Cuán a menudo desearíamos ser más amables y cariñosos? ¿Quién no ha deseado poder frenar sus impulsos para satisfacer necesidades momentáneas? ¿Quién no desea que sus buenas acciones eclipsen a las egoístas?
Todos tienen el poder de convertirse en la “mejor persona” que saben que son capaces de ser. Hacer cambios positivos es una parte continua del crecimiento espiritual. La pregunta es: ¿cómo?
Una perspectiva judía puede ayudar a responderla.
Nuestros Sabios enseñan1 que cada uno de nosotros tiene dos ietzer(inclinaciones) dentro de sí, uno que busca servir a nuestra alma y al impulso espiritual, y otro que atiende a nuestro ego y a los deseos físicos. Nuestro mayor potencial se alcanza cuando somos capaces de canalizar ambas energías residentes en la dirección de la mayor salud y santidad posibles. Esto requiere que nos comprometamos activamente con la inclinación positiva y trabajemos para transformar la inclinación negativa.
Con este fin, los pensadores judíos han debatido durante mucho tiempo cuál es el enfoque más ventajoso para el auto perfeccionamiento: ¿Debe una persona mejorarse a sí misma luchando o arreglando principalmente los impulsos negativos que lleva dentro, o centrando sus esfuerzos principalmente en hacer el bien, servir a Di-s y apoyar a los demás? ¿Un enfoque lleva al otro? ¿Cuáles son sus respectivos beneficios y lógica?
La mejor defensa es un buen ataque
En respuesta a esta pregunta, dos grandes maestros jasídicos del siglo XVIII, R. Arie Leib de Shpole (conocido como el Shpoler Zeide) y R. Shneur Zalman de Liadi, fundador de Jabad Lubavitch, discutieron sobre la mejor manera de cambiar positivamente el equilibrio en la constante lucha entre las inclinaciones negativas y positivas de uno.2 Esencialmente, sus respectivos enfoques pueden entenderse en la clásica terminología del conflicto: ¿Debe uno invertir su energía en asegurar primero una buena y sólida línea de defensa, o en lanzar una temprana y audaz ofensiva?
R. Arie Leib defendía una postura más defensiva. Según esta perspectiva, la forma más eficaz de silenciar la voz interior de la negatividad es poner fin a cualquier relación con ella. Sólo después de expulsar todo pensamiento, palabra y acto pecaminoso, decía, se podía dedicar energía a la realización del bien. Paradójicamente, este enfoque requería que uno se centrara mucho en sus impulsos inferiores y en sus rasgos negativos para identificarlos y reencaminarlos.
Para apoyar su argumento, R. Arie Leib citó al rey David: Apártate del mal y haz el bien,3 lo que, según explicó, significaba que debía ser en ese orden: primero apartarse del mal y sólo después concentrarse en hacer el bien. La evidencia bíblica de esta opinión suele reforzarse con una simple analogía: “¿Tiene sentido llevar muebles adornados a una casa sin limpiarla primero? ¿Qué sentido tienen los muebles bonitos si se encuentran en la suciedad?”. 4
R. Shneur Zalman no estaba de acuerdo; argumentaba a favor de una estrategia más “ofensiva”. Enseñó que si nos centramos en las buenas cualidades que ya están presentes en nosotros, podemos cambiar el impulso y disminuir la atracción magnética de nuestros sentimientos negativos. En lugar de poner el ego bajo la lupa, lo que sólo nos pone en contacto con la inclinación al mal, R. Shneur Zalman sugirió que deberíamos ir directamente al alma, por así decirlo. Como escribió con precisión en el Tania: “Quien lucha con un oponente sucio se ensucia a sí mismo”.5 La mayoría de los que hacen campaña política pueden dar fe de ello.
