Estimados lectores:
Ayer fue el 9 de Av, Tisha Beav, el día de ayuno más triste de nuestro calendario.
Recordamos la destrucción del templo y el comienzo del prolongado exilio judío. Hablando con unos amigos surgió la pregunta:
- ¿Qué sentido tiene ayunar por el exilio judío, cuando ya tenemos un país propio y soberano como Israel?
Si bien no tenemos el Templo en pie, Jerusalén ha sido reconstruida y está en manos de Israel. ¿Tiene sentido seguir llorando por la destrucción de Jerusalem en este contexto?
La conclusión a la que llegamos es que a pesar de que Jerusalem está más hermosa que nunca, la esencia del conflicto por el que se destruyó el templo sigue vigente.
El Talmud nos dice que el motivo de la destrucción fue el odio gratuito. Entre las facciones judías que predominaban era tan fuerte la ideología que se terminaron peleando entre ellos mismos hasta que cuando entraron los romanos no quedaba casi resistencia.
Y ese problema perdura, tanto en nuestro pueblo como en el mundo en general.
“Todos los judíos ortodoxos son iguales” “Los judíos de izquierda no son verdaderamente judíos”
Es común escuchar estas frases o similares. A pesar de tener el lugar físico de Israel, todavía nos falta mucho como para que olvidemos las causas que nos llevaron al exilio, las amargas grietas internas.
Somos todos hermanos, nuestros destinos están entrelazados, dejemos de lado las diferencias y veamos al otro como un igual.
¡Shabat Shalom!
Rabino Eli Levy
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