Elisha ben Abuyah fue un gran sabio talmúdico que se convirtió en un famoso hereje en la historia judía. Después de su rechazo y repetida profanación pública de la ley judía y las normas de la comunidad, fue tan despreciado por la comunidad que lo despojaron de su nombre y lo llamaron solo “Acher”, que significa “otro”. Elisha ben Abuyah ha llegado a representar una faceta particular del “otro” arquetípico en el pensamiento y los mitos rabínicos: una persona que no solo crece dentro de la comunidad y elige irse y vivir más allá de sus fronteras, sino que continuamente se burla y hace alarde de su deserción públicamente.
Sin embargo, como siempre, hay más en la historia. El Talmud1 relata que un shabat, R. Meir estaba caminando detrás de Elisha ben Abuyah para aprender una lección de Torá de él, mientras este montaba a caballo ―una profanación pública del shabat―. En cierto momento, Elisha se detuvo y señaló en beneficio de R. Meir que, según el recuento de sus pasos, habían alcanzado el límite de shabat y, por lo tanto, no deberían ir más allá; una muestra muy meticulosa de perspicacia rabínica y sensibilidad halájica.
En este breve episodio talmúdico vemos expresados los numerosos tonos de complejidad existencial que hay simultáneamente dentro de cada identidad humana, lo que hace aún más difícil unidimensionalizar y juzgar el carácter o el valor de cualquier “otro” desde nuestra perspectiva finita. Entonces, ¿cómo se supone que debemos leer esta historia?
En 1982, en un farbrenguen durante el shabat Parashat Emor,2 el Rebe se refirió a Elisha ben Abuyah y su alumno R. Meir. Citando la inclusión de una enseñanza de Elisha ben Abuyah en Pirkei Avot (Ética de nuestros padres), el Rebe yuxtapone la enseñanza de Elisha ben Abuyah con una cita de R. Meir que aparece muy cerca de la de Elisha, leyéndolos a ambos a través del lente de sus complejas biografías personales.
Reflexionando sobre su propio viaje interior y lucha, Elisha ben Abuyah enseñó:3 “Al que estudió la Torá cuando era niño, ¿con qué se le puede comparar? Con tinta escrita en papel nuevo; y al que estudia la Torá anciano, ¿con qué se le puede comparar? Con tinta escrita en papel que ha sido borrado”. En el contexto de su historia, el Rebe sugiere que, a pesar de la apariencia externa de la negación total de Elisha ben Abuyah de los caminos de la Torá, su prodigioso estudio de la Torá todavía está presente en algún nivel, y que no importa cuán lejos pueda llegar, lleva una huella de santidad en lo profundo de él que nunca se puede borrar por completo.
Del mismo modo, reflexionando sobre su propia experiencia (como alguien que continuó aprendiendo de un hereje así), R. Meir enseña:4 “No mires el recipiente, sino lo que contiene”. Esto explica cómo se permitió a R. Meir aprender las enseñanzas de la Torá de “Acher”, porque R. Meir no consideró el “recipiente”, sino lo que contenía, y aceptó una enseñanza que Acher había aprendido de niño, que permaneció por la eternidad porque era como “tinta escrita en papel nuevo”.
En las enseñanzas del Rebe, lo vemos siguiendo los pasos de R. Meir, un sabio eminente de Israel que nunca se desanimó acerca del alma incorruptible de un “otro”, sin importar cuán lejos se haya ido de la comunidad.
Juzgando por tus intenciones
Según el pensamiento jasídico, las historias en la Torá son existencialmente instructivas. Lejos de ser solo registros históricos de individuos notables de una época pasada, cada incidente, e incluso cada individuo, expresa una plantilla o dinámica psicoespiritual que está constantemente presente y espiritualmente es relevante en todo momento. Del mismo modo, cada persona, como la Torá, es un ser comprimido; nuestra alma interior más profunda está oculta debajo de la carne, los huesos y las vestiduras literales y metafóricas: pensamientos, palabras y acciones. Por lo tanto, depende de nosotros investigar y penetrar en los frentes externos que ofuscan la naturaleza espiritual trascendente que está dentro, ya sea en relación con la Torá o las personas.
Basado en esta comprensión, y en la creencia en la pureza eterna del alma, el Rebe se comprometió a buscar activamente y encontrar el punto interno de santidad dentro de cada persona.5 Sin embargo, no se detuvo allí. De hecho, dado este aspecto interpersonal de su sesgo de positividad, el Rebe aplicó esa generosidad de espíritu a personalidades y caracteres a través de todo el corpus de literatura judía.
Si, como dice el dicho, las personas tienden a juzgar a los demás por sus propias acciones e intenciones, el Rebe hizo lo contrario, revisando y redimiendo personaje por personaje en las escrituras y la tradición al centrarse en sus nobles intenciones en lugar de sus acciones equivocadas.
