La predisposición de positividad del Rebe estaba especialmente presente en relación con las personas que se percibían como carentes en algún aspecto. Se dirigía a las personas que se encontraban en situaciones difíciles de cierto modo que, en lugar de reforzar sus limitaciones percibidas, iluminaba su potencial positivo inherente.
En este capítulo, exploraremos las interacciones y la correspondencia del Rebe con personas con discapacidades mentales o físicas, incluyendo a los soldados heridos en el curso de su servicio.
Niños especiales
En 1979 se produjo un acalorado debate entre los profesionales de la salud pública y los políticos sobre el alojamiento y el manejo de los niños y adultos diagnosticados con diversas discapacidades mentales. Mientras que anteriormente estas personas habían sido esencialmente retiradas de la esfera pública y ubicadas en grandes instituciones estatales, que a menudo funcionaban en condiciones supuestamente negligentes, se estaba difundiendo una nueva propuesta para reintegrar a estas personas a los barrios de sus familias y al seno de la comunidad en un nuevo modelo de entorno de hogares grupales.
A raíz de esta nueva propuesta se produjo un gran debate público en torno a esta cuestión. En medio de tal debate, Robert Wilkes, director del Centro de Desarrollo Infantil del Hospital de Coney Island, le escribió al Rebe:1 “Como trabajador social judío y presidente del Consejo Regional II para Retardos Mentales en Brooklyn, me interesaría mucho conocer su opinión sobre “el cuidado y la educación de los individuos judíos retrasados”, es decir, personas que, desde su nacimiento, presentan retardo en el pensamiento, el habla y el aprendizaje”. En concreto, Wilkes quería saber cómo él (y nosotros) podríamos “ver esta cuestión —es decir, el cuidado de individuos con discapacidad que requieren atención y supervisión de por vida— desde una perspectiva judía”.
Esta pregunta inicial dio lugar a un fascinante intercambio entre Wilkes y el Rebe. Impresionado e inspirado por la profundidad de las respuestas del Rebe, Wilkes recibió la aprobación para invitar al Rebe a disertar en una conferencia de profesionales judíos de la salud, el trabajo social y la comunidad, centrada específicamente en los problemas y las necesidades de los niños judíos con discapacidades. Posiblemente, según Wilkes, se trataba de la primera conferencia de esta índole.
El Rebe se sintió conmovido por la invitación y apoyó los objetivos de la conferencia. Aunque no pudo asistir debido a las exigencias de su agenda, se tomó el tiempo de escribir un comunicado oficial para difundir en la conferencia.
En este comunicado, el Rebe revela cuidadosamente su visión positiva y su enfoque de la vida y la educación de las personas con discapacidad. Como veremos, estas ideas fueron revolucionarias en su época y, a pesar de los avances que se han producido en la relación de la sociedad con las personas con capacidades diferentes, siguen conservando la vanguardia y la tenacidad.
A finales de los años 70 y en los 80 era habitual referirse a las personas con capacidades diferentes como minusválidos o retrasados. De hecho, la propia conferencia, organizada por líderes en diversos campos, se denominó oficialmente Conferencia para la Comunidad Judía sobre Cuestiones y Necesidades de los Judios con Retrasos Mentales. Dentro de este contexto, debemos ver una frase tangencial en la carta del Rebe para comprender su sensibilidad e importancia del cambio del paradigma.
Luego de varias observaciones introductorias, el Rebe escribe:
Con respecto a los “retrasados judíos”, particularmente prefiero algún término como personas “especiales”, no simplemente como un eufemismo, sino porque reflejaría con mayor precisión su situación, especialmente en vista del hecho de que en muchos casos el retraso se limita a la capacidad de absorber y asimilar conocimientos, mientras que en otras áreas pueden ser absolutamente normales o incluso superiores a la media....
Muchos años después, Wilkes recordaba: “Fue una carta fantástica. Y asombrosamente progresista. Hoy en día utilizamos los términos 'educación especial', 'necesidades especiales', etc., pero en aquel entonces la terminología era inédita.... A mi entender, “especial” fue un término que acuñó el Rebe.Definitivamente, yo no lo había oído antes”. Si el Rebe realmente acuñó el término “especial” o fue uno de los primeros en adoptarlo, no viene al caso. Este comentario, cuando se entiende dentro de su contexto histórico, nos da una idea de la preocupación y el cuidado extremo del Rebe por la condición humana.2
Esto, de hecho, es una subversión directa de la definición común de una discapacidad: una carencia. En este único comentario, el Rebe toma este concepto erróneo popular y lo reformula: Una carencia percibida en una capacidad sugiere una capacidad superior en otra. Una aparente falta de agudeza mental o sensibilidad social, por ejemplo, puede implicar una mayor capacidad espiritual o imaginativa.
En otra carta, el Rebe aborda este mismo punto:
Volviendo al tema de la correspondencia, es decir, las necesidades de los niños especiales (o los llamados retrasados o limitados en su desarrollo, como se habla a menudo), son, sin duda, limitados en ciertas áreas (¿y quién no lo es?), pero... la experiencia humana está colmada de ejemplos de individuos que han sido severamente limitados en algunos aspectos, y sin embargo han sobresalido posteriormente... en otros aspectos.
Esta era la lógica subyacente del Rebe en su punto de vista, tal como se revela en esta correspondencia: cada uno tiene un don único. Debemos ser definidos por nuestras fortalezas personales. Depende de nosotros reconocer y ayudar a revelar las bendiciones latentes de cada individuo y su potencial para el bien del mundo. Esto se aplica a todos.
