Hace unas semanas compartí con muchos colegas el Kinus en New York. Miles de rabinos de todo el mundo nos reunimos después de un año de pandemia y haber vivido el Congreso pasado por zoom, cada uno en su casa.
No se imaginan la sorpresa que tuve al enterarme que uno de los oradores centrales sería un judío sudamericano. Voy al Kinus hace más de quince años, y nunca un sudamericano hablo en el banquete central.
A Isy Fidelman lo conocí unos meses antes por las redes sociales, pero estaba curioso por saber que tendría para enseñarles a rabinos de barba blanca un venezolano que vive en Panamá.
Cuando Isy empezó a hablar entendí todo. Hace unos años motivados por el rabino Gabriel Benayon, de Panamá en su comunidad armaron un grupo de Whatsapp en el que solo compartían fotos colocando tefilin, al principio Isy no era muy activo, pero cuando un miembro de la comunidad enfermó, todos decidieron sumarse.
Por su trabajó Isy recorre toda la Ciudad de Panamá, incluso los barrios donde no hay tantos judíos, pero se encuentra con inmigrantes israelíes, argentinos o uruguayos que no están en el radar comunitario, así fue que empezó a llevar sus tefilin regularmente a donde él trabajó lo llevara. Si escuchaba hebreo enseguida ofrecía el tefilin.
Los primeros 4 o 5 aceptaron sin dificultad, Isy pensó esto es fácil, pero los próximos 8 se negaron, Isy sin entender como alguien se podía negar a cumplir con una mitzvá servida en bandeja, le consultó al rab Laine, Shaliaj principal de Jabad Lubavitch en Panamá, quien con una sonrisa le dijo: “Bienvenido al club, así es este trabajo”.
Isy no siempre fue religioso, en su Caracas natal organizaba fiestas y eventos muy populares, al templo iba solo para las altas fiestas para acompañar a sus abuelos. Un día el rabino Perman lo invitó a él con sus amigos a venir un sábado a disfrutar del almuerzo de Shabat, aceptaron y la pasaron muy bien, buena comida y bebida ¿Cómo negarse?
Al próximo Shabat el rab les dijo que si venían medía hora más temprano podían escuchar el final de los rezos. Media hora está bien. Cuando menos lo pensaron estaban yendo los sábados a las 7:30 de la mañana a estudiar con el rab Perman, discursos de jasidismo.
La situación en Venezuela estaba cambiando, la mayoría de los amigos de Isy ya habían emigrado, su novia consiguió un trabajo en Panamá y el decidió acompañarla, con el dolor de abandonar su querida comunidad en Caracas. Hoy junto a su esposa, Sandra Berger, y sus hijos son pilares de las actividades de Jabad y la comunidad ashkenazí en Panamá.
Pero volvamos a los Tefilin. Isy, notó que venían muchos turistas judíos y decidió ir a los hoteles a buscar “clientes” para los tefilin. Dicho y hecho en el mismo lobby se encontraba con muchos, pero la gente venía de viajar, estaba cansada, las esposas querían hacer check in y llegar a la habitación. Había que pensar en algo. Muy creativamente decidió comprarle un trago en el bar del lobby a la pareja de cada uno que se ponía tefilin, ahora nadie se negaba.
“Mi esposa me dice, si pusiera esa creatividad en la empresa, seríamos millonarios” cuenta Isy entre risas.
Llegó un momento muy duro, la mamá de Isy, Rosa Goldrajch de Fidelman Z'L, enfermó en plena pandemia, solo podía entrar un acompañante por el aislamiento. Decidió recorrer el hospital con el tefilin y todos los pacientes judíos lo recibían con alegría. Doctores, enfermeros y guardias estaban al tanto de su actividad y sabían que era un buena obra y lo bien que le hacía a la moral de los pacientes. Cuando su madre Z”L, falleció, el siguió yendo a pesar que no dejaban entrar a ningún rabino, a él si lo autorizaban.
Isy calcula que ya colocó al día de hoy más de 4600 tefilin, y el equipo del grupo de Whatsapp en total 6693, es un número enorme, pero si calculamos que en Panamá hay 15.000 judíos y la mayoría son religiosos, se hace más épico aun. Dedica dos horas de su día a esta obra: “Es mi momento de relax, desconecto el celular, me olvido de los problemas diarios y manos a la obra, me llena de energía.”
Cuando terminó su discurso en el Kinus muchos de los rabinos nos miramos unos a los otros avergonzados, ojala nosotros le pusiéramos esa energía a la campaña del Rebe de colocar Tefilin a cada judío.
Desde Panamá un ejemplo para todo el mundo.
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