En este espíritu, el Rebe revisitó constantemente las historias de individuos que tradicionalmente eran vistos como escandalosos o villanos, reformulándolos en una nueva luz redentora al mirar debajo de la superficie y considerar sus intenciones internas. Según el Rebe, sus intenciones estaban enraizadas en la santidad, incluso si aún necesitaban rectificación. Tradicionalmente, la inclusión de tales historias impactantes y personajes de mala reputación en la Torá misma se entendía como ejemplos de cómo no comportarse. Pero a través de los ojos redentores del Rebe, las acciones equivocadas revelan nobles intenciones dignas de nuestro reconocimiento e incluso emulación.
De esta forma, el Rebe practicó una forma intergeneracional de “amor al prójimo”, dedicándose a la redención y la elevación no solo de las almas que vivieron en su generación, sino de todas las almas que alguna vez hayan vivido. En el resto de este capítulo exploraremos solo una pequeña muestra de los muchos personajes bíblicos y figuras históricas cuyos relatos se transformaron como resultado del riguroso proceso de revaluación y redención del Rebe.
Pruebas, pruebas…
Empecemos desde el principio. La historia del primer fracaso de la humanidad, como se cuenta en la Torá, es posiblemente la tragedia de mayor alcance de todos los tiempos. La incapacidad de Adán de obedecer la orden de Di-s de abstenerse de comer la fruta prohibida, y su posterior destierro del Jardín del Edén, se entiende generalmente como la raíz de la negatividad y la corrupción humana.
El Rebe enseñó6 que esta historia se ha leído superficialmente y que se perdió su mensaje positivo más profundo. Adán fue el primer humano, creado por la Mano de Di-s mismo. Era el prototipo humano definitivo, literalmente “creado a imagen de Di-s”. Fue colocado en el Jardín junto con la serpiente, que representa la fuerza en la Creación que constantemente nos aleja de todo lo que es bueno y santo, hacia lo destructivo y sin sentido. Pero, ¿cuál es el propósito más profundo de la serpiente y su prueba?
Antes de la Creación, todo lo que existía era la Unidad Infinita de Di-s. No había otra relación posible, solo una. Un deseo surgió dentro de Di-s para compartir y relacionarse con algo que no sea Él mismo. Con la finalidad de hacer espacio para que existiera una creación finita, Di-s constriñó Su presencia infinita, creando así un vacío fértil dentro del cual uno podría emerger. La Cábala se refiere a este acto de contracción cósmica como tzimtzum.
El mundo y todo lo que hay en él se formó dentro del vacío creado por este acto de retención divina. Sin embargo, como resultado del tzimtzum, la presencia de Di-s ya no era abiertamente evidente. La palabra hebrea olam (mundo) está relacionada etimológicamente con la palabra he’elem (ocultación), lo que indica que la presencia de Di-s está oculta en el mundo, para que el ser humano la revele. Como un juego cósmico de escondite, El Infinito ahora estaba escondido dentro de las multitudes finitas de la creación. Así funcionaba el mundo, hasta el sexto día, cuando fue creado Adán. Con el nacimiento de la humanidad, una nueva etapa de la creación se hizo posible: la relación consciente entre el Creador y la creación que Di-s deseó inicialmente. Esta, entonces, fue la prueba de la creación. ¿Un ser humano finito, dotado de libre albedrío debido a la aparente ausencia de Di-s, elegiría conscientemente vivir en una relación honesta con el Infinito, en alineamiento amoroso con su voluntad?
La prueba de Adán fue si podía cumplir una sola orden divina sin la presencia revelada de Di-s mirando sobre su hombro. Esta fue la prueba arquetípica de la condición humana. El jardín del Edén era el campo de pruebas. Cada movimiento de Adán impactaría y establecería el curso de la historia humana de aquí en adelante. Lo que está en juego no podría haber sido más elevado.
Fue precisamente por la enormidad de la misión de Adán [el primer mandato del Creador a la creación] que la serpiente [que simboliza la inclinación de los humanos a la negatividad] ejerció energías tan enormes y concentró toda su fuerza en perturbar la misión de Adán, que era simplemente abstenerse del árbol del conocimiento... Este fue, de hecho, el momento más preocupante para la serpiente, cuyo propósito y razón de existir era evitar que el hombre sirviera a su Hacedor. Para validar su propósito, uno puede imaginar el tremendo esfuerzo que la serpiente invirtió en causar que Adán pecara.7
El Talmud8 enseña que Adán fue creado en el sexto día de la Creación, que se dividió en doce horas. Cada hora del día, la humanidad pasó por otra etapa de desarrollo, hasta shabat, el séptimo día. En la novena hora del sexto día, se le ordenó a Adán que no comiera del árbol del conocimiento, ¡pero comió de él solo una hora después! En la superficie, esto parecería demostrar una debilidad dentro de la naturaleza o constitución de Adán, y por lo tanto dentro de la humanidad. No podía pasar más de una hora sin desobedecer la voluntad de Di-s.
