Hacia el final de su vida, R. Iosef Itzjak, el sexto Rebe de Lubavitch, reunió a algunos de sus jasidim más antiguos y de mayor confianza y les dijo: “Estamos buscando a alguien que encuentre los méritos del Pueblo Judío y abogue por ellos”.1

Sólo después de que el Rebe aceptara el manto del liderazgo de Jabad, comprendieron plenamente el alcance y el significado de esa simple declaración.

Desde su primer discurso público, quedó claro que el Rebe buscaba hacer de Ahavat Israel —el amor incondicional y la aceptación del prójimo— la piedra angular de su incesante esfuerzo por sanar y revitalizar al Pueblo Judío tras los horrores del Holocausto.

R. Iosef Itzjak vio la necesidad, y el Rebe puso en marcha, un nuevo enfoque radical para elevar y activar al Pueblo Judío, enfatizando la felicidad por encima del juicio, la compasión ante la condena, y la plena participación por sobre la exclusión.

Con este fin, el Rebe se propuso lograr nada menos que una revolución a gran escala de los valores judíos utilizando los fundamentos del movimiento jasídico, que buscaba iluminar y activar el alma interior del Pueblo Judío.

Una profunda creencia en la inquebrantable presencia de una chispa redentora dentro de cada individuo llevó al Rebe a esforzarse constantemente por reconocer y amplificar cualquier punto de bondad que una persona pudiera poseer.

Esto se conoce como limud zejut, encontrar el mérito en los demás. Además de “juzgar a los demás favorablemente”, como exige la Mishná, 2 limud zejut significa literalmente “estudio del mérito de los demás”, lo que implica un esfuerzo consciente, concertado y creativo para descubrir los méritos, a menudo ocultos, de los demás y sacarlos a la luz.

Como veremos en los ejemplos que siguen, un sello distintivo del Sesgo de Positividad del Rebe era su obstinada insistencia en ver y destacar siempre lo bondadoso de los demás. De esta manera, ocupó su lugar en la ilustre línea de grandes líderes judíos que buscaron elevar y unificar al pueblo.

Recuerde el diez por ciento

Cierto vicepresidente de una importante universidad era conocido por ofrecer generosamente su tiempo en favor de la educación judía, que era uno de los intereses más profundos del Rebe.

En concreto, utilizaba su experiencia con la burocracia local para ayudar a las instituciones judías preparando las solicitudes necesarias para la financiación estatal y federal. A lo largo de los años, se sintió muy satisfecho al ver que numerosas escuelas e instituciones recibían la financiación necesaria gracias a sus esfuerzos.

Sin embargo, en algún momento empezó a notar una notable disminución de su índice de éxito. Tras investigar, descubrió que sus solicitudes ni siquiera llegaban a las oficinas federales. De hecho, eran marcadas y descalificadas regularmente por un funcionario judío del Estado que buscaba deliberadamente pequeños defectos en cada solicitud.

Un domingo por la tarde, mientras recibía un dólar del Rebe para caridad, describió brevemente la situación. De hecho, se agitó tanto en el transcurso de su relato que soltó: “En el pasado, cuando una persona se interponía en el camino del beneficio para el Pueblo Judío, nuestros líderes intervenían 'en lo Alto' para asegurarse de que no pudieran interferir más. Esto es lo que pido con respecto a ese funcionario...”.

El Rebe escuchó pacientemente y luego respondió: “Aunque uno considere que otra persona carece en un noventa por ciento de bondad y mérito, debe recordar, sin embargo, que aún mantiene un diez por ciento de virtudes positivas.” 3

Aquí el Rebe defiende a un individuo aparentemente indefendible afirmando que, por muy perverso que parezca, seguramente hay una parte en él que es honrada, y es esa realidad más interna, su verdadera esencia, en la que debemos centrarnos, conectar con ella y esforzarnos por revelar y activar.

Un área particular en la que el Rebe se negaba sistemáticamente a juzgar a otros judíos con dureza, porque se centraba en su esencia, era en relación con su nivel personal de observancia ritual. Esta voluntad de defender públicamente a aquellos judíos que, por cualquier razón, se habían alejado del cobijo de la ley judía, diferenció al Rebe de gran parte del liderazgo religioso predominante y del establishment.

Afortunadamente, a pesar de la enorme oposición a la que se enfrentó a lo largo de los años, hoy en día difícilmente se encuentre un segmento dentro de la comunidad judía ortodoxa que no haya adoptado, en una u otra medida, la actitud acogedora y sin prejuicios que él encarnó y defendió, transformando la inclusión en la norma.

Las siguientes historias dan testimonio de estas cualidades especiales que encarnaba y defendía el Rebe.

