Cuando en las noticias se reporta de alguien siendo acusado en algún tipo de crimen de guante blanco. Espero que anuncien el nombre del acusado. ¿No es judío? Doy un suspiro de alivio.
Siempre que un judío, especialmente un judío religioso, aparece en las noticias por ser deshonesto, acusado de algún crimen u otro mal comportamiento, se me encoje el corazón y me siento ultrajada en el centro de mi alma colectiva judía.
Tal vez deriva de la Parashá de esta semana, Emor, cuando Di-s encomienda al pueblo judío la tarea de santificar su nombre aquí en la tierra.
Una manera de lograrlo es actuar de una forma que genere que otra gente venere a Di-s.
Esto se llama Kidush Hashem (“santificación del nombre de Di-s”).
Al asumirnos y siendo el ejemplo vivo de santidad, es como si fuera que nos transformamos en emisarios directos de Di-s.
Tristemente, sin embargo, lo contrario también es verdad, cuando actuamos de manera imprudente e hipócrita, eso se llama Jilul Hashem (“profanar el nombre de Di-s).
¿Defendiendo a Di-s?
Suena a una orden muy elevada esta de, “santificar el nombre de Di-s”.Además se nos dice que “el honor de Di-s está en juego”. ¿Cómo es posible que simples mortales puedan generar algún efecto en el ser infinito y perfecto de Di-s?
El pueblo Judío –y el mundo en general- han sido testigos de la destrucción de las civilizaciones más poderosas de la tierra, junto con la caída (literalmente) de sus varios dioses.
El Di-s que redimió al pueblo judío, trajo las plagas, dio vuelta la naturaleza existente, partió el mar, etc.
Esto debía ser un nuevo paradigma en el entendimiento hacia nuestro creador.
¿Cómo podría una deidad como esta, necesitar que un ser mortal santifique su nombre? ¿Cómo podía una deidad así, en cualquier circunstancia “necesitar” algo?
Además, este comando llega en un tiempo que el pueblo judío recién salía de Egipto.
Si yo hubiera estado ahí, me imagino mi propia reacción.
“¿En serio? ¿Yo tengo que ser tu emisario y dejarte bien parado?
Fui un esclavo toda mi vida.
Como debe saber, Di-s, tengo estrés post-traumático, mi autoestima está hundida, y mi niño interno está herido hasta la medula.
Sin ánimo de ofender, Di-s, pero tus expectativas son completamente irreales.”
¿Qué te enciende?
Una posible respuesta yace en la primera palabra de nuestra Persaha, Emor, significa “Háblales”.
Di-s le dice a Moisés, háblales a los Kohanim (sacerdotes), dales instrucciones para sus hijos. Rashi (el gran exegeta medieval) explica, que encriptado en está oración hay una advertencia, de educar a nuestros hijos.
La palabra en hebreo para advertir Lehizaher está relacionada con la palabra Zohar, que significa luz,
Anticipándose por miles de años a la idea que cualquier libreo de educación parental espiritual actual nos quiere transmitir, la Torá nos ayuda a entender que educar a un hijo es “encenderlo desde adentro”.
No es coincidencia que usemos la pablara “iluminar” para compartir conocimiento.
El verdadero iluminismo, nos es solo adquirir conocimiento, en cambio se trata de ganar sabiduría, nuestra verdad divina.
Por lo tanto Moisés estaba “advirtiendo” a los sacerdotes que el proceso de educar hijos, no es relevante solo la bajada de información, sino la cultivación interna del carácter, para revelar la grandeza interior, porque la grandeza de la paternidad es edificar a un niño, y en el proceso, llenar al niño de luz.
No tanto a través de lo que enseñamos sino a través de como actuamos.
Como dice la célebre frase: “Haz lo que digo, pero no lo que hago” no funciona con niños.
Ellos imitan.
Y si vivimos de una manera que es un Jilul Hashem, no podemos esperar que ellos vivan de una manera que es Kidush Hashem.
