Al padre le encantaba jugar con su hijo pequeño, al que amaba mucho. En una ocasión le trajo una bella manzana, pero no se la dio de una vez. Al estirar el niño la mano para agarrar la manzana, el padre se la alejaba con rapidez. El niño trataba de nuevo pero de nuevo no alcanzaba la manzana. Esto se repitió varias veces de manera juguetona. El niño quería de verdad la manzana, pero no podía atraparla.
Pero el niño era un muchachito inteligente. Se le ocurrió una manera en la que padre le daría la manzana de una sola vez. ¿Pueden adivinar lo que hizo?
Cuando el padre le alejó la manzana una vez más, el chico de repente dijo la bendición sobre la fruta, la cual conocía muy bien, como todos los niños buenos. El padre no tuvo otra opción más que darle la manzana de inmediato para que se la comiese, pues si no, ¡la bendición hubiese dicho en vano!
Algo así hacemos también en Iom Kipur, el Día de la Expiación, cuando ayunamos y le rezamos a D-os que nos perdone nuestros pecados. En nuestras plegarias en ese día decimos una bendición, alabando a D-os como el "Rey que perdona nuestros pecados."
D-os no querría que dijésemos una bendición falsa. Así que nos perdona, si realmente queremos que lo haga. Pero a fin de recibir el perdón de D-os, debemos lamentar cualquier cosa mala que hagamos hecho y prometer con todo nuestro corazón no volver a hacer nada malo de nuevo.
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