No te centres en ti mismo
El Rebe llevó este enfoque aún más lejos. En consonancia con las enseñanzas de Jabad, estaba inequívocamente del lado de tender la bondad a través de la inmersión en la positividad y la luz, en lugar de deconstruir la oscuridad ad infinitum. Enseñaba que, al centrar tu atención en los demás, eres capaz de elevarte por encima de las mezquinas pretensiones y apetencias de tu ego.
Cuando un hombre pidió consejo para vencer un impulso negativo que le preocupaba, el Rebe le escribió esta carta:6
Ciertamente, esto es sólo el designio del iétzer hará (inclinación al mal). [En general,] sería bueno que minimizaras tus pensamientos sobre ti mismo —incluso sobre aquellos asuntos que parecen necesitar corrección— y cambiar estos pensamientos por asuntos que involucran a otros. Qué bueno sería que esos pensamientos se centraran en Di-s.
Este cambio de enfoque pretende corregir nuestra tendencia natural a estar absortos en uno mismo. Según el Rebe, incluso cuando ese enfoque egocéntrico se dirige a fines positivos, como el refinamiento del ego, sigue fijándose en el yo, y el individuo, por lo tanto, no se conecta con Di-s ni con los demás. El Rebe trató de liberarnos de los estrechos confines del yo aislado, activando nuestras naturalezas espirituales superiores en el amor, el servicio y la conexión tanto con el Creador como con la creación para el bien de todos.
El poder de hacer el bien
Cuando las personas no emprenden acciones positivas, corren el riesgo de quedarse atrapadas en el fango de los pensamientos negativos. La mayoría de las personas han experimentado la frustración de intentar desesperadamente no pensar en algo, creyendo que si lo ignoran, simplemente desaparecerá. No es así, sino todo lo contrario.
Sin embargo, si cambias conscientemente tu enfoque de los pensamientos negativos a la realización de buenas acciones, puedes hacer que tus impulsos negativos disminuyan gradualmente o incluso cesen por completo. ¿Por qué? Porque has pasado a algo mejor.
Cuando te centras en lo positivo, hay un sinfín de buenas actividades; haz un voluntariado en tu comunidad, da clases particulares a un niño, dona comida y ropa a personas necesitadas, estudia, reza o recauda dinero para una causa digna. La lista de formas de tener un impacto positivo es interminable.
Las inclinaciones negativas se presentan en muchas formas diferentes: El materialismo, la codicia, el ansia de poder, la arrogancia, las distracciones, las adicciones, la ira e incluso la simple impaciencia con los demás. Trabajar para analizar y restringir cada aspecto de la inclinación al mal puede llevar toda una vida. Actuar con una intención amorosa y consciente puede llevar sólo un momento.
Cuando una persona se centra en “hacer el bien”, inevitablemente se “apartará del mal” como consecuencia natural.
“Un poco de luz disipa mucha oscuridad”.7
La noche se destierra mediante la iluminación, no la eliminación.
No arregles el pasado, construye el futuro
Un joven vino cierta vez al Rebe, avergonzado por haberse alejado de la observancia judía. Ahora había vuelto y buscaba un camino de penitencia por haberse desviado. El Rebe le dijo: “No te concentres en tu pasado ahora; en cambio preocúpate por servir a Di-s a través de la alegría, y te ocuparás del pasado en otro momento”.8
No empieces un nuevo viaje recordando todos tus pasos en falso anteriores, porque es muy posible que te asustes de cualquier progreso futuro. Comienza, en cambio, con movimientos pequeños pero tangibles en la dirección correcta. Estos primeros éxitos te ayudarán a crear un impulso hacia tu objetivo, mientras que al mismo tiempo se abre el apetito de tu alma por los frutos espirituales de la bondad y la positividad.
Superarse a sí mismo
La respuesta del Rebe para aquellos preocupados por sus impulsos o inclinaciones negativas fue: “Superadlo”. Esto no era una forma de decir: “¡Olvidadlo!”. Más bien, quería decir “superarlo” literalmente, en el ámbito espiritual.
