Él todavía tiene siete años. Todavía recibe los cuidados especiales que le encantan y la atención extra que disfruta por parte del consejero en el que confía. Todavía abusan de él. Disfruta de ciertos masajes de espalda… y luego hay más. ¿El consejero quiso hacer lo que hizo, o fue un accidente? Hay confusión. El niño de siete años cede porque tiene miedo de decir no de repente. Día a día, el abuso continúa y aumenta. Aunque parece una persona de 30 años, todavía tiene siete, todavía le tiene terror a confiar, porque implica predisponerse al engaño.
Ella todavía tiene cinco años, y su hermano mayor todavía la retiene y le hace lo que tiene ganas. Ella todavía escucha las pisadas del resto de la familia, que camina en la sala de estar que está arriba y no puede protegerla de lo que sucede justo debajo en el sótano. Puede parecer una mujer de 55 años ahora, pero cada vez que escucha gente que camina en el piso de arriba, todavía la están violando.
El trauma y el cerebro
A menudo, personas que tienen buenas intenciones no pueden entender por qué tantos sobrevivientes de abuso no pueden “superarlo y ya”. Sin embargo, cuando uno entiende los mecanismos del cerebro y la manera en la que almacena y recupera recuerdos, las cosas se vuelven más claras.
Las experiencias traumáticas quedan codificadas en una parte primitiva de nuestro cerebro, la amígdala cerebral, que se pone de manera automática en “modo avión” cuando la detona cierto estímulo, incluso décadas más tarde.
La parte más baja de nuestro bulbo raquídeo, a diferencia de nuestro lóbulo frontal, no tiene el nivel de sofisticación necesario para poder notar la diferencia entre los detonantes que indican peligro real y los que no. Pasos en el piso de arriba, o incluso un lugar o una comida en particular, pueden provocar una respuesta automática que inunda el cuerpo de terror, porque esos estímulos tienen conexiones neurológicas con el acercamiento del abusador.
¡A los sobrevivientes de abuso les encantaría poder seguir adelante con sus vidas! ¿Por qué alguien querría sentirse encerrado en la depresión, el estrés post traumático, los desórdenes disociativos, los trastornos alimenticios, las adicciones y la ansiedad? Por desgracia, estos son los diversos síntomas que pueden manifestarse en los sobrevivientes de abusos.
Tratamiento y apoyo
Como el trauma reside en la mente, el cuerpo y el espíritu, puede ser en extremo difícil recuperarse de sus efectos. Sin embargo, avances recientes en imágenes funcionales de resonancia magnética (fMRI) han demostrado la neuroplasticidad incluso de la parte inferior del cerebro, lo que prueba de manera fisiológica lo que nuestros textos judíos siempre han dejado claro: aunque difícil, es posible una curación real.
Entonces, ¿cómo podemos ayudar?
En primer lugar, es importante que los sobrevivientes reciban el tratamiento que necesitan. Los expertos clínicos que conocen bien las modalidades más efectivas de tratamiento para curar el trauma pueden ayudar mucho a los sobrevivientes en proceso de recuperación.
Pero no necesitas un título avanzado en psicología para estar disponible para alguien que sufre. La simple conciencia de cómo a los sobrevivientes los persiguen recuerdos recurrentes y de cómo tratan de evitar ciertos detonantes puede ayudarte a responder con mayor entendimiento y compasión. En la Ética de los padres (2:5), nos alientan con sabiduría a no juzgar a las personas si no hemos estado en su situación.
Estos son algunos ejemplos de cosas que en general es bueno decir (si se dicen desde el corazón):
● Lamento que te haya pasado esto.
● Si alguna vez quieres hablar, estoy aquí para escucharte.
● Me importas.
● ¿Qué puedo hacer para ayudarte?
● No sé qué decir.
Prevención y protección
Sabemos que el 95% de los abusos sexuales se pueden prevenir con educación, así que hay que seguir enseñando con calma y claridad a los niños pequeños cómo estar atentos a comportamientos inadecuados y cómo responder. Si somos proactivos, es poco probable que la intuición de un niño sea desarmada con facilidad por personas con malas intenciones.
Todavía existe el mito muy difundido de que los depredadores parecen siniestros, cuando en general se esfuerzan mucho por parecer tan agradables y altruistas —y a veces aun más— como la mayoría de la gente. Los niños deben aprender que incluso la gente que es amable de muchas maneras puede a veces escuchar su ietzer hara (su inclinación malévola), y deben asegurarse de contarle a un adulto de confianza si ocurre cualquier comportamiento inapropiado.
Como adultos, debemos saber que aunque el delito haya prescrito y el responsable del abuso ya no pueda ser procesado por un caso en particular, aun así el delito debe ser denunciado a las autoridades civiles. Si el responsable sigue vivo y no está preso, es probable que siga abusando de niños. En muchos casos, informes de décadas anteriores han ayudado a arrestar a abusadores en actividad.
El alma pura
El abuso sexual es un tipo de abuso particularmente invasivo, porque destruye la inocencia. Lo que ha sido robado no puede ser devuelto. La profanación, sin embargo, no puede alcanzar los niveles más profundos del alma, la parte infinita de uno que siempre está conectada con Di-s. Para protegerse, el núcleo interno de un sobreviviente puede haberse escondido. Envuelta y atrapada por el miedo, la luz del alma puede parecer oscurecida, pero debajo de todas las capas protectoras aún brota una luz de una belleza única, llena de energía divina que es tan pura y radiante como nunca. Nuestro reconocimiento de esto, combinado con paciencia y dedicación, puede ayudarnos a dar una mano a todos aquellos que siguen sufriendo.
Como todos los demás, los sobrevivientes de casos de abuso buscan ser amados. Y su luz única, que se ha nublado, aún busca brillar.
Escribe tu comentario