Es domingo. La fila de personas que esperan para ver al Rebe es muy larga. Después de esperar durante horas, finalmente me encuentro cara a cara con el Rebe. Al principio lo único que vi fueron los penetrantes ojos del Rebe. Me olvidé de todo lo que había preparado para decirle.  Finalmente le dije “Tengo un problema… estoy empezando a ser más observante, pero estoy involucrado en una relación inapropiada…”.

Ya me estaba adelantado a la respuesta. Probablemente el Rebe se iba a enojar y me iba a decir que estaba cometiendo un terrible pecado. El Rebe me iba a hablar del Cielo y del Infierno... Pero la respuesta fue totalmente diferente. La expresión del Rebe era muy seria, pero creí percibir la sombra de una sonrisa en sus labios.

“Te envidio”, me dijo el Rebe.

Al principio no entendí lo que el Rebe había dicho. El Rebe, el piadoso judío, el admirado Rabino y genio de la Torá, el famoso líder judío ¿me envidia a mí?

El Rebe continuó: “en la vida hay muchas ‘escaleras’. Cada persona, ya sea hombre o mujer, tiene su propio ‘escalera’ que subir. Nunca me vi enfrentado a un desafío como el tuyo. D-os te ha dado una elección; esa es tu escalera personal cuyo punto más alto llega a los Cielos. En esta prueba está el desafío que te puede elevar a la mayor de las alturas”.

No recuerdo lo que sucedió después. Varios minutos más tarde me encontré en la sinagoga, sollozando como un bebé. Alguien se me acercó y me preguntó si quería un poco de agua y, antes que pudiera contestar, me alcanzó un vaso de agua…