El Talmud nos dice que hubo 48 profetas y siete profetisas del pueblo judío. Ahora bien, el Talmud califica como profetas a muchos más —de hecho, la enorme cantidad de 1.200.000 de profetas— pero sólo aquellos profetas cuyo mensaje era relevante para las generaciones futuras entraron en la lista.1

Aquí están las siete profetisas de la Biblia:

1. Sara

Como esposa de Abraham, Sara era una socia igualitaria en sus esfuerzos por difundir creencias monoteístas y moralidad. Abraham guió a los hombres, y Sara pastoreó a las mujeres.2 Originalmente se llamaba Yisca, pero Abraham la llamó Sarai (“mi princesa/superior”) porque era superior a él en sus habilidades proféticas. Cuando tenía 89 años, Di-s mandó que su nombre fuera cambiado a Sara (que significa “princesa”) y Abram (“padre exaltado”) se convirtiera en Abraham (“padre de muchas naciones”), y pronto fueron bendecidos con un hijo, Isaac.

Sara era tan santa que su pan permanecía fresco toda la semana, sus velas de Shabat ardían hasta el viernes siguiente, y una nube flotaba sobre su tienda.3 Al contar la edad de Sara en el momento de su fallecimiento, el versículo dice que su vida era “100 años, 20 años y 7 años.” Los sabios explican que cuando tenía 100 años, era tan pura de pecado como una doncella de 20; y cuando tenía 20 años, era tan hermosa como una niña inocente de 7 años.4

2. Miriam

Los descendientes de Abraham y Sara se dirigieron a Egipto, donde fueron esclavizados por Faraón. En aquellos tiempos amargos, una niña llamada Miriam (que significa “amarga”) nació de Amram y Yojebed. Su padre era el líder de la generación y su madre era una partera ocupada. Decididos a no tener más hijos para que Faraón los matara, los padres de Miriam se separaron. Miriam adivinó que estaban destinados a dar a luz al niño que sacaría al pueblo de la esclavitud, y ella los convenció de volver a casarse. De esa unión vino Moisés, el redentor de Israel.

Miriam continuó creyendo en un futuro mejor, incluso cuando su padre dudaba de su profecía.5 Cuando los israelitas abandonaron Egipto y cruzaron el Mar Rojo, dejando atrás a los egipcios, Miriam guió a las mujeres en el canto y el baile.6 Y debido al mérito de Miriam, Di-s proporcionó al pueblo un pozo viajero durante la mayor parte de los 40 años que estuvieron en el desierto.

3. Débora

Débora la Profetisa gobernó Israel desde debajo de un árbol de dátiles (tomer Débora) en la tierra de Efraín. Una de las razones de esta oficina al aire libre era su cautela de no estar a solas con hombres que venían a buscar su consejo, y por lo tanto eligió reunirse con ellos a la vista pública. La Escritura la describe como “una mujer de llamas (lapidot)”. Los sabios entendieron que esto significaba que tenía el honor de hacer mechas para la menorá del Templo.7

Ella transmitió el mensaje de Di-s al general Barak de que debía ir a la guerra contra los cananeos, quienes habían estado oprimiendo al pueblo de Israel. Barak accedió a ir a la guerra sólo si Débora iba con él. Ella accedió y los israelitas ganaron (con la ayuda de Yael, otra mujer valiente), y Débora cantó una canción para agradecer a Di-s por su liberación. La tierra estuvo entonces tranquila durante 40 años.8

4. Jana

Jana estaba casada con un profeta llamado Elkaná.9 Jana no tenía descendencia, pero la otra esposa de su marido, Peniná, fue bendecida con muchos hijos. Durante una festividad, estaba tan triste que fue al Tabernáculo y lloró, orando en silencio. Le prometió a Di-s que, si era bendecida con un hijo, se lo entregaría por todos los días de su vida. Su oración era inusual por el hecho de que era silenciosa, y Eli, el Sumo Sacerdote en ese momento, pensó que estaba borracha. Cuando Jana le explicó lo que estaba haciendo, él quedó impresionado y estuvo de acuerdo en que ella tenía razón.10 De hecho, muchas leyes de la oración judía se derivan de la oración de Jana.

5. Abigaíl

Abigaíl era la sabia y hermosa esposa de Nabal, un hombre avaro que era tan terco como un perro.11 Después de que Nabal, que era tan rico como malo, se negó a dar provisiones al rey David y a sus hombres, Abigaíl les dio pan, vino, carne y frutos secos, y convenció a David de no matar a su marido. Según el Talmud, lo hizo usando pruebas de la ley judía.12 Diez días después, Nabal murió y David y Abigaíl se casaron. La tradición nos dice que Abigaíl hizo algo más que decir palabras sabias, que en realidad profetizó a David.13

6. Hulda

Hulda la Profetisa fue quien animó al rey Josías a continuar su programa de renovar el Santo Templo en Jerusalén y reintroducir el servicio de Di-s. Después de que el rey le preguntó el significado del pergamino abierto de la Torá que habían encontrado en el Templo, transmitió el siguiente mensaje de Di-s al Rey:

“Traeré una calamidad en este lugar, y sobre sus habitantes —todas las palabras del libro que el rey de Judá ha leído— porque me han abandonado y han adorado a otros dioses... Por lo tanto, mi ira se encenderá contra este lugar, y no será sofocada.

Pero al rey de Judá... Porque tu corazón era tierno y te humillaste ante el Señor cuando oíste lo que decreté contra este lugar y contra sus habitantes... y rasgaste tu ropa y lloraste delante de mí, te escuché. Por lo tanto, os reuniré con vuestros padres, e iréis a vuestra tumba en paz; sus ojos no verán toda la desgracia que voy a traer en este lugar.14

7. Ester

La única mujer que escribió un libro de la Biblia, Ester fue la niña judía que se levantó ante la circunstancia y salvó al pueblo judío —entonces exiliado en Persia— del malvado Amán, que deseaba eliminarlos en un solo día.

Llevada al palacio del rey contra su voluntad, Ester usó su posición como reina para exponer a Amán como un canalla intrigante, y su pueblo se salvó. Trabajando junto con su primo Mordejai, dejó documentado el Libro de Ester para toda la posteridad,15 para ser leído cada año en Purim, el día que los judíos celebraron después de que sus enemigos habían sido vencidos.