“Mi relación con mi hermano mayor, que tiene diez años más que yo, ha ido de mal en peor a lo largo de los años,” me escribió un lector esta semana. El parece haber olvidado que no vivimos más en la casa de nuestros padres y que él no tiene quince años y yo no soy el niño pequeño a quien intimida y mandonea. Yo tengo ahora treinta y cinco años, estoy casado, tengo tres hijos; pero mi hermano me sigue menospreciando y tratando como a un niño de cinco años.

“De acuerdo a un artículo reciente suyo,” continuó el lector, “todo lo que tengo que hacer para resolver el problema es cambiar la forma en que lo escucho. Este enfoque parece poner la responsabilidad en mí, cuando en realidad la culpa está en su lenguaje abusivo. Es obvio que la situación no cambiará a menos que el empiece a darse cuenta que me está hiriendo y esté dispuesto a cambiar la forma en que me habla, como también disculparse por su comportamiento pasado.” Luego preguntó, “¿Tiene alguna receta especial para mi hermano abusivo?”

Le respondí diciendo: Si su hermano me pidiera consejo, le hablaría sobre no herir a otra gente, especialmente a un hermano. Sin embargo, debido a que no estoy seguro de que su hermano lea mi columna, y porque, por lo que parece, no tienes control sobre la forma en que se comporta su hermano, la única persona a la cual puedo darle consejo es a ti. Mi consejo para ti es: controla a la única persona en el mundo sobre la cual tienes control, y esa persona eres tú.

Ten en mente que, técnicamente hablando, cuando tu hermano te habla en forma abusiva, lo que sale de su boca es solo un montón de aire caliente, que produce varios sonidos. Y esos sonidos no tienen agujas ni flechas en ellos; es solo aire caliente. Ahora tu tienes que elegir cómo decodificar ese aire, y qué interpretación darle.

Las opciones que tienes son:

Decodificarlo como un mensaje hiriente, especialmente si te recuerda la época en la que eras un niño indefenso incapaz de defenderse por sí mismo. Usando esta interpretación, ahora tomaste el aire caliente y lo convertiste en flechas que te hieren. Esto causa un resentimiento creciente hacia tu hermano. Como resultado, puedes llegar a desarrollar síntomas físicos, como úlcera o presión arterial alta.

Por el otro lado, puedes elegir la opción de decidir que el aire caliente que sale de la boca de tu hermano es nada más que aire caliente. Así como no es tu culpa si tu hermano eructa como resultado de lo que comió, así también, no es tu responsabilidad o culpa que las palabras que salen de la boca de tu hermano sean abusivas, eso es problema de él.

La mayor parte del tiempo, la gente que anda abusando y encontrando lo negativo en otros, es en esencia, gente infeliz que tiene muchos problemas propios. Ellos quieren transferir sus problemas a otro. Tienes la opción: hacerte cargo de esos problemas, o decir, “No, ¡gracias!”.