Rabí Shimon bar lojai (siglo II, EC)

Al salir de su lugar de arriba, cada alma es macho y hembra unidos. Sólo cuando descienden a este mun­do es que se separan, cada una a su propio lado. Y entonces es el Uno de arriba quien vuelve a unirlas. Ese es Su dominio exclusivo, porque sólo Él sabe cuál alma pertenece a cuál y cómo deben reunirse. (Zohar, Libro I, 85b)

Rabí Isaac Luria (“El Santo Ari” 1534 - 1572)

La persona a quien nuestra Torá habla no es ni hom­bre ni mujer, sino ambos combinados. Porque así fue como Adán fue creado y así es como somos en esencia. Dos medios cuerpos que son realmente uno. Las mentes son dos, pero los cuerpos, las almas y el núcleo mismo de esas dos personas son uno y el mismo.

Es por eso que el carácter y responsabilidades de un hombre y una mujer difieren, porque cada lado del cuerpo hace su parte para complementar a la otra. Después de todo, sería redundante que ambos lados hicieran lo mismo. (Taamei HaMitzvot, Breishit)

Rabí Moshé Cordovero (1522 - 1570)

Hay otro asunto acerca del cual deben tener gran cuidado, y es el de asegu­rarse de que la "Shejiná" siempre esté con ustedes y nunca se aparte de ustedes.

Ahora, antes que un hombre se case, obviamente la Shejiná no está con él en absoluto, ya que el elemento princi­pal que atrae a la Shejiná hacia una persona es el elemento femenino. De hecho, cada hombre está entre dos hem­bras: la mujer corpórea de aquí aba­jo, a la cuál debe proporcionar ali­mento, vestimenta y afecto. Y la Shejiná, que está sobre él para ben­decirlo con todas esas cosas, de ma­nera que él pueda volverse y propor­cionarlas a la mujer de su contrato.

(Nota del compilador: la Shejiná es la Presencia Divina. Cuando nos re­ferimos a D-os como trascendente, in­finito y que está más allá, lo llamamos El. Cuando nos referimos a D-os como inmanentemente aquí, ahora, de una manera nutricia, criadora, inte­rior, decimos que Ella es la Shejiná.)

(Tomer Devorá, cap. 9)

Rabí Elijah de Vidas (1518 - 1592)

El niño está enlazado a las mentes de los padres y a las acciones de los pa­dres, desde la concepción y a lo largo de la vida... El poder de los padres en materia de vestimenta, dónde ponen sus ojos y mentes, el cuidado que tienen con las purificadoras aguas de la mikve y el tiempo de separación, todo tiene gran efecto sobre los niños que aún están por nacer y sobre los ya crecidos.

(Reshit Jojmá, Shaar Hakedushá, cap. 16)

Rabí Schneur Zalman de Liadí (1745  - 1812)

Vean también las dos últimas bendicio­nes de la ceremonia de matrimonio: pri­mero decimos, "Él regocija al novio y a la novia", poniendo al novio antes que a la novia. Pero luego concluimos: "El regocija al no­vio con la novia". Implicamos que el regocijo del novio es de significación secundaria al de la novia.

Eso es porque ahora la novia recibe del novio, pero en el tiempo porvenir, serán ¡guales en su estatura con una única corona, tal como fue antes de que la luna fuera disminuida.

Así también decimos: "Una vez más, en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, se oirán la voz del novio y la voz de la novia". Porque en el futuro, la novia también tendrá una voz. La luz interior de lo femenino saldrá y se revelará. Porque entonces, como dijimos, "una mujer de valor será la corona de su esposo", incluso más allá del novio. Porque enton­ces el elemento femenino hará bri­llar una luz deliciosa, secreta, de la Mente Oculta.

Por lo tanto, en nuestro tiempo, la oración se dice a la sordina, dado que la novia aún no tiene voz, de­bido a que actualmente el ámbito de la palabra Divina no tiene significación ante los ámbitos más elevados de pensamiento y emo­ción, ya que se trata a una mujer como secundaria a su esposo. Pero en el tiempo porvenir, des­pués que todo se purifique y sane, cuando sea revelada la Mente Oculta del Deleite y la Conciencia, entonces la novia tendrá una gran voz sin limitación. Diremos en voz alta lo que hoy es la Oración Silenciosa, La sefirá de Realeza -que es la sefirá de la femineidad-será domi­nante. Tal como ha sido dicho, "una mujer de valor será la corona de su esposo".

