En la sección de esta semana leemos sobre el precepto de Bicurím, primicias. La mitzvá consiste en llevar las mejores primeras frutas de la Tierra de Israel al Templo de Ierushaláim, ofreciéndoselas a Di-s. Después de tanto esfuerzo para arar, sembrar, regar, cuidar y cultivar: ¿por qué ofrecer lo mejor, no alcanza con sólo ofrecer parte del producto?

Uno de los pilares de la filosofía jasídica consiste en que no debemos despreciar el mundo material a nuestro alrededor.

Hay dos conceptos que engloban todo lo existente en el universo: materia, el aspecto físico del universo, y forma, su aspecto espiritual. En general existen tres escuelas de pensamiento en el judaísmo sobre cómo deben ser utilizados estos dos conceptos:

La escuela de Musar, ética, enseña la anulación absoluta de la materia, resaltando el aspecto repugnante y aborrecedor de todo lo que es corporal y material frente a lo espiritual.

La escuela de Jakira, filosofía, enseña el reconocimiento y la superioridad de lo espiritual, las emociones y el intelecto, e instruye al individuo sobre cómo llegar a estas dimensiones, dejando de lado lo material.

La escuela de Jasidut, que enseña la predominancia de la forma por sobre la materia. Sin embargo, esta escuela enfatiza la superioridad de la materia cuando es purificada e iluminada por la forma, y la superioridad de la forma cuando es integrada en la materia. Ambos deben ser completamente fusionados, hasta volverse uno.

Una de las lecciones de la mitzvá de Bicurím es que no alcanza con elevar a la santidad frutos de la tierra, sino que específicamente los mejores frutos deben ser elevados, así expresando que los aspectos físicos de la vida, aún aquellos que más placer causan y por lo tanto son considerados más "mundanos" (ejemplificados por los mejores frutos), deben ser elevados a la santidad (ejemplificado por el llevado de los frutos al Templo).

Bicurím no son solamente los mejores frutos, sino las primicias de los mejores frutos. El concepto de entregar a Di-s las primicias del trabajo propio, está relacionado con la fe simple, que se encuentra en todo judío sin excepción, de que estos productos provienen de una bendición Divina y no (solamente) del esfuerzo propio.

Otro de los aspectos de la mitzvá de Bicurím, relacionada con esta enseñanza, es que las frutas eran entregadas al cohen (sacerdote) en el Templo para que las coma. Cada uno de nosotros es considerado un cohen, como dice la Torá "ustedes serán para mí, una nación de cohaním". En nuestro servicio a Di-s, esto simboliza, que cuando uno se comporta como un cohen, es decir, cuando vive una vida plena de santidad y acercamiento a Di-s, uno puede servir a Di-s aún en las cosas más simples, como comer frutos de la tierra.

Tendemos a pensar que el servicio a Di-s se restringe solamente al rezo, el cumplimiento de preceptos o el estudio de Torá. No enseña la sección de Bicurím, que el servicio a Di-s va más allá de estos aspectos directamente relacionados con divinidad, sino que aún en las cosas más simples de la vida, como comer y beber, uno debe revelar divinidad en sus accionar.

Así como con la mitzvá de Bicurím en la época del Templo, luego de cumplirla, uno era bendecido para que el próximo año también la cumpla con alegría, así también hoy, a través de utilizar los "frutos" de nuestro trabajo para el servicio a Di-s por medio de la Tzedaká (caridad), somos bendecidos para que el año próximo podamos dar más Tzedaká y con alegría.