En el año 1988 la festividad de Sucot empezó el lunes. Habíamos encargado los juegos de los Arbaat Haminim necesarios para la celebración. Nuestro proveedor los mandó desde Nueva York por DHL y estaba programado para que la encomienda llegara el viernes, con tiempo suficiente como para entregarlos antes de empezar la festividad. Por alguna razón se demoró el envío y no pudieron hacer la entrega el viernes.
Nos habían prometido que el lunes a las ocho de la mañana, lo podríamos recoger en su oficina en Ciudad Vieja.
El lunes de mañana, siendo ya el primer día de la festividad, me fui caminando al centro con unos jóvenes para retirar el paquete. Grande fue nuestra desilusión cuando al llegar nos informaron que el paquete estaba todavía en el Aeropuerto de Carrasco.
¿Qué hacer? No pudimos viajar hacia Carrasco por ser día de fiesta. ¡Todas las comunidades dependían de nosotros por los Arbaat Haminim y en unas horas empezaría la Tefilá, ¡¿y?! ¿Qué hacemos?
Me acordé que el Rebe había hablado extensamente durante el año anterior, 5748, que las letras hebreas que conforman el año 5748 forman las palabras Tismaj y Tesamaj, o sea “alégrate” y “alegra” a otros. “Podemos superar los desafíos con más éxito a través de la alegría” enfatizó el Rebe.
¿Será esa receta aplicable también para este año? ¡Probemos! pensé.
Le dije al encargado: si a las ocho y medía no tenemos la encomienda aquí, verá algo que nunca vio en su vida.
Dicho y hecho. A las ocho y media no había llegado la encomienda, así que los cuatro jóvenes y yo nos pusimos a bailar y cantar ¡Vesamajta! ¡Bejagueja! ¡Vehaita Aj Sameaj! sin parar en la vereda en la puerta de DHL. A la media hora llegó el gerente y nos dijo: bailan y cantan muy lindo. ¿No les molestaría hacerlo en la esquina en vez de hacerlo enfrente de nuestra puerta?
Bailaremos y cantaremos aquí mismo, en la puerta de DHL, hasta que nos entreguen la encomienda tal como nos habían prometido, respondí.
Hizo una llamada, volvió y nos dijo: los entiendo, tienen razón. Les prometo que antes de las diez y treinta tendrán la encomienda en la dirección que me indiquen.
Sentí que podía confiar en su promesa. Le di la dirección de la Kehilá y nos fuimos para allá para hacer Tefilá. A las diez y treinta llegó la encomienda y nos repartimos para entregar los pedidos a las demás comunidades. Las enseñanzas del Rebe se aplicaron y tuvieron éxito.
Para reflexionar
Esta historia nos muestra claramente que “la alegría rompe todas las barreras”. Cuando un judío reconoce que D-os controla todos los detalles de su vida, eso mismo le conduce a servirlo con alegría.
En este caso, la alegría se manifestó en un poderoso baile, y eso mismo quebró toda la resistencia espiritual permitiendo que el rabino recibiera las cuatro especies con tiempo suficiente para repartirlas a su comunidad.
Escribe tu comentario