Pregunta:

Actualmente asisto a una universidad en los Estados Unidos, y últimamente ha habido mucha controversia en torno a los “espacios seguros”, donde los estudiantes pueden retirarse para evitar el agobio causado por las ideas y discursos provocadores. Muchos insisten en su importancia, mientras que otros sostienen que obstaculizan el diálogo y la libertad de expresión.

Me preguntaba, ¿cuál es la perspectiva judía sobre los espacios seguros y la sobreabundancia de la corrección política en los campus en estos días? ¿Deberían los profesores no hablar de ciertos temas o usar ciertas palabras porque los alumnos podrían sentirse atacados?

Respuesta:

Soy muy consciente de que esta controversia es matizada y está políticamente cargada, así que, sin entrar en los detalles de los espacios seguros, permíteme darte una perspectiva judía:

Una visita rápida a cualquier sala de estudio de Talmud es suficiente para dejar muy claro que el judaísmo está muy a favor del debate bullicioso y animado (por decirlo suavemente) para ayudar a agudizar las opiniones y llegar a una conclusión correcta. El Talmud en sí está esencialmente organizado como una serie de discusiones entre los rabinos, debatiendo una serie de temas judaicos.

De hecho, el Talmud nos dice que uno realmente puede adquirir conocimiento de la Torá sólo a través del aprendizaje en grupos, y tiene algunas palabras muy duras para aquellos que no quieren aprender con los demás.1

En resumen, está claro que la discusión sana e incluso acalorada entre puntos de vista opuestos es la manera judía. La verdadera pregunta, sin embargo, es: ¿cuál es la opinión de la Torá sobre la libertad de expresión? ¿Debería restringirse algún discurso?

La libertad de expresión y el factor Di-s

En primer lugar, necesitamos entender una diferencia filosófica subyacente entre la Constitución y la Torá. Según la Constitución, el hombre fue creado con derechos naturales, por lo que el Gobierno ve como su trabajo crear leyes que protejan esos derechos. Según la Torá, sin embargo, Di-s no simplemente nos creó y nos dejó por nuestra propia cuenta, sino que Él participa activamente en el mundo y se preocupa por lo que hacemos. Por lo tanto, Él no nos dio derechos pasivos, sino responsabilidades y deberes.

Sin embargo, por mucho que la Torá celebre el intenso debate y el discurso elevado, no duda en prohibir ciertos tipos de discursos, como lashón hará, es decir, hablar negativamente sobre otra persona, aunque sea verdad. Hablar negativamente acerca de alguien viola el mandamiento bíblico: “No irás como chismoso en medio de tu pueblo. No te quedarás quieto ante la sangre de tu prójimo. Yo soy el Eterno”. Y dependiendo de la situación, chismorrear puede violar hasta 31 mandamientos de la Torá.2

Sin duda, si guardar silencio resultará en daño físico o financiero a alguien, entonces uno está obligado a hablar. No obstante, sin estas condiciones, tal discurso está prohibido.

Onaat devarim—El discurso hiriente

Por supuesto, tu pregunta no es tanto acerca de si uno puede hablar negativamente sobre una persona a otra persona, sino sobre si uno puede hablar de forma hiriente o que despierte emociones negativas en el oyente.

La Torá afirma que “no se hostigarán el uno al otro, sino que temerás a tu Di-s, pues yo soy el Eterno su Di-s”. La ley judía explica que esta prohibición de onaat devarim incluye decir deliberadamente algo que lastimará, asustará o avergonzará a alguien.3

Onaat devarim incluye recordar a alguien que se arrepintió de sus pecados anteriores, decirle a alguien que sus problemas y desgracias fueron causados por sus pecados,o incluso hablar negativamente a un converso sobre su vida anterior.4 Esta prohibición se aplica a todos los tiempos y espacios.5

Al mismo tiempo, si alguien está diciendo cosas hirientes para ti u otra persona, no estás obligado a permanecer en silencio por temor a responder de manera hiriente y transgrediendo esta prohibición.(Contrariamente a la creencia popular, “poner la otra mejilla” no es un valor judío).

En términos prácticos, si la ley judía considera que cierto discurso es negativo o hiriente, está prohibido en casi todas las circunstancias. El concepto de un espacio seguro es irrelevante. (Al mismo tiempo, cabe señalar que no todos los discursos de los que protegería un espacio seguro están necesariamente prohibidos de acuerdo con la ley judía.)

Esto nos lleva a la siguiente parte de su pregunta, si un maestro debe asegurarse de ser políticamente correcto en el salón de clases y evitar ciertas palabras.

La corrección política y el arca de Noé

El Talmud señala un detalle fascinante en la descripción bíblica de Noé cuando estaba reuniendo a todos los animales en el arca.El versículo dice: “De los animales puros, y de los animales que no son puros... de dos en dos vinieron a Noé al arca, macho y hembra, como Di-s había mandado a Noé”.6

Esta es una expresión inusual. En general, la Torá está escrita en un lenguaje corto y conciso. Cada letra tiene significado, y ninguna letra es superflua. Entonces, ¿por qué llamar a un animal “no puro” en lugar de “impuro”, palabra aquella que usa ocho letras adicionales en hebreo? Porque la Torá está evitando referirse a estos animales de una manera despectiva, enseñándonos la importancia del discurso refinado.

Pero luego el Talmud continúa diciendo que muchas veces la Torá utiliza el término “impuro”, porque cuando se trata de enseñar a los estudiantes, uno siempre debe usar un lenguaje claro y conciso, incluso a expensas de un discurso más refinado.7

Por lo tanto, aunque los maestros deben ser conscientes de lo que dicen, y ciertamente nunca utilizar intencionalmente el habla dañina, cuando eligen entre el lenguaje políticamente correcto y el lenguaje políticamente no correcto, es importante que se utilice un lenguaje claro, conciso e inequívoco, para que la lección no sea confusa e incomprensible.

Los espacios seguros siguen en discusión

Hemos dejado mucho espacio para que tus compañeros de clase debatan los pros y los contras de los espacios seguros desde la perspectiva de los derechos constitucionales. Sólo ten en cuenta que, desde una perspectiva judía, hablar negativamente casi siempre está prohibido.



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