Pregunta:

Anoche tuve una discusión con un amigo sobre unas clases que tomo. Él decía que uno no debería estudiar la cabalá hasta los 40 años. ¿Es verdad? Y de ser así, ¿cómo puede ser que tantos rabinos y organizaciones educativas judías, incluido su propio sitio web, no parezcan preocuparse por ello?

Respuesta:

Entendamos primero a qué aludía tu amigo.

Luego de dedicar cuatro capítulos a los conceptos místicos del Creador y su creación (“Masé Merkavá” y “Masé Bereshit”), el Rambam concluye: “Sostengo que no es apropiado que una persona pasee por el Pardes (literalmente: ‘huerto’, en referencia a las enseñanzas esotéricas) hasta no haber llenado su estómago de pan y de carne. Con ‘pan y carne’ me refiero al conocimiento de lo que está permitido y lo que está prohibido, y cuestiones similares con respecto a otras mitzvot”.1 En otras palabras, uno no debería aprender los secretos místicos de la Torá hasta no haber dominado el nivel revelado de la Torá.

Del mismo modo, rabí Shabetai ha-Kohen (conocido por su acrónimo, el “Shaj”), un comentarista del Código de la Ley judía del siglo XVII, escribe: “Hay quienes dicen que uno debería esperar hasta tener 40 antes de aprender cabalá, porque en la Mishná dice: ‘cuarenta es la edad de la sabiduría’”.2

Esta es la base de la idea de limitar el estudio de la cabalá a los estudiosos mayores, consumados.

Sin embargo, si leemos con atención las palabras del Rambam dentro de su contexto, notaremos que: (a) él nunca dijo que uno no debiera aprender misticismo alguno (sino que escribe que uno debería hacerlo de la manera adecuada); y (b) las enseñanzas esotéricas sobre las que nos alerta no son necesariamente la cabalá clásica.

También habría que destacar que gran parte de la “cabalá” que se enseña hoy es una forma sintetizada que no tiene los mismos problemas que la cabalá pura.

Permíteme desarrollarlo.

El Rambam y pasear por el Pardes

La cita del Rambam antes mencionada está al final de los cuatro capítulos de su “Leyes de los fundamentos de la Torá”, que es la primera sección de su exposición sobre la Ley judía, el Mishné Torá.

Para abrir estas leyes, afirma: “El fundamento de todos los fundamentos y el pilar de la sabiduría es saber que hay un Ser Primario que dio vida a toda la existencia”. Luego pasa a destacar que es obligatorio “amar y temer a este glorioso y asombroso Di-s”3 , contemplar la grandeza de Di-s y sus asombrosas creaciones.

El sólo cuatro capítulos más adelante, luego de explayarse sobre una diversidad de conceptos místicos, cuando el Rambam dice para concluir que uno no debería “pasear por el Pardes” a menos que ya haya dominado la Torá revelada.

Esto, por supuesto, da lugar a una pregunta: ¿Cómo pudo el Rambam comenzar a escribir una obra que según él es para todo el mundo con información que es sólo para quienes ya han alcanzado cierto nivel? ¡La pregunta se complejiza cuando consideramos que el Rambam afirma que este conocimiento es necesario para cumplir con las mitzvot para conocer, amar y temer a Di-s!

Entonces es seguro decir que estudiar estos cuatro primeros capítulos no constituye “pasear por el Pardes”, sino meramente “echar un vistazo”. ¿Cuál es la diferencia? Quien “pasea” por los “huertos” de la Torá aprende sus secretos en gran profundidad y disfruta de sus misterios, pero tiene que tomar precauciones antes de aventurarse. Por su parte, quien sólo “echa un vistazo” al huerto sólo capta lo más básico de estos asuntos ocultos, cosa que el Rambam no sólo permite, sino que también exige.4 Por supuesto, comienza su codificación de la Ley judía con una introducción mística: ¡el sorbo de “vino” debería preceder al “pan y la carne”!

