A partir de la segunda noche de Pesaj hasta el día anterior a la fiesta de Shavuot, el pueblo judío comienza una Mitzvá única llamada sefirat ha'omer (cuenta del omer).La Tora nos ordena contar cada año siete semanas completando un total de 49 días. Al final de este período,celebramos Shavuot, que significa “semanas.”

Esto es considerado una Mitzvá, por eso la Cuenta del Omer, que recitamos cada noche, es precedida por una bendición. Sin embargo, podemos recitar la bendición, solo si no hemos faltado a la cuenta. Si hemos olvidado de contar el Omer, aunque sea una noche, no podemos recitar más la bendición, sino debemos escuchar la bendición de otra persona que si haya mantenido la cuenta completa y después hacemos nuestra cuenta.

Durante los tiempos del Santo Templo de Jerusalem, después de contar el Omer, era traída una ofrenda especial de grano. Esta ofrenda que se traía, era agitada en diversas direcciones, similarmente a cómo se agita el lulav durante la fiesta de Sucot, para demostrar que la presencia del Todopoderoso lo abarca todo.

¿Por qué contamos realmente? Existen varias razones. La primera es, que la cuenta manifiesta nuestra emoción frente a la inminente entrega de la Torá, celebrada en Shavuot. De la misma forma que un niño cuenta a menudo los días hasta el termino de las clases, o por las próximas vacaciones de la familia, así también nosotros contamos los días para demostrar nuestro entusiasmo en recibir nuevamente la Torá (que de hecho, recibimos la Torá en un sentido renovado cada año).

También sabemos que este período es apropiado para prepararse y refinarse espiritualmente. Cuando el Pueblo judío estaba en Egipto hace casi 3.400 años, se habían asimilado a muchas de las inmorales costumbres de los egipcios. Los judíos se habían hundido en un nivel sin precedente de decadencia espiritual y estaban al borde de la destrucción. En el último momento posible, los hijos de Israel fueron redimidos milagrosamente. Experimentaron un renacimiento espiritual y ascendieron rápidamente a un estado colectivo de santidad nunca antes alcanzado. Eran tan santos, de hecho, que cuando estaban parados al pie del Monte Sinai para recibir el Torá, fueron comparados a los ángeles.

Fue durante ese período de 49 días que experimentaron esta transformación tan radical. ¡De los niveles mas despreciables, a las alturas más excelsas en apenas siete semanas!

Los mandamientos de la Torá no son simplemente una parte de nuestra historia, sino que por el contrario representan una lección de vida para cada judío. Vemos la Torá como si fuese entregada cada día nuevamente y nos ocupamos de ella y de sus mandamientos con un vigor renovado.

También debemos aplicar a nuestra vida cotidiana esta lección de la cuenta de omer. Es específicamente durante este periodo que debemos esforzarnos para crecer y madurar en nuestro estado espiritual. La Torá no nos permite que nos consideremos satisfechos con nuestro actual nivel de espiritualidad. Por el contrario nos exhorta a fijarnos altas metas para nosotros mismos y después esforzarnos metódicamente hasta alcanzar esas metas.

El crecimiento que experimentamos durante este tiempo es comparable con un maratón. Establecemos el ritmo y lo intentamos mejorar día a día hasta que alcanzamos el día en que recibimos nuevamente la Torá. En este proceso miramos profundamente dentro de nosotros y trabajamos sobre todos nuestros aspectos negativos. Si nos vemos desprovistos de amabilidad, cambiamos nuestra agenda para hacer mas obras caritativas. Si estamos faltando en el área de la justicia, nos comprometemos a elevar nuestros niveles de entereza mejorándolos para elevarlos al máximo de nuestras posibilidades. Y así también en todas las áreas de nuestra personalidad.