Esta anécdota ocurrió hace unos veinticinco años. Se acercaba la fiesta de Purim y el rabino Eliezer Shemtov llamó a una de las escuelas judías de Uruguay para ofrecer leer la Meguilá a los alumnos.

Al principio, el profesor no estaba convencido, explicando que, los niños no tendrían paciencia para escuchar la lectura completa. Le sugirió al rabino que leyera la Meguilá unos minutos y luego les narrara la historia de Purim; el rabino le respondió que la Mitzvá de Purim es escuchar la Meguilá completa, y que, siendo niños judíos, él deseaba hacerlo como corresponde.

Analizando el comentario, el rabino le propuso al profesor, que le asignara un salón desocupado para cumplir con la Mitzvá, y cada niño tendría la libertad de decidir voluntariamente si deseaba estar presente.

El docente aceptó la propuesta, advirtiendo al rabino, que no se decepcionara si la presencia de los alumnos no satisfacía su expectativa. El rabino respondió: aun cuando la asistencia sea de un niño, para mí habrá valido la pena, si es el máximo potencial que hay en la escuela.

Cuando llegó el día, el salón estaba colmado de niños y demostraron un gran interés por escuchar la lectura de la Meguilá. El rabino les dio una introducción: “Hoy es Purim y tenemos el deber y privilegio de escuchar la Meguilá. Hay que escucharla entera. Tenemos cincuenta minutos de clase. Me lleva veinte minutos leer la Meguilá entera. Con los libros que les traje, podrán seguir la lectura en hebreo, en fonética o leer la historia en español. Si colaboran conmigo, al final tendremos treinta minutos para preguntas y respuestas”.

Les repartió los libros y todos seguían con interés, especialmente cuando llegaron los momentos de borrar el nombre de Hamán. Al finalizar la lectura, algunos alumnos hicieron preguntas relacionadas a la festividad; el rabino les respondió y quedó muy satisfecho de la dinámica que surgió en el salón.

Al día siguiente, el profesor telefoneó al rabino para agradecerle su insistencia. Además, le contó, que una de las alumnas se le había acercado para decir: gracias por invitar al rabino a leer la Meguilá. No entendí nada de lo que el rabino leyó ayer, pero es la primera vez en mi vida que vivencié Purim”.

Para Reflexionar

Esta historia nos transmite una poderosa enseñanza. Hay quienes piensan que es necesario modificar el mensaje de la Torá tomando en cuenta las circunstancias del receptor. El profesor opinaba que era preferible leer un resumen o muestra de la Meguilá a los niños, en lugar de que escuchen la lectura completa.

Debemos acercar al judío hacia la Torá y no al revés. El judío es quien debe ascender a los valores de la Torá, y no la Torá quien debe “bajar”. Cuando el rabino decidió leer toda la Meguilá, generó un sentimiento auténtico en los niños, al punto que uno de ellos le declaró al profesor que era la primera vez en su vida que sentía la fuerza de Purim.

Otro mensaje de esta historia es la seguridad que sentía el rabino en la capacidad de cada alumno, sin importar su nivel de observancia, para aprender y escuchar con interés la lectura de la Meguilá.

No debemos subestimar la fuerza del alma de cada niño y su deseo de conectarse con lo divino.