Sabía que esto podía ser especialmente difícil para los adolescentes inquietos. Cuando era adolescente en la ieshivá, R. Leibel Kaplan volvía a casa después de cenar en la escuela. Aunque había comido, tenía la costumbre de dirigirse a la nevera al llegar a casa. No tenía hambre; sólo quería ver lo que su madre había preparado para la cena.
Fue a ver al Rebe para ver si podía quitarle esta costumbre. Ahora, en la escala de impulsos e inclinaciones negativas, esto no está en lo alto de la lista de “pecados terribles” de nadie, pero le preocupaba, y estaba decidido a superarlo. El Rebe le aconsejó que se imaginara a sí mismo como el decano de un gran seminario rabínico o como el director general de una gran empresa, algún puesto en el que su influencia llegara lejos y se ganara el respeto de sus compañeros. Si este fuera el caso, sugirió el Rebe, revisar la nevera después de haber comido estaría por debajo de su dignidad.9
En este caso, el Rebe enseñó al estudiante a abandonar un hábito negativo proyectándose en un ámbito en el que el hábito negativo estaba por debajo de él. El Rebe no se centró en el joven en sí mismo, ni en ninguna falta de refinamiento, y como resultado tampoco lo hizo el estudiante. El Rebe se limitó a pedirle al estudiante que se comprometiera con una visualización que revelara su naturaleza superior.
No te dejes influenciar, sé un influencer
Dov Lent, un joven estudiante, se preocupaba de que las distracciones y tentaciones de su nueva universidad lo desviaran de la vida observante. El Rebe le animó a no permitir que el ambiente secular del campus consumiera demasiada atención. “La mejor manera de lidiar con la inclinación al mal, y con un ambiente desafiante en particular, es no entrar en lucha con ella”, dijo el Rebe. “¡No te pongas en un encuentro con ella en primer lugar! Más bien, aleja tu mente de toda la tentación diciéndote a ti mismo: '¡Estoy ocupado! ¡No tengo tiempo para esas cosas! Tengo que estudiar, una mitzvá que cumplir, estoy ayudando a alguien'”.
Años más tarde, R. Dov Lent contó que había pasado su tiempo libre en la universidad estudiando Torá con un compañero de estudio igualmente preocupado. Además, ayudaba a organizar los Shabatones del campus para toda la comunidad. “En lugar de que el entorno secular me influyera de forma negativa, pude influir espiritualmente de forma positiva”.10
No hay tiempo para el pecado
El famoso Rebe jasídico, R. Menajem Mendel de Kotsk (1787-1859) dijo cierta vez: “No espero que mis jasidim no pequen. Espero que no tengan tiempo para pecar”. Como su consejo a Dov Lent, el Rebe también era un gran creyente en no tener tiempo para pecar.
Para hacer hincapié en este punto, a menudo compartía 11 una historia sobre el gran Sabio Talmúdico, R. Iojanan ben Zakai. En su lecho de muerte,12 con sus estudiantes reunidos a su alrededor, lloró diciendo que había dos caminos ante él, y que no sabía por qué camino sería llevado. Había estado tan ocupado en la vida que nunca había tenido tiempo para contemplar y hacer un balance de su estado espiritual. Las buenas acciones habían ocupado literalmente todo su tiempo.
No luches, fluye
En algún momento, todos nos hemos encontrado tan ocupados e inmersos en lo que estamos haciendo en ese momento que entramos en un estado de “flujo”. Ello puede cautivar a un abogado que se prepara para un juicio, a un autor ansioso por terminar de escribir una novela o a un padre primerizo que baña a su hijo. Un compromiso tan intenso puede silenciar nuestra conciencia física hasta el punto de hacernos ignorar necesidades corporales como el hambre o la fatiga. Cuando movilizamos nuestras energías para llevar a cabo una causa superior, nos sumergimos de forma natural y alegre en una positividad abrumadora.
Entonces, ¿luchar contra el mal o hacer el bien?
¡Haz el bien! Siempre y de todas las maneras.
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