Sin embargo, si consideramos los riesgos del desafío cósmico, queda claro que Adán realmente exhibió una moderación casi sobrehumana al aguantar tanto tiempo como lo hizo.
De acuerdo con el tratamiento que hizo el Rebe de esta historia, la pregunta ya no es: ¿cómo pudo Adán sucumbir al pecado tan pronto? En cambio, se convierte en: ¿Cómo pudo Adán resistir el desarrollo de la inclinación al mal durante tanto tiempo como lo hizo?
En lugar de resaltar la debilidad de la humanidad, la historia de Adán viene a simbolizar e inspirar nuestra resistencia y tenacidad al esforzarnos por vivir una vida espiritual en un mundo físico, donde Di-s está presente pero oculto detrás del velo del conocimiento dualista. Además, el ejemplo de Adán, cuando se ve a través del sesgo de positividad del Rebe, nos enseña que mientras más resistencia encontremos cuando se trata de hacer lo correcto, más esencial será la acción para nuestro propósito en la vida.
Buscador de chispas
Pocos personajes de la Torá se presentan tan negativamente en el Talmud como el hermano de Jacob, Esaú. Se caracteriza por ser un bruto, un asesino o un glotón incapaz de contener su apetito. Él representa la antigua Roma, el cristianismo medieval, el físico tosco y una gran cantidad de otras fuerzas opresivas que intentan subyugar la vida espiritual y la soberanía del pueblo judío. Como tal, Esaú es visto como el polo opuesto de su hermano Jacob, quien representa una espiritualidad pura y simple en contraste con la carnalidad libertina de su hermano.
Sin embargo, la Torá nos dice que “Isaac amaba a Esaú”,9 prefiriéndolo en lugar de a Jacob. ¿Cómo debemos entender esto? ¿Qué vio Isaac en Esaú que podríamos pasar por alto fácilmente? Además, ¿cómo debemos entender el hecho de que Jacob tuvo que ponerse las prendas de Esaú para obtener la bendición en el lecho de muerte de su padre?
En un discurso jasídico pronunciado en 1963,10 el Rebe abordó directamente esta pregunta y aplicó su sesgo de positividad para redimir el alma y la historia de Esaú. Según el Rebe, Esaú y Jacob representaron posibles enfoques de la vida espiritual y el servicio en el mundo, y en el análisis final, uno sin el otro está incompleto.
Jacob, referido como un “hombre de las tiendas de estudio de la Torá”, representa una existencia espiritual aislada centrada en el mundo por venir. Esaú, conocido como un “cazador del campo”, representa a alguien que no tiene miedo de descender y comprometerse con el mundo material en sus propios términos para elevar y exponer su esencia espiritual y sus orígenes.
Isaac, aunque apoyaba la existencia inmaculada de Jacob y su enfoque unidimensional en lo etéreo, vio el punto final del camino judío como un acercamiento mucho más cercano al de Esaú. En última instancia, el trabajo del judío es santificar la creación, no separarse de ella.
Sin embargo, el camino de Esaú también lo llevó a una peligrosa proximidad con las tentaciones de este mundo. Y sin una conexión lo suficientemente firme con el reino espiritual, cayó presa de su naturaleza y apetito inferiores, lo que finalmente lo derribó. Este es el aspecto sombrío de Esaú, enfatizado por siglos de comentarios rabínicos. En opinión del Rebe, sin embargo, al exponer sobre un tema enfatizado por el Alter Rebe y sus sucesores, hay una dimensión adicional. Esaú poseía una chispa invaluable de energía sagrada que necesitaba ser redimida. Desde esta perspectiva, Jacob tuvo que integrar la esencia de Esaú para completar su personaje. Como somos hijos de Jacob, también debemos aprender a integrar esta chispa de nuestros hermanos distanciados y nuestro ser.
El Rebe nos alentó a todos a redimir los aspectos positivos de Esaú: la voluntad de emplear la oscuridad para transformarla en luz y la capacidad de buscar la chispa espiritual contenida en el reino terrenal. Cada uno de nosotros debe tener un pie en la tienda de Jacob, fortaleciéndonos en la Torá y la oración, y el otro pie en el campo de Esaú, en la búsqueda activa de las chispas caídas dentro de la Creación.
Bajando el cielo a la tierra
Este tema de equilibrar nuestros impulsos y compromisos espirituales y terrenales se refleja en muchas otras historias en la Torá. En particular, los personajes principales de estas historias a menudo, como Esaú, son tomados al pie de la letra, lo que nos ciega a sus aspectos más profundos y positivos que son dignos de nuestra consideración e incluso de emulación. El Rebe se refirió a la interpretación jasídica clásica de dos historias en particular, para resaltar este tema.
