En 1952, un año después de asumir el liderazgo de Jabad, el Rebe se comprometió a enviar a una pareja de recién casados a servir como shlujim en Brasil. La novia y sus padres, los tres Lubavitchers, estaban muy descontentos con la solicitud del Rebe. El padre, que ocupaba un puesto clave para el movimiento en Israel, no podía comprender la idea de que su hija y su yerno se mudaran a un país con poca infraestructura judía, y escribió al Rebe expresando su desdicha.
No poseemos ninguna copia de la carta del padre, pero el contenido básico de lo que dijo está claro por la respuesta del Rebe (cuando la carta fue publicada, el Rebe, como era su costumbre, omitió todos los nombres). El padre, claramente contento con el matrimonio, escribió que el “feliz acontecimiento de la familia estaba [ahora] perturbado” por la noticia de que la pareja sería enviada al extranjero. Parece evidente por la respuesta del Rebe que el padre no hizo ningún esfuerzo por disimular su desagrado por lo que el Rebe había hecho.
El Rebe de ninguna manera se disculpó. Escribió en su calidad de líder, como un general militar que entendía la necesidad de desplegar sus tropas donde más se necesitaban, a “un lugar donde su yerno y su hija puedan utilizar plenamente todo su potencial”. El Rebe reconoció que mudarse a una comunidad judía extranjera y en gran parte no observante requiere de cierta medida de auto-sacrificio (mesirut nefesh), pero luego planteó una pregunta retórica destinada a aplastar cualquier oposición adicional. Parafraseando: “Si uno no puede esperar tal auto-sacrificio de un graduado de nuestra Yeshivá, o de alguien que es un hijo también de tal graduado y que está casado con la hija de tal graduado, si incluso de tal gente no se puede pedir una medida de auto-sacrificio, ¿entonces en quién se puede confiar?”.
El Rebe procedió a ofrecer tanto una zanahoria como un palo. Así, le aseguró al padre, sabiendo que la carta también sería leída por su hija, que la pareja florecería de todas las maneras significativas emprendiendo tal misión: “La vastedad de la buena fortuna que resultará si aceptan este ofrecimiento, incluida la buena fortuna en sentido material, es obvia para mí”. Por otro lado, y el Rebe afirmó esto como un hecho y no como amenaza, negarse a tal misión cortaría a la pareja de la obra del Rebe Anterior (que había fallecido dos años antes), y, por implicación, del propio Rebe. Aunque también expresó el “golpe” que sintió por el hecho de que un ofrecimiento de difundir “la luz de la Torá y Jasidut” a judíos desconocidos pueda llevar a los padres a sentir que su felicidad fuese “perturbada”, y también estableció, hacia el final de la carta, su conclusión principal: “Como dije antes, no estoy dando una orden, el Cielo no lo permita. Es sólo una sugerencia”.
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