Al final de esta carta, el Rebe, de manera característica, hizo una última sugerencia para hacer evolucionar la situación general hacia el resultado más positivo:
Estoy convencido de que si se instituyera un sistema adecuado de pruebas de aptitud para determinar las habilidades particulares de nuestros niños especiales a una edad temprana, y si se establecieran clases apropiadas para permitirles desarrollar dichas habilidades, los resultados serían enormemente gratificantes, si no asombrosos. De más está decir que este método educativo mejoraría enormemente la confianza en sí mismos y su desarrollo general, por no mencionar también el hecho de que les permitiría hacer una importante contribución a la sociedad.
En esta última directiva, el Rebe revela un nivel aún más profundo de su visión: Nosotros (la sociedad) los necesitamos (a las personas con capacidades diferentes) tanto o más que ellos a nosotros.
Esta inversión de los roles sociales y de los valores percibidos con respecto a las personas con discapacidades mentales también tiene eco en las interacciones del Rebe con los soldados israelíes que resultaron heridos en el cumplimiento de su deber.
Fuerzas especiales
En 1976, Joseph Cabiliv participó junto a un grupo de soldados discapacitados de un viaje a los Estados Unidos patrocinado por las FDI (Fuerzas de Defensa de Israel). Al estar confinado a una silla de ruedas como resultado de las heridas sufridas en los Altos del Golán, Joseph tuvo muchas dificultades para adaptarse y reintegrarse en la sociedad, incluso en su propia comunidad y familia.
Ya sea en las incómodas o dolorosas visitas de amigos y familiares en el hospital tras la operación o en la incómoda evasión por parte de personas eventuales en la calle, Joseph se enfrentaba constantemente a la incapacidad de la sociedad para tratar a los discapacitados, aun en su rol de Héroes Nacionales. De hecho, cuando Joseph se encontró con otros veteranos discapacitados, descubrió que compartían su experiencia de marginación y vergüenza por el modo en que la gente les trataba tras sus heridas discapacitantes de la guerra. Se les consideraba menos que nadie, necesitados de asistencia constante, que ya no eran útiles ni capaces. El abismo que se abrió entre ellos y el resto de la sociedad no hizo más que agravar sus heridas.
Ahora están en Nueva York, solos, juntos. Al enterarse de su llegada, un jasid de Lubavitch se dirigió rápidamente a su hotel para invitarlos a reunirse con el Rebe. El grupo aceptó la invitación, y rápidamente se hicieron arreglos para transportarlos a la sede del Rebe. Pronto se encontraron en la gran sinagoga en el subsuelo de 770 Eastern Parkway.
Una vez sentados, el Rebe entró y los saludó uno por uno, mirándolos a los ojos. Según Joseph,3 “desde aquel terrible día en que me desperté sin piernas, he visto todo tipo de cosas en los ojos de quienes me miraban: dolor, lástima, repulsión, ira. Pero ésta fue la primera vez en todos estos años que encontré verdadera empatía”. Tras disculparse con el grupo israelí por su hebreo con acento ashkenazí, el Rebe procedió a pronunciar un breve discurso, en el que dijo:4 “Si una persona ha sido privada de un miembro o de una facultad, esto indica por sí mismo que Di-s le ha brindado poderes especiales para superar las limitaciones que esto conlleva y sobrepasar los logros de la gente corriente”. Luego agregó enfáticamente: “No eres 'discapacitado' ni 'minusválido'; más bien, eres especial y único, ya que tienes un potencial único que todo el resto de nosotros no tiene.”
Como el Rebe aclaró en numerosas ocasiones, la idea de que Di-s no enfrenta a los seres humanos con desafíos mayores de los que puedan resolver se aplica a todos los desafíos de la vida, no sólo a los morales y religiosos. Por lo tanto, cuanto más grande es el desafío al que uno se enfrenta, mayor es la confianza y el apoyo que le ofrece Di-s.
En este caso, el Rebe vuelve a reformar las percepciones de la sociedad, insistiendo en que lejos de ser “discapacitados”, estos soldados, como resultado de sus lesiones, fueron bendecidos con casi superpoderes para superar sus obstáculos y elevarse por encima de sus aparentes limitaciones. Por supuesto, en última instancia, dependía de ellos acceder a estas energías y activarlas.
Al igual que Iaacov, que de su lucha con el ángel salió con una herida, así como con un nuevo nombre y una nueva misión, estos soldados, según el Rebe, fueron llamados ahora —y recibieron los recursos internos necesarios— no sólo para sobrevivir a sus lesiones, sino para prosperar, inspirar y contribuir a la vida a su manera.
“Por lo tanto, sugiero”, continuó el Rebe, añadiendo con una sonrisa, “—por supuesto que no es de mi incumbencia, pero los judíos somos célebres por opinar sobre asuntos que no les concierne— que ya no se os llame Nejei Israel ('discapacitados de Israel', tal como es su calificación oficial para las FDI) sino Metzuianei Israel, 'excepcionales de Israel'“.
Vemos aquí, una vez más, que el Rebe encuentra en la aparente carencia o desafío de alguien una capacidad, un don y una oportunidad únicos para crecer y llegar a ser más de lo que ellos, o cualquier otra persona, jamás creyeron posible.
Esta es una lección clara y conmovedora para cada uno de nosotros, ya sea que estemos luchando con discapacidades o relacionándonos con alguien con capacidades diferentes. La forma en que te ves a ti mismo y a los demás puede reforzar un conjunto establecido de limitaciones o abrir nuevas perspectivas de potencial ilimitado. Por lo tanto, no te definas a ti mismo ni a los demás basándote en tus carencias o desafíos o en los de ellos. Cada uno de nosotros es mucho más poderoso y capaz de lo que podríamos imaginar. Elige siempre ver el potencial virtuoso y único de cada persona, sin importar su situación ni condición.
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