(Likutei Torá, Shir haShirim)

Rabí Dov Ber de Lubavitch ("El Mitler Rebe", 1773 - 1820)

Los cielos besan la tierra con rayos de sol; la despier­tan con gotas de lluvia. Preñada, entrega vida, nutre vida, sostiene vida.

Los cielos más espirituales, los mundos de ángeles y almas, no tienen ese poder de crear de la nada, de transformar la muerte en vida. Porque la tierra en su fuente, está más allá de los cielos. Estos (los cielos) son la luz de D-os. Pero ella (la tierra) se extiende desde su misma Esencia. Y de su Esencia proviene ese po­der de causar ser. Es por eso que es el hombre que corre tras la mujer, y no al revés. Porque el alma de un hom­bre ve lo que le falta: la esencia mis­ma, el núcleo de ser. Y ve que sólo puede encontrarse en una mujer.

(Shaar HaEmuná, pág.55)

Rabí Menajem Mendel de LubaviTch ("TzémaJ Tzédek", 1789 - 1866)

El amor se expresa mejor con las cosas que uno no hace. Hillel el Mayor dijo esto cuando resumió toda la Torá: "si a ti no te gusta algo, no se lo hagas a nadie".

¿Qué es lo que a ti te disgusta más? No aprecias cuando alguien escudriña tus faltas, subrayando cada una con lápiz rojo. Así que si realmente deseas expresar amor a alguien, ni siquiera mi­res sus faltas. Encuentra lo que sea bue­no y habla sobre eso.

(Derej Mitzvoteja, Mitzvat Ahavat Is­rael)

Rabí Shmuel de Lubavitch ("Maharash", 1834 - 1882)

Tal como un hombre ama a una mujer, así el Uno de arriba ama Su mundo.

Tal como un hombre desea vivir con la mujer que ama, así el Uno de arriba desea ser encontrado en toda su esen­cia dentro de su mundo.

Tal como la unión de un hombre y una mujer trae hijos a su propia imagen, cuando hay unidad entre creación y Creador, entre tierra y cielo, entre cuer­po y alma, entre espíritu y materia, allí encontrarás la Presencia Divina en toda Su gloria.

(Torat Shmuel, Drushei Jatuná, pág. 161)

Rabí Sholom DovBer de Lubavitch ("Rashab", 1860 - 1920)

"Un hogar", escribió Salomón el Sa­bio, "se construye con sabiduría". Y no con un martillo. Porque la sabiduría es el pegamento de la belleza. La sabiduría, es decir la habilidad de dar un paso atrás y ver todo el panorama, el pasado, y, lo que es más importante, el futuro al que todo eso lle­va. Ver la verdad dentro de cada cosa.

Sin sabiduría solo hay fragmentos. Con sabiduría hay un todo. Y hay paz entre todas las partes de ese todo.

(Citado en Sefer Hasijot 5704, pág. 93)

Rabí Iosef Itzjak Schneersohn (el sexto Rebe de Lubavitch, 1880 -1950)

Palabras duras, exigencias y ultimá­tum; todo eso sacude los cimientos mismos de un matrimonio y de un ho­gar, derribando las paredes hasta que cada uno queda solo.

Palabras amables, palabras comprensi­vas, palabras atentas; ese es el tronco desde el que el matrimonio crece, los cimientos sobre los que se levanta la casa.

Un hogar no puede ser reparado a me­nos que sus cimientos sean firmes. Una vez que una pareja aprende a hablar como amigos, su matrimonio puede so­portar cualquier cosa, por siempre.

(Sefer HaSijot 5703, pág. 293)

RabÍ Menajem Mendel Schneerson (el séptimo Rebe de Lubavitch)

Un rey sin reina, dice el Zohar, no es ni grande ni rey. Porque es la mujer quien da al hombre el poder para conquistar su espacio.

Y es el hombre quien da poder a lo mu­jer para penetrar y nutrir el de ella. Y entonces el hombre aprenderá de su mujer que él también puede llegar den­tro de otros y aportar nutrición. Y la mu­jer aprenderá que ella también puede conquistar.

(De una charla, Shabat Parashat Noaj, 1991)