El judaísmo cuenta con plegarias para decir en cada ocasión.

Pero algunos rezos que dicen las mujeres ofrecen un camino distinto para comunicarse con lo Divino. A continuación, siete asombrosas plegarias que pueden ayudarnos a las mujeres a alcanzar nuevos niveles de autoconciencia y a forjar una conexión aún más fuerte con Di-s.

Hechas según la voluntad de Di-s

Birkat Hashajar, o los “rezos matutinos”, son una serie de rezos cortos que se suelen decir al levantarse a la mañana, en los que agradecemos a Di-s que nos permita despertarnos y recibir un nuevo día.

Introducidas en todos estos rezos especiales, las mujeres judías1 pronunciamos una hermosa plegaria: Bendito eres, Di-s, nuestro Señor, Rey del Universo, por haberme hecho según tu voluntad. Es una expresión de confianza absoluta en el Todopoderoso, que creó a las mujeres como “coronación de la Creación”.

En el judaísmo, se considera que las mujeres estamos dotadas de una espiritualidad innata. Mientras que los hombres necesitan de una amplia red de mitzvot y obligaciones religiosas para sentirse cerca de Di-s, las mujeres no necesitamos de ese tipo de apoyos. Está en nuestra naturaleza cuidar y ser espirituales, las cualidades más importantes para el pensamiento judío. Entonces, en lugar de agradecer a Di-s por darnos herramientas para acceder a una espiritualidad más elevada, este rezo nos permite hacer una pausa y agradecerle por algo aún más grande: el habernos dotado de un sentido innato de santidad. Esta bendición también nos recuerda usar la cualidad divina que nos dio Di-s para cuidar y alimentar a los demás a lo largo del día.

Recibir el shabat con rezos

Arte de Yoram Raanan
Arte de Yoram Raanan

Mi momento favorito de la semana empieza unos momentos antes del comienzo del shabat, los viernes por la tarde. Como en la mayoría de los hogares judíos, el trabajo no se detiene durante la semana laboral; los viernes, ese ritmo se intensifica aún más. Al final, mi hija y yo nos reunimos en el comedor, listas para recibir el shabat con nuestros rezos.2

Primero, ponemos dinero en la caja de tzedaká que está cerca de nuestras velas de shabat; esto ayuda a que nos elevemos y a que recordemos las personas amables y solidarias que esperamos ser. Al encender las velas de shabat, cerramos los ojos y traemos la luz hacia nosotras, para acercar de manera simbólica la santidad del día de descanso. Luego, con los ojos todavía cerrados, pronunciamos con cuidado esta plegaria imperecedera: Bendito eres, Hashem, nuestro Di-s, Rey del universo, que nos santificas con tus mandamientos y nos has ordenado encender la luz del shabat.

Luego, mientras seguimos inmersas en la santidad del momento, decimos las plegarias adicionales. Pedimos por la recuperación completa de las personas enfermas de nuestra comunidad; rezamos por el bienestar de los demás; y le pedimos a Di-s que bendiga nuestro hogar y a nuestros seres queridos. En esos momentos preciosos me siento reflejada en las generaciones de mujeres que han pronunciado esas palabras y encendido esas velas de shabat antes que yo, que se remontan miles de años hasta los tiempos de nuestras matriarcas: Sara, Rivká, Rajel y Leá.

Hacer jalá con plegarias

Arte de Raiza Malka Gilbert
Arte de Raiza Malka Gilbert

Si bien no todas las mujeres judías preparan jalá cada semana, amasar jalá es una manera hermosa y reconfortante de conectarnos con generaciones de mujeres que vinieron antes que nosotras, con las mujeres que trabajamos para hacer que el shabat en nuestra familia sea completo y significativo.

Hacer jalá es también una oportunidad para infundir plegarias en nuestro pan. Muchas mujeres rezan mientras mezclan los ingredientes, abren sus corazones a Di-s, le hacen pedidos o recitan los Salmos. En mi casa, cuando mezclo la levadura y el agua con la harina, los huevos, el aceite, el azúcar y la sal, es mi momento para hablar con el Todopoderoso, de pedirle que toda mi familia disfrute de un shabat lleno de paz.

También nos encontramos con una oportunidad adicional: la hermosa mitzvá de hacer una bendición al separar la jalá.3 Como en otros aspectos de la vida, en los que no somos libres de usar todo lo que nos ha dado Di-s, sino que se nos ordena compartirlo y ayudar a otros, también esto sucede con la jalá: se reserva una pequeña porción para otro uso. En los días del Templo, esta porción se le hubiera dado a los coanim que trabajaban en el Templo; hoy, la porción que separamos se quema.

Luego de mezclar todos los ingredientes y hacerlos una masa, rezamos: Bendito eres, Hashem, nuestro Di-s, Rey del universo, que nos has santificado con tus mandamientos y nos ordenaste separar la jalá. A continuación separamos una pequeña porción de masa.