Mientras el pueblo judío viajaba por el desierto, Moisés envió doce espías para explorar la Tierra Santa antes de su llegada. Cuando regresaron al campamento, diez de los espías entregaron un informe devastador sobre las perspectivas de habitar la Tierra, agitando a las masas. La gente gimió y se desesperó, causando que Di-s respondiera con una plaga mortal dirigida a aquellos que habían calumniado a la Tierra Prometida, lo que provocó rebelión y disturbios dentro del campamento israelita. Este evento, conocido como el pecado de los espías, es lo que provocó el decreto divino de que el pueblo judío no entraría en la Tierra de Israel hasta que la generación entera falleciera, treinta y nueve años después.
La interpretación más extendida de los espías es que actuaron por miedo y duda, lo que indica una falta de fe. En sus propias palabras: No podemos enfrentarnos a las personas, porque son más fuertes que nosotros [y que Él, refiriéndose a Di-s].
Sin embargo, el pensamiento jasídico ofreció una perspectiva diferente.11 Este no era un motín o sabotaje típico, ni estos hombres fueron golpeados por una gran falta de fe en la Palabra y la Providencia de Di-s. Los espías, que en realidad eran príncipes de Israel, estaban motivados por la responsabilidad de sus cargos. Sintieron que el cambio del ambiente de la idílica realidad espiritual en el desierto a la realidad física mundana de la civilización, con todo lo que conlleva, disminuiría severamente y distraería el enfoque espiritual de su gente. En el desierto, la Presencia y la Providencia de Di-s se revelaron abiertamente; el maná era proporcionado a diario, el agua fluía de las rocas, la protección de los elementos de la naturaleza fue proporcionada por las nubes de gloria Divina, y la Torá resonaba a través de los corazones y los cañones del desierto. A los espías les preocupaba que las tareas diarias de establecer una vida y sociedad asentada interrumpieran este estado colectivo de revelación y comunión con Di-s. Fue el miedo al éxito de los espías (al conquistar la Tierra), más que el miedo al fracaso (como resultado de la falta de fe en la capacidad de Di-s de llevarlos a la victoria) lo que los motivó a regresar con informes negativos.
La Tierra es una que [espiritualmente] se traga a sus habitantes fue su argumento.
Los espías querían permanecer dentro del útero del desierto; expresaron un deseo positivo de vivir en el abrazo sin compromisos de la verdad y la trascendencia. Este es, según el Rebe, el punto positivo dentro de las intenciones de los espías que deben ser redimidos. Sin embargo, la Torá también nos enseña que no debemos abusar de nuestra vida espiritual usándola para escapar del mundo. Estamos destinados a pasar tiempo en la tienda de la Torá, así como en el desierto del alma, pero también estamos destinados a llevar esas experiencias y verdades al hermoso y a menudo complicado desorden de la vida cotidiana. La Torá no divide lo físico de lo espiritual, el cuerpo del alma; ¡lo une!
En una ocasión entre muchas,12 el Rebe habló como antes, sobre la virtud de los espías, reflexionando sobre la declaración de nuestros Sabios de que “debido a la severidad de su pecado, no tienen parte en el Mundo Venidero”. El Rebe explicó que los espías no solo tienen una porción en el Mundo por Venir; ¡tienen más! Después de la charla, los jasidim empezaron a cantar una melodía jasídica con las palabras: “V’chol karnei resha’im”, lo que significa que Di-s eliminará a todas las personas malvadas en los tiempos mesiánicos. El Rebe les impidió cantar y les preguntó: “¿Acabamos de hablar sobre la virtud de los espías, y ahora eligieron cantar sobre los pecadores? Cambien esa canción por ‘Yifrach beyamav tzaddik’”, una canción diferente basada en palabras relacionadas con los justos: que el justo florezca en sus días...
Sobredosis espiritual
Nadab y Abihú eran dos hijos de Aarón el Sumo Sacerdote. Como se relata en la Torá, ofrecieron un fuego extraño ante Di-s, que Él no había ordenado. Esto provocó la rápida retribución de Di-s, como dice: Un fuego salió de Di-s y los consumió, y murieron delante de Di-s.
Si bien la causa de la muerte está clara en el texto, la razón de su muerte no lo es. La lógica divina detrás de esta tragedia ha atormentado a los comentaristas a lo largo de los siglos. Estas son algunas de las razones que ofrecen, las cuales, cuando se combinan, pintan un retrato abrumadoramente negativo de estos dos jóvenes desafortunados:
Entraron al Santo de los Santos del Tabernáculo sin permiso.13
No llevaban todas las prendas necesarias mientras realizaban el servicio sacerdotal.14
Nunca se casaron.15
No tuvieron hijos.16
Eran arrogantes y muchas mujeres permanecieron solteras mientras esperaban por ellos. Ellos dijeron: “El hermano de nuestro padre es un rey, el hermano de nuestra madre es un príncipe [Najshón, el jefe de la tribu de Judá], nuestro padre es un Sumo Sacerdote, y ambos somos suplentes de los Sumos Sacerdotes; ¿Qué mujer es digna de nosotros?”
