Estimados lectores:
La vida de nuestros patriarcas nos marca para todas las generaciones. Aquello que hicieron en sus vidas es un mensaje eterno para nosotros hasta el día de hoy.
Esta semana leemos como Iaakov tuvo que escapar de su casa perseguido por su hermano, refugiándose en la casa de su tío. A diferencia de Abraham que se fue de la casa de su padre, con un proyecto y un mandato divino, Iaakov tuvo que escapar de un día para el otro sin plan, sin bendiciones, ni nada. Simplemente, huir.
¿Cuántas veces los hijos de Israel tuvieron que armar un bolso con las pertenencias mínimas y dejar todo atrás?
Podemos ver dos mensajes de la historia de Iaakov que de alguna manera se repitieron en los siglos de nuestro exilio:
1. Las doce piedras: Iaakov colocó doce piedras alrededor de su cabeza antes de acostarse para protegerse de cualquier peligro. ¿Por qué proteger la cabeza? El intelecto judío, el estudio de Torá se cuidó y se protegió incluso mientras cruzaban fronteras escapando de peligros, los judíos no abandonamos jamás la cabeza.
2. La escalera: Iaakov sueña con una escalera en la que suben y bajan ángeles. Los ángeles son las energías que generamos al hacer una acción positiva, una mitzvá. En cada lugar donde estamos tenemos la oportunidad de elevar los recursos que llegan a nosotros y darles alas elevándolos.
A veces el destino nos lleva por caminos impensados y forzados, no siempre elegimos a donde ir, ni donde estar, pero estas dos cosas nos acompañaran siempre, el estudio y las buenas acciones.
¡Shabat Shalom!
Rabino Eli Levy
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