Todo cuenta

El Rebe recibió cierta vez una carta de un individuo que, en el curso de sus viajes, había encontrado algo que le disgustaba. Específicamente, estaba perturbado por un hombre en una comunidad lejana que iba a la sinagoga para completar el minián, pero luego procedía a leer su periódico durante las oraciones.

El Rebe respondió: 4

..Veo en [esta situación] el extremo apego judío que uno encuentra en cada judío. Porque aquí hay un individuo que ha marchado a una parte remota del mundo y se ha alejado tanto, no sólo geográficamente, sino también mental e intelectualmente, como para no poseer ningún concepto de lo que es la oración o lo que es una casa de Di-s; sin embargo, uno encuentra en él esa chispa judía, o como el Alter Rebe, el fundador de Jabad, lo expresó en el Tania: “El alma Divina, que es verdaderamente una parte de Di-s”.

Esta alma Divina, que es la herencia de cada judío, busca expresarse de la mejor manera posible, y en el caso de este judío en particular, busca expresarse al menos permitiendo que otros judíos recen en congregación, y por lo tanto se desvive por ayudarlos y al mismo tiempo por ser contado con ellos.

La visión del Rebe sobre la bondad esencial más profunda del ser revela que la persona no es un hereje arrogante, que se burla de Di-s y de la tradición judía; es un judío sagrado en el exilio, que responde a la llamada de Di-s de la manera que sabe.

Yom Kipur: Quince minutos de fe

En otro suceso relatado por R. Iehoshua Moshé Stockhammer,5 durante una audiencia privada con el Rebe, cuando planteó la cuestión del enfoque único del Rebe hacia la sensibilización, el Rebe dijo seriamente:

“Si un judío se levanta por la mañana en Iom Kipur, y, el Cielo no lo permita, se afeita, come una comida completa, se sube a su coche y conduce a la sinagoga para los servicios (todo lo cual son violaciones graves del día más sagrado del calendario judío), y se sienta allí durante una o dos horas, esas horas pasadas en la sinagoga tienen un gran valor en sí mismas. En primer lugar, durante ese tiempo, se ha abstenido de cometer más violaciones del día sagrado, y además, durante ese tiempo ha absorbido e interiorizado la santidad del día, y aunque esto no tenga un efecto inmediato en él, ¡puede tener un impacto en sus descendientes y en las generaciones futuras...!”

Aquí vemos que el Rebe, a la vez que enfatiza la gravedad de la transgresión, ejemplifica su enfoque hacia los inexpertos, eligiendo destacar y celebrar su progreso espiritual, por pequeño que sea, en lugar de centrarse en ellos y condenarlos por lo que no hacían, o por lo que hacían “mal”.

Riendo todo el camino hacia el Mundo Venidero

Shimon Dzigan fue un famoso comediante israelí, conocido especialmente por sus caracterizaciones humorísticas, aunque algo satíricas, del judaísmo tradicional. A los ojos de gran parte de la clase dirigente religiosa, era menos que un aliado.

Sorprendentemente, no mucho después de su fallecimiento, el Rebe mencionó una historia del Talmud durante una reunión pública:6

“El Talmud (Taanit 22a) cuenta que había 'dos bufones' que 'eran alegres y llevaban la alegría a los demás', y por eso 'son merecedores del Mundo Venidero'. El Talmud no nos dice que merecieran el Mundo Venidero por su erudición y demás, sino simplemente porque 'eran alegres y llevaban la alegría a los demás'”.

En este aparente apunte aleatorio, vemos que el Rebe se esfuerza por evaluar la vida y el legado de alguien de forma positiva. Además, en este caso se trata de una figura pública conocida por satirizar a veces el mundo religioso a la que el Rebe encuentra tal mérito, lo que lo hace aún más asombroso.

En particular, en esta historia, como en muchas otras, el Rebe se empeñó en enraizar su limud zejut en las fuentes judías clásicas, quizás para demostrar que no estaba revolucionando el judaísmo, sino devolviéndolo a su espíritu original.

La historia anterior no fue un hecho aislado. De hecho, el Rebe aprovechó numerosas oportunidades para exhibir el limud zejut en varios debates y pronunciamientos públicos que a menudo lo enfrentaron con otros líderes del mundo jasídico y ortodoxo.

Podemos aprender de esto que el Rebe valoraba este rasgo de limud zejut incluso más que su propia imagen pública, ya que estaba dispuesto, una y otra vez, a defender a los judíos atacados a costa de su propia reputación.

