Todos los días anochece, y todas la mañanas sale el sol.

No nos sorprendemos por eso, ni nos llama la atención en absoluto.

Me imagino la sorpresa de los egipcios cuando esperaban el amanecer pero seguía oscuro, pasaban las horas y la oscuridad se hacía cada vez más intensa durante la octava plaga.

Durante tres días Egipto se sumió en “una oscuridad tangible y paralizante”.

Los ciclos de luz y oscuridad nos permiten acomodarnos, adaptarnos, descansar. La vida es naturalmente cíclica, tenemos temporadas de abundancia y temporadas de estrechez, días alegres y días tristes, momentos de dicha y momentos de dolor.

Podemos superar los momentos malos, por que sabemos que eventualmente se revertirán. El problema es cuando esperamos que llegue la luz y la oscuridad se profundiza, cuando creemos que tocamos fondo y un nuevo abismo se abre. Ahi empezamos a zozobrar, a paralizarnos, a perder el eje.

Los momentos pasajeros de llanto y angustia son necesarios para poder apreciar la luz, pero cuando dejamos que esta oscuridad nos atrape y creemos que es eterna, nos paralizamos, nuestra cabeza deja de funcionar racionalmente, nuestras emociones se desbocan, pensamos que nunca saldremos de la oscuridad.

Incluso en plaga solo fueron tres días oscuros, despues volvio la luz. Siempre se sale.

Nota: Si sientes angustia, ansiedad y depresión en forma crónica, es muy importante acudir a un profesional de la salud mental, ya que hoy en día se puede regular y vivir plenamente.

¡Shabat Shalom!

Rabino Eli Levy