El hijo del Maguid de Mezritch, Rabi Abraham, el ‘malaj’- ángel en hebreo- viajó a la ciudad donde vivía su suegro, para visitarlo. Vinieron a recibirlo los grandes eruditos de la localidad.

Cuando Rabi Abraham ingresó al salón donde se encontraban, en lugar de acercarse a los ilustres ciudadanos, se dirigió a la ventana. Allí permaneció durante un largo tiempo, observando una alta montaña que se veía en el horizonte. Todos aguardaban que se dirigiera a la congregación y dijera algunas palabras.

De pronto, uno de los concurrentes, que era un joven estudiante de Torá- perteneciente a una prestigiosa familia, y que se ufanaba de su condición- no se contuvo y dijo: “Rabí, ¿por qué mira con tanta intensidad la montaña, que no es otra cosa que un bloque de polvo?”

Respondió el ‘Malaj’: “Es exactamente lo que me preocupa; ¿Cómo un bloque de simple polvo puede elevarse tanto hasta convertirse en una montaña…?”