Héroes o herejes

Transcurría 1976. Un vuelo completo de Tel Aviv a París fue secuestrado por la OLP y aterrizó en el aeropuerto de Entebbe, en Uganda. Durante los siguientes siete días hubo noticias de rehenes, demandas, negociaciones y planes que culminaron en una audaz incursión de 90 minutos llevada a cabo por las FDI el 4 de julio, que liberó con éxito a 102 de los 106 rehenes judíos y eliminó a todos los terroristas.

Tras esta montaña rusa internacional de una semana de duración, se produjo un revuelo público que se escuchó en los pasillos de la ONU, así como en varias comunidades y tribunales judíos jasídicos y ultraortodoxos, ya que en todo el mundo se debatió las implicaciones políticas y el significado espiritual de los acontecimientos.

Sin embargo, las críticas teológicas de algunos rabinos tuvieron una mayor carga emocional que los debates jurídicos entre los distintos embajadores y diplomáticos.

Como la mayoría de los soldados de las FDI eran seculares, estos rabinos simplemente no podían ver cómo algo Divino o milagroso podía manifestarse a través de judíos no religiosos.

En esta lucha, el Rebe ofreció su propia perspectiva, que era radicalmente positiva y redentora.

En una charla pública dada el 16 de agosto de 1976, el Rebe aplaudió el valor y la abnegación de las FDI, “que volaron miles de kilómetros, poniendo sus vidas en peligro con el único propósito de salvar quizá las vidas de unos cien judíos”.

Además, declaró que los soldados israelíes eran un instrumento para la liberación del Pueblo Judío, afirmando incluso que se había producido un milagro a través de ellos. Como resultado, según el Rebe, eran indudablemente justos y “su porción en el Mundo Venidero está garantizada”.

Por esta amorosa expresión de limud zejut, el Rebe fue denostado. “¡¿Cómo podía alabar públicamente a quienes usualmente se desvían de la ley judía?!”. Aunque respondía a tales ataques con firmeza, el Rebe se negaba, por principio, a llamar a sus detractores por su nombre.

En cambio, intentaba comprender y explicar su posición: Por ejemplo, un rabino que trataba con desprecio a los judíos no observantes puede haber nacido y crecido en un hogar poco cariñoso.

En ese caso, sería necesario reeducar a ese rabino que se enfadaba o se apresuraba a condenar, no descartarlo como un líder deficiente.

No importaba el tema o la naturaleza del debate, el Rebe parecía prácticamente incapaz de no encontrar un punto de bondad o una fuente de mérito en cualquier individuo o cualquier cosa.

Cuán bajo se puede llegar

En tal vez una de las aplicaciones más radicales del limud zejut, la siguiente historia relata cómo el Rebe trató de redimir la memoria incluso de aquellos considerados por muchos como los más indignos de nuestro pueblo: los kapos, judíos que sirvieron como guardias en los campos de concentración.

En 1964, el Rebe recibió la visita del conocido autor Harvey Swados para una entrevista.7 Como escritor particularmente interesado en cómo las ideas se traducen en acciones y cómo los líderes interactúan con las masas, el Sr. Swados estaba interesado principalmente en los puntos de vista del Rebe sobre algunas de las cuestiones éticas más espinosas que surgen del Holocausto, incluyendo los informes de conformidad y cooperación interesada con los alemanes por parte de ciertos líderes comunales judíos.

En palabras del Sr. Swados:

“Comencé preguntándole su opinión sobre las causas del Holocausto, que supuso la extinción de seis millones de judíos europeos, y sobre la controversia acerca del comportamiento de las masas alemanas y de los dirigentes judíos, que ha atormentado al mundo occidental, especialmente desde la aparición del libro de Hannah Arendt sobre el juicio a Eichmann.

Su respuesta no hizo referencia a abstracciones, ya sean teológicas o filosóficas, ni comentó —como había hecho otro Rebe jasídico— los pecados que debían haber cometido las víctimas para ser castigadas tan terriblemente por Di-s.8

En su lugar, señaló las realidades políticas, [y] las increíbles dificultades para mantener la fe bajo un régimen totalitario. 'El milagro', dijo, 'fue que hubiera alguna resistencia, organización o liderazgo'. Esto no era exactamente lo que yo esperaba”.

En opinión del Rebe, los mismos líderes que traicionaron a su propio pueblo tenían el mérito de hacer simplemente lo mejor que podían en una situación impensable.

No era sorprendente que hubiera traición en las filas; de hecho, era comprensible dadas las horrendas circunstancias.

Lo sorprendente era que alguien pudiera superar tal tentación cortoplacista, y eran estos casos heroicos los que debían ser reconocidos y amplificados.

El Rebe siguió insistiendo en el tema, dando vueltas al asunto y planteando preguntas matizadas al autor sobre su propio trabajo de conciencia social.