Ofrecieron un “fuego extraño”,17 es decir, una ofrenda de incienso no pedida.18
Tomaron una decisión sobre un asunto sobre el cual debían consultar a su maestro Moisés.19
Cada uno de ellos actuó por su propia iniciativa, sin tomar el consejo del otro.20
Realizaron el servicio en el Templo mientras estaban intoxicados.21
Entraron al santuario sin lavarse las manos y los pies.22
Ya merecían morir en el Monte Sinaí, cuando ellos contemplaron a Di-s, comieron y bebieron.23
En todos los casos, estos hermanos son retratados esencialmente como buscadores de emociones espirituales egoístas, que merecían lo que obtuvieron. El Rebe, sin embargo, destacó24 y desarrolló una enseñanza del Or Hajayim25 y elaborada sobre fuentes jasídicas. Los hijos mayores de Aarón fallecieron por el “Beso de Di-s”, una descripción más positiva, utilizada solo para las almas más elevadas. Las acciones punibles enumeradas en el Midrash se basaron en una sola fuente positiva: intensa pasión y anhelo de Di-s. En palabras del Rebe: “Se acercaron a la luz suprema por su gran amor por lo Santo, y de este modo murieron. Así, murieron por el ‘Beso Divino’, tal como lo experimentaron los justos perfectos... Este es el significado del versículo: se acercaron a Di-s y murieron”. Desde esta perspectiva, queda claro que Nadab y Abihú murieron de una sobredosis espiritual, demasiado de algo bueno.
La tradición judía enseña que estamos aquí por una razón, que es elevar y santificar el mundo material, no solo trascenderlo.
Sin tolerar su enfoque de satisfacción espiritual irresponsable y sin restricciones, podemos y debemos emular la voluntad de Nadab y Abihú de renunciar a todo, incluso a la vida misma, en busca de la verdad espiritual. Con nuestros pies firmemente plantados en la tierra, nuestras almas son libres de alcanzar las alturas para traer la luz infinita de lo Divino a nuestra vida y tareas diarias.
¡Moshiach ahora!
Otro de los villanos arquetípicos de la Torá fue un hombre llamado Kóraj, quien encabezó una rebelión contra Moisés y Aarón en el desierto; él también es entendido por la enseñanza jasídica clásica, en la cual se basa el Rebe, como motivado por principios rectos. En lugar de un insurrecto hambriento de poder e irrespetuoso que buscaba tomar el control de las masas para satisfacer su ego y delirios de grandeza, que es como se lo ve a menudo, hay dos aspectos de la personalidad de Kóraj en particular que son dignos de exaltar y emular.
Por un lado, Kóraj estaba motivado por un impulso espiritual. Él era un levita, y aunque podía participar en el servicio Divino, no podía realizar el servicio del Sumo Sacerdote. Deseaba intensamente una experiencia tan íntima de Di-s, y por lo tanto estaba dispuesto a aceptar el desafío de Moisés a la mañana siguiente para ofrecer incienso antes de Di-s, a pesar de saber que podía ser fatal.26
Por otro lado, Kóraj estaba socialmente motivado. Vio el mundo en su estado mesiánico de universalismo utópico, un mundo en el que todos somos espiritualmente iguales, cuando Di-s será revelado como el agua cubre el mar.27 Esto lo llevó a fomentar una revolución ideológica en el campamento destinada a desestabilizar la estructura de poder predominante y la jerarquía de liderazgo, cuestionando directamente a Moisés: ¿No somos todos santos?28
Desde una perspectiva, Kóraj tenía toda la razón; a esto es hacia donde se dirige el mundo. Sin embargo, como sucede con muchos visionarios, se adelantó a su tiempo y sufrió las consecuencias de intentar implementar la transformación mesiánica de la historia y la humanidad antes de que el mundo estuviera listo.29
¡Sin embargo, el Rebe señala que no debemos perder de vista la visión sagrada y el anhelo espiritual de Kóraj!
El dúo dinámico
Dos personajes que resaltan en la rebelión de Kóraj también han sido señalados como particularmente corruptos. Datán y Abiram son considerados como el par prototípico de alborotadores empedernidos. Según el Talmud,30 fueron totalmente perversos “de principio a fin”. Se los identifica31 como los dos judíos en disputa en Egipto, y fueron ellos quienes provocaron la huida de Moisés al desierto al denunciarlo al faraón por matar al capataz egipcio y revelar que él no era el hijo de la hija de Faraón.32 Incitaron al pueblo a regresar a Egipto,33 tanto en el Mar Rojo como cuando los espías regresaron de Canaán.34 Transgredieron el mandamiento sobre el maná guardándolo durante la noche,35 y acusaron a Moisés de sacar al pueblo judío de Egipto para morir en el desierto. Finalmente, Datán y Abiram se convirtieron en líderes de la rebelión bajo la influencia de Kóraj y, en consecuencia, murieron.
