Pregunta:
Muchas gracias a usted y a su esposa por la cena de Shabat. Pasamos un rato muy agradable. Quisiera hacerle una pregunta. Me llamó la atención el gran cuadro de su Rebe, el Rabino Schneerson, que usted tiene colgado en la pared. No quiero ser maleducado, pero ¿este tipo de reverencia por un ser humano está bien visto?
Respuesta:
Yo respeto al Rebe, pero no porque haya sido un superhombre. Por el contrario. Era un hombre que recibía cientos de cartas por día y todas las contestaba, daba consejo a los preocupados padres de niños enfermos y a los solteros en busca de compañeros de vida con el mismo amor y atención con que aconsejaba a presidentes y primeros ministros acerca de problemas de estado; tuvo la visión de establecer una red de instituciones en todo el mundo a fin de reconstruir el judaísmo después de la guerra; promovió valores y ética para el mundo no judío: estaba tan familiarizado con los temas científicos como en la sabiduría de la Torá, y en ambos encontraba a D-os; sanaba a los enfermos con sus bendiciones y brindaba respuestas a las preguntas de las personas incluso antes que las formularan; cargó con la responsabilidad del mundo sobre sus hombros, pero encontraba tiempo para cada persona.
Lo que acabo de describir es solamente una muestra de sus cualidades. Pero, por encima de todo esto, lo respeto porque era un ser humano. Para un superhombre no es gran cosa poder hacer todo lo que acabo de relatar. Los superhombres no tienen que hacer un gran esfuerzo para convertirse en héroes. Pero, para un ser humano de carne y hueso es sencillamente asombroso.
Es por eso que tengo el retrato del Rebe en mi pared. Es un recuerdo permanente de lo que puede alcanzar el ser humano y que siempre puede hacer más para mejorar el mundo.
Vi al Rebe una sola vez. Pero es por su influencia que hoy en día soy un judío activo y orgulloso. Sus enseñanzas fueron la inspiración que me hicieron decidir estudiar para ser rabino. ¿Quién sabe que habría sido sin esa motivación? Podría haberme convertido en un artista de trapecio de segunda categoría, o un esforzado asistente de plomero. El solo hecho que le estoy escribiendo estas palabras y que usted las está leyendo es gracias a la visión del Rebe.
De las enseñanzas del Rebe aprendí lo que es D-os. De su vida aprendí lo que pueden llegar a alcanzar los seres humanos.
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