“Parecía especialmente interesado en On The Line, un libro en el que yo había intentado, mediante una serie de retratos ficticios de trabajadores de ensamblaje de automóviles, demostrar el impacto de sus trabajos en sus vidas”.

“'¿A qué conclusiones has llegado?', preguntó el Rebe. '¿Sugirió usted que los infelices [y explotados] trabajadores, encadenados a sus máquinas, deberían rebelarse?'

'Por supuesto que no', respondí. 'Habría sido poco realista'”.

El Rebe guardó silencio.

De repente, Harvey se dio cuenta de que había sido conducido a la misma comprensión que buscaba.

En conclusión, el Rebe dijo entonces:

“No podría recomendar conscientemente la revolución para sus infelices trabajadores en un país libre, ni verla como una perspectiva práctica para sus líderes. Entonces, ¿cómo podría exigírsela a los que estaban siendo oprimidos y destruidos por los nazis?”.

Caso cerrado. La compasión se impone.

Sorprendentemente, esta historia dio un giro de 180 grados.

El mismo Rebe que concibió la misión de su vida de revelar el potencial más elevado de cada persona consigue, a través de una profunda empatía y generosidad de espíritu, aligerar la aplastante carga de juicios y acusaciones que pesan sobre individuos que fueron sometidos a las circunstancias más inhumanas que uno pueda imaginar.

De este modo, el Rebe era un experto no sólo en reconocer la bondad que existe dentro de una persona determinada, sino también en tener compasión por los desafíos que ésta haya podido experimentar.

En otras palabras, nadie carecía de algún mérito o causa de comprensión, incluso aquellos que normalmente caracterizamos como lo más bajo de lo bajo.

Esto es todo lo que tiene

Un último ejemplo9 de los esfuerzos del Rebe por ver a los demás de la mejor manera posible se dio en su respuesta a una maniobra política deshonesta.

El Rebe había fundado una organización para contrarrestar los intentos de misioneros cristianos y cultos religiosos marginales de reclutar judíos. Lo hizo de forma anónima para atraer el apoyo de las comunidades ortodoxas fuera de Jabad Lubavitch. Sin embargo, el papel del Rebe se dio a conocer, y uno de los líderes de la organización quitó su nombre y comenzó su propio esfuerzo en la misma línea, lo que le quitó apoyo y donaciones al grupo original.

El director de la organización original, un jasid no de Lubavitch, se sintió horrorizado por la acción políticamente motivada del líder rival y se enfrentó a él con pruebas escritas, pero el rabino en cuestión negó rotundamente estar involucrado en la formación de la nueva organización.

Frustrado y desilusionado, el gerente original consultó al Rebe y le contó la historia. Cómo podía este rabino anteponer la política a los principios, le preguntó angustiado al Rebe.

El Rebe respondió citando una discusión talmúdica10 que descalifica a un rey o a un sumo sacerdote de servir como juez cuando se trata de establecer un año embolismal. El rey tiene un interés creado en que un año tenga doce o trece meses, porque paga el salario de sus soldados por año, lo que significa que el tesoro gana cuando un año tiene trece meses.

Del mismo modo, el sumo sacerdote tiene un interés creado en esto, porque tiene que sumergirse en la mikve cinco veces en Iom Kipur y podría ser parcial a un calendario que coloca ese día en un clima más cálido.

Tal es la naturaleza humana, dijo el Rebe, que todos somos propensos al cálculo subconsciente del interés propio, lo sepamos o no, ¡incluso un rey judío y un sumo sacerdote!

El Rebe recordó entonces al director que el rabino al que estaba juzgando por su conducta había sido el líder de una gran comunidad y ieshivá en Europa que había sido completamente aniquilada durante el Holocausto. Ahora intentaba fundar una ieshivá en Nueva York para la que dependía de ciertos donantes ideológicamente opuestos a Lubavitch. “Esto es todo lo que él tiene”, dijo el Rebe. “¿Se le puede culpar por querer asegurar el éxito de su importante obra y legado vital a toda costa?”.

Ante el relato de un líder rabínico que se dedicaba a la política ruin en su contra cuando debería haber estado modelando la integridad, el Rebe no sólo dio un giro positivo a las tácticas del rabino —estaba tratando de proteger el remanente de su comunidad— sino que reconoció el estatus del rabino citando una discusión talmúdica relacionada con las figuras en las posiciones más honradas: un rey judío y el sumo sacerdote.

Incluso en un caso que le afectaba directamente a él y a su trabajo por los demás de forma negativa, el Rebe se negaba a convertirse en enemigo de ningún judío. Incluso si era atacado y calumniado públicamente, el Rebe respondía personalmente con amor y esperanza de unificación.