El Rebe explica esto,36 basado en comentarios clásicos, para que surja una imagen diferente. No es que estos dos no hayan provocado ningún problema; sino que había para ellos más que eso. De hecho, tenían un punto de bondad dentro. Si bien esta bondad generalmente fue silenciada, sin embargo, brilló con fuerza en ciertas ocasiones, revelando que debajo de las capas de rebelión existía un núcleo de justicia que valía la pena examinar.
Según un comentario bíblico,37 Datán y Abiram eran realmente líderes judíos involucrados y preocupados por el bienestar de su gente. Además de los eventos mencionados anteriormente, también formaban parte del grupo de oficiales judíos que arriesgaron sus vidas para confrontar y desafiar a Faraón por dejar de proporcionar paja a los esclavos judíos para sus ladrillos. Exclamaron a Faraón y le dijeron: “¿Por qué le haces esto a tus siervos?”38
Además, estaban entre aquellos oficiales dispuestos a recibir los golpes que le propinaban a los judíos cuando no cumplían sus cuotas: Y los oficiales de los hijos de Israel, a quien los capataces de faraón habían designado sobre ellos, fueron golpeados.39
Además, desafiaron a Moisés y Aarón directamente por empeorar las cosas para la gente, ya que las condiciones se deterioraron rápidamente para ellos tan pronto como Moisés comenzó a instigar al Faraón. Que el Eterno mire sobre ustedes y juzgue, pues han provocado que incluso nuestro olor sea desagradable en los ojos de Faraón y en los ojos de sus siervos, para poner una espada en sus manos para matarnos.40
De hecho, ¡Moisés validó su reclamo al presentar su desafío a Di-s en nombre del pueblo judío!
Se lee, a través de la visión más profunda del Rebe, que a pesar de sus muchas deficiencias, Datán y Abiram también emergen como guardianes vigilantes de las personas, protegiéndolas fielmente de todas las amenazas potenciales, ya sea desde adentro o desde afuera.
Puedes sacar al judío del Templo, pero…
Un ejemplo particularmente fascinante de este aspecto del sesgo de positividad del Rebe se expresó durante un farbrenguen en el que habló sobre una mujer llamada Miriam bat Bilgá. El Talmud41 relata que esta mujer abandonó el judaísmo, se casó con un oficial griego y acompañó a los griegos mientras asaltaban el Templo Sagrado (en la era previa a la historia de Janucá). En ese mismo momento de una de nuestras tragedias nacionales más profundas y oscuras, cuando los griegos estaban profanando el Templo Sagrado, ella fue y golpeó el Altar Sagrado con su sandalia, insultando a Di-s y burlándose del pueblo judío: “¡Lobo, lobo! ¡Tú consumes la riqueza de la gente, pero no le respondes en su momento de necesidad!” Por este vil acto de desprecio y falta de respeto, los Sabios castigaron a toda su familia.
Sea como fuere, durante una reunión pública en honor del aniversario del fallecimiento de su madre,42 el Rebe habló extensamente sobre Miriam bat Bilgá y el significado de su historia. El estallido de Miriam no fue por desprecio; fue a causa de la compasión que sentía por el sufrimiento de su pueblo. Con una voz audiblemente tensa por la emoción,43 el Rebe rompió a llorar mientras explicaba. A pesar del hecho de que ella se había casado con un no judío y había renunciado a los caminos de su pueblo —uniéndose e incluso alentando a su enemigo a profanar el Templo— al llegar a la parte más interior del santuario, su verdad más íntima se activó y se sintió abrumada por el sentimiento de un vínculo inquebrantable entre ella y su pueblo. Esto la llevó a protestar a Di-s en su nombre, incluso cuando su esposo saqueó y profanó el lugar Santísimo.
Aquí yace un mensaje profundo: puede parecer que un judío está separado de todo lo judío, pero la Torá dice: “¡No! Lo que ves es solo superficial”. El hecho es que son y siempre serán judíos. Como R. Schneur Zalman de Liadi enseña:44 “Un judío ni desea ni es capaz de separarse de la Divinidad, Di-s no lo quiera”. Incluso después de que Miriam bat Bilgá apostatara y se uniera al enemigo, ¿qué fue lo que finalmente la molestó? “¿Por qué el Altar no protege al pueblo?” Después de todo lo dicho y hecho, ella gritó de dolor por sus compañeros judíos. Entonces, ¿por qué el Talmud nos cuenta esta historia? No para menospreciar a una judía, Di-s no lo quiera, sino todo lo contrario: enseñarnos sobre el vínculo hermoso e inquebrantable que existe entre los judíos.
