió las instrucciones, eligió uno de manera aleatoria y lo eliminó. Satisfecho, fue directo al aeropuerto para tomar su vuelo.

Cuando llegó al aeropuerto, se encontró con otro de los matarifes, un jasid de Bobov que trabajaba con él. Como es natural, el rabino Turk le contó toda la historia.

El otro lo miró de manera burlona. “¿No sabes que podrías haberte dado cuenta de manera muy sencilla de cuál se trataba con sólo mirar las etiquetas?”, preguntó.

Además de las etiquetas adhesivas, la planta tenía un sistema por el cual a cada animal le correspondía un código de barras único. Sólo los animales que habían pasado por todo el procedimiento se ingresaban al sistema. Entonces, todo lo que el rabino Turk tenía que hacer era ver qué animal tenía un código de barras que no estaba en la lista.

El otro hombre decidió volver al frigorífico para desechar el producto no casher. Después de todo, ¿cómo iba a dejar que un animal que quizás no fuera casher se vendiese como tal?

Menos de una hora más tarde, regresó al aeropuerto. Fue hacia el rabino Turk y le dijo: “¡Tu rav hace milagros! ¡Me fijé en todas las etiquetas, y la que no estaba en la lista era la del que tú habías descartado!”.

Esa es la historia. Y si bien puede ser la excepción a la regla, es cierto que deja en claro la cuestión fundamental que uno debe entender cuando le hace una pregunta a un rav.

Como preguntarle a un rav es parte del sistema de Di-s, él ratifica cualquier decisión que tome el rav. Si el rav dice que la comida es casher, entonces es exactamente así. Confiamos en que, siempre que el rav siga los lineamientos de la Torá, su decisión estará respaldada por Di-s.

Lo que diga será la respuesta correcta para tu alma.

Se pone aún más profundo. Más o menos.

Pero antes, otra historia. (¿A quién no le encantan las buenas historias?).

Este es un relato del Baal Shem Tov.

Un día un hombre vino hasta él con una pregunta muy importante. Había estado en una corte judía por una disputa monetaria. Luego de revisar el caso, el rav que presidía la corte estableció que el hombre estaba obligado a pagar. Había perdido el juicio.

Le dijo al Baal Shem Tov que no estaba molesto con el veredicto, sino que estaba confundido. Sabía, en lo profundo de su corazón, que no debía ese dinero. Las acusaciones contra él eran falsas. Pero también sabía que el rav había seguido todas las leyes de la Torá y había fallado con justicia en su contra. ¿Cómo podía la Torá de la verdad respaldar un veredicto que era falso e injusto en sí mismo?

El Baal Shem Tov escuchó su pregunta, se acarició la barba durante un minuto y le dijo la respuesta.

“Tu alma”, dijo el Baal Shem Tov, “en realidad le debía dinero de una vida pasada al alma de aquel hombre. Desafortunadamente, falleciste sin poder saldar tu deuda. Entonces fue decretado que en esta vida, mientras estuvieras de vuelta en la tierra, estarías obligado por la Torá a pagarle el dinero que le debes. Pero no puedes deberle dinero a él en esta vida, porque de ser así no contaría por tu vida anterior. Es sólo porque realmente no le debes nada que el dinero que le has dado puede saldar la deuda de tu encarnación anterior”.

Bastante loco, ¿no?

Entonces el veredicto de un rav, que se basa en los métodos de la Torá, no es sólo una decisión sobre esta vida, sino que es justicia que trasciende las limitaciones de un cuerpo o un plano de la existencia.

Entonces, ¡¿qué estás esperando?! ¡Ve y encuentra tu rav!