El Pueblo Judío, mientras se encontraba en el desierto, estaba rodeado por las "Nubes de Gloria". El Midrash nos cuenta que estas nubes eran milagrosas: los protegían de todo daño, mataban a los animales peligrosos, enderezaban el camino y hasta limpiaban y planchaban sus ropas. También disfrutaban de las aguas milagrosas del "Pozo de Miriam", que los acompañó durante sus viajes por el desierto.

La Torá es eterna, y también las historias que tuvieron lugar en el pasado cargan dentro suyo un contenido eterno, aplicable a todo tiempo y lugar. Lo mismo ocurre con las "Nubes de Gloria" y el "Pozo de Miriam", enseñan a la persona a lidiar con las dificultades de la vida cotidiana.

Cuando la persona sale al mundo, se ve forzada a luchar con el "desierto". Este mundo material es denominado "desierto grande y temeroso, donde no hay agua". Para protegerse, la persona necesita las "Nubes de Gloria".

Estas "Nubes de Gloria" que resguardan a la persona representan la fuerza del sacrificio que supera a la razón implantada en la naturaleza de todo judío. Dentro del corazón del judío se encuentra una fuerza ilimitada para sacrificarse por Di-s, que puede llevar a la persona hasta el sacrificio máximo de entregar la vida por el Nombre de Di-s.

Este potencial puede encontrarse oculto, pero en el momento en que se revela la verdad, sale a la luz con toda su fuerza. Como contó el Sexto Rebe de Lubavitch, Rabí Iosef Itzjak Schneerson, que en los días del bombardeo sobre Varsovia se refugió en un lugar donde había otros judíos refugiados. Había allí un grupo del Rebe con sus jasidím, un grupo de hombres intermedios, hombres sencillos en su conocimiento de judaísmo y judíos que hasta ese momento pensaron que no tenían ninguna relación con el judaísmo. Sin embargo, cuando explotó una bomba en las cercanías y el estruendo hizo temblar todo el lugar, todos, al unísono, comenzaron a recitar el "Shmá Israel" (Oye Israel, una plegaria que representa la unicidad de Di-s y la entrega incondicional del judío por El).

Este es el potencial oculto en el alma de todo judío. Si bien es difícil llegar hasta este punto del alma, cuando efectivamente se alcanza, ya sea por una situación de sufrimiento, como la historia mencionada, o por una situación de placer, aún el judío más sencillo está preparado para hacer oír el llamado de "Shmá Israel", de la misma manera que un sabio de la Torá.

Para superar las dificultades del "desierto", el judío también necesita "agua". La cualidad sobresaliente del agua es que siempre fluye hacia lo más abajo. La Torá es comparada con el agua, lo que significa que la luz de la Torá desciende hasta abajo, a todo judío, en cualquier nivel en el cual se encuentre.

La persona puede pensar que, dado que en cuanto a conocimientos del judaísmo, es una persona simple, no tiene la fuerza para recibir vitalidad y potencial de la Torá. Por eso decimos que la Torá es como el "agua" - desciende desde los niveles espirituales más elevados y llega hasta los más bajos. Aún un judío que sólo sabe leer las palabras de la Torá, sin saber la explicación de las mismas, absorbe la santidad de la Torá y ésta le da fuerza, porque la luz de la Torá llega a través de las palabras santas dentro de su alma también, y le ayuda a lidiar con las dificultades del mundo material.