Estimados lectores:

La ciudad de Hebrón es una de las ciudades más importantes del judaísmo, desde los comienzos.

La primera mención es en esta parashá cuando nos cuenta la Torá que Abraham compró de Efrón una parcela para enterrar a su mujer, Sara, nuestra matriarca. También en la época del Rey David, antes de que consagre a la ciudad de Jerusalem como capital.

En la actualidad durante el fin de semana que leemos Jaie Sara, miles de familias y jóvenes se acercan a la ciudad de Hebrón a pasar Shabat en la ciudad de los patriarcas. Tuve la oportunidad de vivir esa experiencia y es algo único. Poder entrar a la Mearat Hamajpela (la cueva doble) donde están enterrados todos nuestros patriarcas y matriarcas es algo que llega hasta lo más profundo del ser.

En la compra del terreno Abraham se asegura de pagar el precio estipulado sin siquiera negociar o regatear, quizás sabía proféticamente que este lugar iba a ser un lugar sagrado para sus descendientes y no quería que quedaran dudas sobre la legitimidad de la compra.

Durante siglos no tuvimos la oportunidad de visitar estas tumbas, de conectarnos con nuestro pasado ancestral, de sentir físicamente nuestra conexión con Abraham, Itzjak, Iaakov, Sara, Rivká, Rajel y Lea. Hoy en día somos una generación privilegiada por poder hacerlo, por poder conectarnos con nuestros ancestros en nuestra tierra santa. Debemos ser muy agradecidos por esto.

Este fin de semana miles de rabinos también se acercarán a otra tumba, la del Rebe de bendita memoria, pero esta vez en New York, por conmemorarse el congreso internacional de rabinos de Jabad, donde todos pediremos por todos los judíos del mundo en cada una de sus comunidades.

Tanto como Sará y el Rebe los visitamos en sus tumbas, pero su legado y mensaje de vida sigue vigente y más vivo que nunca en cada uno de nosotros.

¡Shabat Shalom!

Rabino Eli Levy