Escucha a los expertos en su área

Hay una regla general de que así como cuando tienes una duda médica le preguntas al profesional experto en el área correspondiente, también cuando se trata de la halajá hay que seguir a los expertos. Podemos ver un ejemplo de esto en las disputas entre los sabios talmúdicos Rav y Shmuel. Si la disputa gira en torno a lo que está permitido o prohibido, la halajá sigue a Rav, mientras que si tiene que ver con cuestiones de dinero, la halajá sigue a Shmuel,5 porque cada uno era un experto en su respectiva área.6

Del mismo modo, cuando tienes una pregunta sobre los aspectos místicos, más profundos, de la Torá, tienes que pedir la opinión de un “experto” en esa área.7

Así que aunque hemos hablado de la advertencia del Rambam con respecto a “pasear por el Pardes”, deberíamos señalar que un verdadero estudioso de la cabalá puede reconocer que el Rambam no se refería ni siquiera a la tradición cabalística, sino a un conocimiento metafísico de Di-s y de la creación.8 De hecho, según la mayoría, el Rambam no estaba familiarizado con la cabalá y nunca la había estudiado.9 Incluso quienes dicen que sí aprendió la cabalá dicen que no lo hizo sino hasta muy cerca del final de su vida.10

A la luz de esto, el renombrado rabí Eliahu de Vilna, conocido como el Gaón de Vilna o Gra, discrepa fuertemente tanto con el Rambam como con el Shaj sobre sus restricciones, y postula que no sabían lo suficiente sobre el tema.11 Él, por su parte, sostiene que no sólo está permitido estudiar la cabalá —sin ninguna restricción de edad—, sino que uno tiene la obligación de estudiarla.12

También ten en cuenta que algunos de los maestros de cabalá más importantes, como el Arizal y rabí Moshé Jaim Luzzatto (Ramjal), ¡ni siquiera llegaron a los 40 años!

Aprender cabalá hoy

Rabí Jaim Vital escribe en nombre de su maestro el Arizal que aunque en generaciones anteriores las enseñanzas de la cabalá se mantuvieran escondidas y fueran estudiadas sólo por unos pocos elegidos, hoy no sólo tenemos permitido estudiar la cabalá, sino que también tenemos la responsabilidad de difundirla y enseñarla.13

¿Por qué aprender los aspectos más internos de la Torá es tan importante hoy en día? La respuesta es doble:

a) Los rabinos escriben sobre el tremendo decaimiento de las últimas generaciones. Somos como una persona en una hibernación profunda o en un coma, que no es consciente de la santidad de Di-s y de la Torá, y está desconectada de ellos. Además, el mundo en su totalidad ha descendido a una oscuridad espiritual mucho más profunda. Bajo tales condiciones, el único antídoto es dar rienda suelta al poder de la luz interior de la Torá.14

b) Como expusieron ya el Zohar,15 el Arizal,16 el Baal Shem Tov17 y el Gaón de Vilna,18 entre muchos otros, aprender las enseñanzas internas de la Torá es una preparación crucial para la llegada del Mashíaj y la redención final.

¿No hay precauciones que tomar?

Aunque hemos discutido por qué está permitido aprender los aspectos místicos de la Torá, aún necesitamos referirnos a por qué las generaciones pasadas se cuidaron tanto de estudiar la cabalá.

Una razón es que ha habido instancias en la historia judía, incluso relativamente recientes, en las que el mal uso de la cabalá tuvo consecuencias desastrosas para el pueblo judío. Por ejemplo, hace unos 350 años un judío muy errado llamado Shabetai Tzvi se autoproclamó Mesías basándose en malas interpretaciones de la cabalá. Para el momento en que se probó que era un fraude, ya había provocado gran sufrimiento material y espiritual a una buena parte de los judíos.

El peligro de la Cabalá recae en su interpretación errada. El propio Baal Shem Tov advirtió sobre el aprendizaje profano de la cabalá pura sin la explicación jasídica.19 Aquí es donde entra el jasidismo, que si bien se basa en gran parte en la cabalá, la expresa de forma sintética y accesible, lo que mitiga la posibilidad de malinterpretarla.

La importancia de aprender del jasidismo no puede ser subestimada, como se evidencia en una visión del Baal Shem Tov referida a la redención venidera:

En Rosh Hashaná del año 5507 (1746), hice un juramento (cabalístico) y elevé mi alma… Vi cosas maravillosas en una visión, que no se parecían a nada que hubiera visto jamás desde que mi mente comenzó a despertar… subía de nivel en nivel hasta que entré en el Palacio del Mesías… Le pregunté al Mesías: “¿Cuándo vendrás, Maestro?”. Y me contestó: “Esto debería bastarte para saberlo: habrá un tiempo en el que tus enseñanzas sean divulgadas y reveladas al mundo, y tus manantiales habrán manado hacia el exterior…”.20

¡Que suceda pronto en nuestros días!