Infidelidad o inspiración
Además del pecado de Adán en el Jardín, el pecado del Becerro de Oro es una de las historias más notorias y de mayor alcance en la Torá. Apenas cuarenta días después de experimentar la revelación en el Monte Sinaí y de escuchar de Di-s mismo, “Yo soy el Señor, tu Di-s, no adores a otro”, la gente creó un ídolo y lo sirvió. Es difícil encontrar algo redentor en este episodio aparentemente irredimible.
Sin embargo, el Rebe cita comentarios clásicos45 que nos permiten ver la luz en una oscuridad tan tremenda. A través de un análisis detallado del texto del incidente del Becerro de Oro en sí se hace evidente que la mayor mancha en nuestro registro nacional e historia en realidad no comienza como una historia de traición religiosa e infidelidad.
El pueblo judío no buscaba (inicialmente) un nuevo dios para adorar; más bien, buscaban un nuevo líder espiritual que los guiara en su servicio a Di-s.
Esto queda claro en el versículo que presenta el incidente del Becerro de Oro, que dice: La gente vio que Moisés tardó en descender de la montaña y, por lo tanto, se reunieron alrededor de Aarón y le dijeron: “Levántate, haznos un Elokim que vaya delante de nosotros.”46 Es importante señalar que Elokim es una palabra hebrea multivalente que puede referirse a deidades o a líderes humanos poderosos. Luego, el pueblo judío procedió a presionar por su solicitud al exclamar: ¡Por [este hombre, Moisés] el hombre que nos trajo de la tierra de Egipto, no sabemos qué fue de él!
La gente deseaba —y sentía que necesitaba— a alguien o algo para reemplazar a Moisés, quien, según sus cálculos equivocados, había desaparecido. En otras palabras, el pueblo judío no estaba buscando una deidad que reemplazara a Di-s; más bien, buscaban a alguien (o algo) que reemplazara a Moisés.
Esencialmente, los judíos estaban perdidos y buscaban inspiración duradera y un canal de revelación. Cuando pensaron que su fuente de liderazgo y guía espiritual se había ido, buscaron un reemplazo. Sin perder un momento ni ahorrar costos, se propusieron crear un nuevo enfoque colectivo para la práctica espiritual. En lugar de tomarse un tiempo libre de su intensa experiencia espiritual mientras esperaban que Moisés regresara, ¡no dejaron pasar un momento antes de buscar un nuevo medio de inspiración!
Huelga decir que el Rebe no está tolerando la creación del Becerro de Oro, que fue un acto prohibido y rápidamente se convirtió en culto a un ídolo. Más bien está reconociendo una chispa divina dentro de su intención inicial, que era asegurarse de que siempre tuvieran un punto de enfoque espiritual.
Esto nos lleva a nuestra área definitiva de investigación, introducida indirectamente en el episodio del Becerro de Oro: El papel de un verdadero líder espiritual en relación con las personas.
Expandiendo la tienda
Los principales eruditos de Mezhibuzh una vez visitaron al Baal Shem Tov en su sucá. Después de inspeccionar de cerca el diseño estructural de su sucá, los eruditos la declararon inválida por unanimidad.
En respuesta, el Baal Shem Tov comenzó a traer varias pruebas para demostrar que su sucá cumplió con la mitzvá según lo prescrito por la Torá. Las dos partes debatieron de un lado a otro: el Baal Shem Tov manteniendo la validez de su sucá, los eruditos manteniendo su oposición.
Finalmente, el Baal Shem Tov abrió su mano y mostró un pequeño trozo de pergamino. Los eruditos tomaron el pergamino y lo encontraron como una nota del cielo. “La sucá de R. Israel [Baal Shem Tov] es kosher”, leyeron. La nota fue firmada por el arcángel Metatrón, guardián de las “esferas interiores”.
En Sucot, 5727 (1966), el Rebe contó esta extraordinaria historia y formuló la pregunta obvia: si bien la historia demuestra la influencia espiritual única del Baal Shem Tov, su capacidad de tirar de cuerdas celestiales para probar un punto, nos preguntamos por qué este santo líder judío construiría su sucá de una manera tan cuestionable para empezar. ¿Por qué invitar a la sospecha y el juicio de los otros rabinos al morar en una sucá aparentemente inadmisible?
El Rebe explicó que lo que motivó al Baal Shem Tov fue el deseo de encontrar méritos en las masas. Sabiendo que había una gran cantidad de judíos ignorantes que no sabían cómo construir adecuadamente una sucá, el Baal Shem Tov construyó su sucá de la manera más tolerable posible para validar cada sucá con problemas similares a los suyos, y así declarar que la práctica de los judíos menos educados está dentro de los límites de la observancia judía.
La moraleja de esta historia es claramente menos sobre el estado kosher de la sucá de un hombre que sobre el papel de un líder judío. El Baal Shem Tov estaba tratando de inculcar a los eruditos de Mezhibuzh que un verdadero líder judío debe estar dispuesto a hacer no solo sacrificios materiales, sino también espirituales y sociales por su pueblo.
