El ángel de Di-s apareció en el corazón de un fuego en los adentros de una zarza. Él (Moshe) miró y vio que el arbusto estaba incendiándose pero el mismo no se consumía. Dijo, “Debo ir (de aquí para allí) y ver por qué…” (Shemot 3:2-3) En los adentros de una zarza: Di-s se reveló en un arbusto para enseñarle a Moshe que Di-s está en todas partes, incluso en una zarza. Los molestos y dañinos cardos del arbusto, simbolizan la maldad. Así es que Di-s le enseñó a Moshe que Él está presente en todo, incluso en la maldad.
Esta creencia es esencial para poder combatirla. …El arbusto no se consumía: Alegóricamente, el bajo arbusto espinoso simboliza al hombre simple y sincero, mientras que la gente estudiosa y exitosa son como árboles frutales prodigiosos. Aunque el hombre simple sea inferior en temas de logros, su incesante deseo por Di-s nunca se consume; en este sentido, son espiritualmente superiores a aquellos que pueden estar justamente satisfechos con sus logros y por lo tanto propensos a la complacencia.
Al aparecerse a Moshe en una zarza ardiente, Di-s le indicó que para poder ser un verdadero líder y redimir a su pueblo, tendría que reconocer el intrínseco valor de una persona simple. Para poder recibir la Torá, que une al hombre finito con el Di-s infinito, Moshe tendría que apreciar y enseñarles a los otros a apreciar el anhelo no correspondido hacia Di-s que solo un hombre simple demuestra tan elocuentemente. Porque Di-s es infinito, no importa qué tan espiritualmente consumados seamos, siempre habrá reinos inexplorados que tendremos que atravesar en nuestro recorrido hacia Él.
Una verdadera apreciación por la naturaleza infinita de Di-s y Su Torá está entonces reflejada en nuestra apreciación y deseo de emular la insaciable sed por Di-s evidenciado por los analfabetos. Moshe entendió esta insinuación y la aplicó inmediatamente en él. Sin sentirse satisfecho con todos sus logros espirituales previos, estuvo dispuesto a abandonar todas sus preconcebidas nociones de la realidad para poder comprender la anomalía del arbusto ardiente. Dijo, “Déjame voltearme desde donde estoy para poder acercarme ahí”. En respuesta, “cuando Di-s vio que él se había dado vuelta para mirar, Él lo llamó desde adentro del arbusto” “Déjame voltearme desde donde estoy para poder acercarme allí”: La aspiración implícita en las palabras de Moshe es la fundación de toda relación con Di-s. Es lo que nos hace humanos, seres que aspiran a ascender y trascender tanto en profundidad intelectual y en auto refinamiento espiritual. Nos permite acceder a nuestros potenciales innatos e infinitos.
Al mostrarle a Moshe una zarza ardiente, Di-s también le estaba revelando otro aspecto de la naturaleza infinita de la Torá. Moshe sabía que, espiritualmente, abandonar las trabas de Egipto significaría trascender la realidad limita y conectarse con la infinidad de Di-s. Pero él asumió que si alguien experimentaría el fuego infinito del anhelo de Di-s, se consumiría, ya que una experiencia de tal magnitud tendría que lógicamente ser más de lo que un ser infinito pueda soportar.
Por el otro lado, también asumió que aquellos que sucumben al fuego de la pasión y placer por indulgencias terrenales también sería consumido por el mismo. Establecer una relación inquebrantable con Di-s parece dirigir a absurdas consecuencias: el justo tendría que abandonar este mundo y el malvado estaría encerrado en su maldad. Di-s por lo tanto le mostró a Moshe la zarza ardiente que no se consumía. La Torá que él recibiría y transmitiría a su pueblo posibilitaría al hombre recto a equilibrar su éxtasis con la devoción hacia el propósito de Di-s aquí en la tierra. También revelaría el potencial divino infinito dentro de la gente más perversa, permitiéndoles re enfocar sus vidas en cualquier momento y transformar su fuego mundano en fuego sagrado.
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