No se trata solo de enseñar las palabras correctas, sino de enseñar con el ejemplo.
Similarmente, la esencia del pueblo judío es construir este mundo.
Todos los judíos, no solo los Kohanim, estamos encomendados con la sacra tarea de ser, líderes y farolas en este mundo, para ser una luz entre las naciones.
Toda esta gran responsabilidad recae en la manera que pensamos, hablamos y actuamos –porque nuestra mente, cuerpo y alma son parte del proceso de santificar el nombre de Di-s.
Entrando en la grandeza
¿Ok, pero por dónde empezamos? Es la responsabilidad de cada uno de auto-construirse. Cuando entendemos quienes somos, en nuestra esencia, cuando nuestro comportamiento es congruente con la realidad interior, entonces no podemos actuar de otra manera que no sea santificar el nombre de Di-s.
Por lo tanto, encarnar la santidad, honrar el nombre de Di-s, sería lo más natural y fácil del mundo. Pero, no es un juego de niños.
Todos somos hijos de Di-s, sin embargo, relacionarse con Di-s como un infante, que lo único que desea es “obtener” cosas, es una visión muy estrecha e infantil.
La enseñanza de Emor, es que Di-s nos invita a redefinir la relación.
Nos está abriendo la puerta para jugar en la cancha grande, de crecer. Cuando nos transformamos en los mismísimos socios de la Creación.
De otra manera, nos falta la capacidad de poder “santificar” o “profanar” el universo.
Incluso antes de ser liberados, ya recibimos esta lección.
Cuando Moisés fue encomendado con la tarea de dirigirse a Egipto y convertirse en adversario del faraón para liberar a la nación hebrea de la esclavitud, él se rehusó.
Argumentando que no era la persona apropiada para hacerlo, simplemente no era el candidato ideal. Como dice: “Oh, Di-s, puesto que yo no soy un hombre de palabras…. Soy de habla lenta, de lengua retardada…”
A lo que Di-s respondió: “¿Quién le ha puesto boca al hombre? ¿Quién hace al hombre tonto, sordo, con capacidad de ver o ciego? ¿No es acaso Di-s? ahora ve y Yo seré tu boca, y te diré que es lo que debes decir” (Éxodo 4: 11-12)
Conclusión: Si nos hallamos en cierta situación, hay una razón para ello.
No estaríamos ahí, de no ser que estaba predestinado, para hacer lo que estábamos destinados a hacer.
Entonces, tenemos que actuar, sabiendo que tenemos más fuerza de la que pensamos que tenemos, más habilidad y más poder del que nosotros mismos conocemos.
No siempre escogemos las situaciones, pero si elegimos la manera y perspectiva de actuar y manejar las situaciones.
Al darnos la Torá en el desierto, Di-s nos estaba liberando de, no solamente de la situación de esclavitud, sino asimismo de la esclavitud mental.
Que todos podamos abrazar la misión divina que nos fue encomendada para ser constructores e iluminadores, de vivir en el paradigma en el cual todo y todos están iluminados.
Internalizar y actualizar:
1. Muchos hablamos y nos expresamos en áreas donde es de la boca para afuera. Toma algunos ejemplos donde haces esto y marcalos. Ahora escribe algunas maneras prácticas donde puedes empezar a vivir auténticamente aquello que “si” crees que es positivo y verdadero.
2. Piensa en alguna situación en la cual sentías que no eras la persona indicada para el trabajo, pero que eras la “única” persona calificada para hacerlo e hiciste lo que debía hacerse.
¿Qué mensaje te deja eso? ¿Qué aprendiste de ti y de tus habilidades?.
3. ¿De qué manera se ve, tu propia versión de ti mismo “iluminado”? ¿De qué manera es “esa persona” diferente de la manera que te ves ahora mismo?
Enumera cinco formas de como puedes empezar a convertirte en esa versión “iluminada” de ti mismo.
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