Despedir el shabat

Arte de Sarah Chaya Elisha
Arte de Sarah Chaya Elisha

En algunas familias, se dice una plegaria especial al final del shabat, justo antes de la ceremonia de Havdalá que marca el final de la festividad semanal. Así como las mujeres traen el shabat al hogar judío, algunas mujeres4 tienen la costumbre de pronunciar estos rezos cuando el shabat se va.

El rezo está escrito en ídish, la lengua tradicional de los judíos de Europa del Este. A medida que recito estas hermosas palabras, para “que la próxima semana nos traiga la fe perfecta… amor y cariño para los buenos amigos, cariño a (nuestro) Creador”, y también otros rezos, siento que soy parte de una cadena de mujeres judías que se remonta a innumerables generaciones, todas deseosas de paz, amor y cosas buenas para sus familias y sus comunidades.

Concluyo con un deseo eterno: “Que esta semana traiga dulzura, buena fortuna, bendiciones, éxito, buena salud, riqueza y honor; y para los niños, vida y alimento; para nosotros y para todo Israel. Amén”. Me siento con energías renovadas, lista y esperanzada para afrontar la nueva semana.

Ritual de las buenas noches

En muchos hogares, son las mujeres las que suelen arropar a los niños a la noche. Esto nos da una hermosa oportunidad para pronunciar con nuestros hijos una de las plegarias centrales, el Shemá, que ha conectado a incontables generaciones de judíos con lo Divino: Escucha, Oh Israel, Di-s es nuestro Señor, Di-s es Uno. Es una lección poderosa para compartir con nuestros hijos; al final del día, Di-s es nuestra compañía y ayuda más constante en la vida.

No hace mucho tiempo, el poder de recitar estas palabras eternas con nuestros hijos salvó a niños judíos de crecer en orfanatos católicos y les permitió volver a conectarse con su comunidad judía. Al final de la Segunda Guerra Mundial, el rabino Yosef Shlomo Kahaneman viajó a Europa en busca de niños judíos cuyos padres, desesperados, los hubieran enviado a conventos y orfanatos católicos. Los curas y las monjas protegieron a estos niños y les salvaron la vida, pero a costa de su identidad judía; cuando el rabino preguntaba si había algún niño judío en sus instituciones, insistían en que no. En lugar de marcharse, el rabino Kahaneman se dispuso a recitar el Shemá Israel, hecho que se hizo famoso. En cada lugar, los niños judíos recordaban cómo sus padres solían arroparlos a la noche con esas palabras. “¡Mamá, mamá!”, exclamaban los niños judíos, que recordaban cómo sus madres los arropaban con dulzura y susurraban esta eterna declaración judía junto con ellos.

Pensar en los demás en momentos importantes de la vida

Arte de Alyse Radenovic
Arte de Alyse Radenovic

Una hermosa costumbre en el judaísmo es que en algunos de los momentos más importantes de la vida pensamos en los demás. Nosotras, las mujeres judías, reconocemos que estamos en momentos intensos en términos espirituales, y entonces rezamos. Rezamos por nosotras, por nuestra felicidad futura y por la de los demás.

Muchas novias judías recogen los nombres de amigos y otras personas que necesitan una bendición, y en los momentos sagrados previos a la jupá, usan ese momento intensamente espiritual para rezar por la salud, por la recuperación de los enfermos y para que otros también encuentren pareja pronto.

Durante el parto, algunas mujeres rezan por ellas, por sus bebés, por sus familias y por otros.

Sumergirse en el baño ritual

Cada mes, es tradición que las mujeres judías visiten una mikve, un baño ritual judío, una semana después de su última menstruación. Las plegarias que recitamos en medio del mikve son únicas. Este es el escenario en el que estamos en mayor sintonía con el mundo natural, rodeadas de “aguas vivientes” —aguas nutridas por la naturaleza mediante la lluvia—, que nos recuerdan que todo lo que tenemos viene directamente de Di-s. Nos sumergimos en las aguas de la mikve y después recitamos: Bendito eres, Hashem, Di-s nuestro, Rey del universo, que nos has enviado a sumergirnos (en la mikve). Luego nos volvemos a sumergir dos veces en sus aguas puras.

Entonces, mientras seguimos en las cálidas aguas de la mikve, es costumbre tomarnos un momento para conversar en privado con Di-s, pedirle que nos bendiga a nosotras y a nuestras familias, y realizar cualquier pedido personal que queramos hacerle. Es un momento intensamente sagrado: un momento propicio para revisar nuestra relación con Di-s y rezar.

Estos son sólo algunos de los momentos especiales que las mujeres judías históricamente hemos utilizado para ir más allá de los límites de la vida cotidiana. Infunden santidad en nuestras vidas y nos acercan un poco más, a nosotras, a nuestras familias y comunidades, y a la chispa divina que todos buscamos en lo más profundo del alma.