Las personas antes que los principios
Cerraremos este capítulo mirando al líder arquetípico de la historia judía, Moisés. Al concluir la Torá, encontramos un elogio conciso para el único hombre al que todos los judíos se refieren como “Rabenu”, nuestro Maestro, hasta el día de hoy.
Y no hubo otro profeta que surgió en Israel como Moisés, a quien el Señor conocía cara a cara, como lo demuestran todas las señales y maravillas que el Señor le había mandado realizar en la tierra de Egipto, a Faraón y a todos sus siervos, y a toda su tierra, y toda la mano fuerte y todo el gran temor que Moisés llevó a cabo ante los ojos de todo Israel.47
En su comentario a este versículo, Rashi pregunta: “¿Qué gran cosa hizo Moisés ante los ojos de todo Israel?”. Su respuesta puede ser sorprendente. El gran acto de Moisés al que se refiere la Torá en sus últimas palabras, según Rashi, es la destrucción de las Tablas cuando bajó del Monte Sinaí y vio al pueblo judío bailando alrededor del Becerro de Oro. La idea de que la grandeza de Moisés radica en su “rompimiento de la ley”, debe ser desempaquetada para que se entienda adecuadamente.
Hacia el final de los cuarenta días de Moisés en la cima de la montaña donde recibió los Diez Mandamientos directamente de Di-s, el pueblo judío se preocupó porque Moisés los había abandonado y construyó un Becerro de Oro, como se discutió anteriormente. Al ver esta profanación, Moisés arrojó las tablas y las destrozó frente a la gente. Di-s luego le dijo a Moisés que se hiciera a un lado para poder destruir a la gente y comenzar de nuevo. Moisés respondió en su nombre: Y ahora, si perdonas su pecado… pero si no, entonces bórrame de tu libro.48
Cuando Moisés bajó de la montaña y vio al pueblo judío bailando alrededor del becerro de oro, supo que era un delito punible con la muerte, según las mismas tablas que sostenía. En ese momento, Moisés hizo lo único en lo que podía pensar para salvar a su gente: rompió las Tablas, anulando el contrato que los hacía responsables. Cuando se enfrentó a una elección entre la supervivencia del pueblo judío o la supervivencia de la Torá, Moisés eligió al pueblo.
Para un líder judío que ama la Torá casi más que la vida misma, esta es la máxima expresión del amor incondicional. Es por eso que la Torá, que se llama Torat Moshé, “La Torá de Moisés”, termina en esta misma nota, para que no olvidemos el punto final detrás de todos sus principios: que la forma de amar a Di-s es amando a su pueblo.
Por lo tanto, es el eterno amor y compromiso con el pueblo judío que Moisés exhibió en este mismo caso, incluso desafiando a Di-s, lo que lo grabó para siempre en nuestros corazones como el líder supremo.
El Talmud49 va aún más lejos cuando nos informa que Di-s, Él mismo, estaba “de acuerdo con la mente de Moisés” en este caso, llegando incluso a felicitarlo, “¡Yeyasher kochacha sheshibarta!” (“¡Te felicito por romper las tablas!”.)
R. Schneur Zalman de Liadi puntualiza algo similar. Se le preguntó: “¿Qué tiene prioridad, el amor a Di-s o el amor a Israel?” Él respondió: “El amor a Israel tiene prioridad, porque amas a quien tu Amado ama”.50
En un mundo donde las personas reales están permanentemente al servicio de principios abstractos, ya sea religiosa o políticamente, Moisés hizo una declaración revolucionaria: no se trata de tener que elegir entre amar a la gente o amar a Di-s, porque es la voluntad esencial de Di-s que la mejor manera de amarlo es amar a sus hijos. Esta es la grandeza de Moisés: su compromiso con la gente a la que se le encomendó cuidar y guiar a través del desierto de la vida, sin importar lo que hayan hecho. Y esta también es la grandeza de la Torá: que no tiene miedo de suplantar su propia supremacía por el pueblo judío, porque el pueblo judío es su propósito esencial. En este momento eterno, iluminado por nuestros sabios, la Torá nos está enseñando que un alma judía, no importa cuán brillante o rota, no es un medio para un fin, de hecho, es un fin en sí misma. Esta es la última palabra de la Torá, su joya de la corona.
Este también es el principio suprarracional que subyace en la relación del Rebe con todos los hijos de Di-s, aquellos con quienes se encontró personalmente, así como aquellos registrados en nuestra historia. El Rebe nunca dejó de buscar los puntos buenos dentro de cada uno de nosotros y nunca dejó de abogar por nosotros, a pesar de las fallas o debilidades que pudimos haber tenido. Esta es la esencia del liderazgo judío. Esto es lo que hace un Rebe.
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