Una de las preguntas más frecuentes que recibo es sobre el término “Judío”. La palabra Judío es un derivado del nombre de Judá, el cuarto hijo de Yaakov, por lo que llamar a alguien con ese nombre implica que esa persona es descendiente de esa tribu en particular. Sin embargo, es bien sabido que

Yaakov tuvo doce hijos, los cuales fueron antecesores de nuestra gran nación. Entonces, ¿por qué toda la nación Israelita es conocida como “Judíos?

Quizás la pregunta se puede aclarar analizando al primer individuo que fue denominado como Judío: “Había un hombre Judío en la capital de Shushán, que se llamaba Mordejai, hijo de Yair…un Benjamita” (Ester 2:5). Si, el primer “Judío” era de la tribu de Biniamin.

Un estudio objetivo de la historia de Purim revela que el episodio espantoso era claramente evitable. Todo el incidente fue el resultado de la adhesión obstinada de Mordejai a un código de conducta que era claramente anticuado e inadecuado para la época. ¿Cómo pudo poner en peligro de extinción a su nación por menospreciar al ministro favorito del rey?

Mordejai sin embargo, pensó de otra forma, y tenía un famoso precedente sobre su “tontas” acciones. Varios años antes, un poderoso gobernante Egipcio, quiso tomar a su ancestro, Biniamin, como esclavo. Su hermano Yehudá, no pudo escuchar tal posibilidad. Él ignoró completamente el protocolo real, y enojado se acercó a poderoso gobernante, ignorando que era su hermano Iosef, y demandó la liberación de Biniamín.

Yehudá es la encarnación de los israelitas exiliados que deben caminar por la cuerda floja: Si bien debe vivir en paz con sus vecinos, cumplir con la ley y las costumbres de la tierra, y “orar por la paz del régimen”, tiene el valor de sus convicciones para enfrentar todos los poderes establecidos con el fin de defender sus ideales. “¡Sólo nuestros cuerpos fueron enviados al exilio, no nuestras almas!”

Mordejai “el Judío”, era un orgulloso alumno de su tío abuelo Yehudá. Él sabía sobre la Ley de la Torá que prohíbe inclinarse a Hamán, y para él esa era la palabra final. Ninguna de las acciones de Yehudá y Mordejai causaron daño.

Por ejemplo: Mordejai implantó este sentido de orgullo en los corazones de las masas. Cuando Hamán hizo su decreto, ningún Israelita consideró abandonar su religión para así salvarse de la muerte. En ese momento, todos nos convertimos en “Judíos”.

La Meguilá es el primer lugar en donde nuestra nación, como un todo, se nos reconoce como Judíos.

El nombre quedó. Porque continuamente luchamos contra enemigos que quisieron imponerse ante nuestra relación con Di-s. Una y otra vez le fuimos fieles a Di-s ganándonos el nombre de Judíos, a través de mares de sangre y lágrimas.

El gran relato de la historia concluye en forma similar a la historia de Purim: estamos aquí para contar la historia y ellos no … La alegría de Purim es mayor que cualquier otro día de fiesta, porque cuenta la historia de la nación, que nunca permitió que su alma sea encadenada, la historia del Judío.