Estimados lectores:

El principio de igualdad no existe entre los hijos de Iaakov. El muestra una clara preferencia por algunos hijos, especialmente Iosef y Biniamin. Delega en Iehudá con mucha confianza. A cada uno de sus hijos Iaakov quiere y admira según sus características.

Incluso cuando bendice a sus nietos cambia las manos utilizando la derecha sobre la cabeza del menor, ya que sabe proféticamente que su descendencia tendrá más potencial.

Hoy en día nos causaría horror que un padre o un maestro haga diferencias, todos reciben lo mismo y todos al mismo nivel.

Iaakov no desconocía a sus hijos, los conocía perfectamente, sabía las virtudes y los defectos de cada uno de ellos y cuando les dio una bendición, fue acorde a sus características personales.

Pensar que todos necesitamos lo mismo, que aspiramos a lo mismo, que tenemos los mismo talentos y capacidades es una ilusión falsa. Un buen padre debe saber potenciar lo bueno de cada hijo, un buen maestro hace brillar a cada alumno por particularidad.

¡Shabat Shalom!

Rabino Eli Levy