Pregunta:
Me encanta la vivencia de Shabat (especialmente el encendido de las velas y el kidush) pero ¿por qué hay tantas limitaciones? No se debe conducir, ir de compras, escuchar música, charlar por teléfono - ¡ni siquiera puedes chequear tu mail! Suena más a estar en una prisión que disfrutando de un día de descanso. ¿Por qué no simplemente centrar nuestra atención en los hermosos rituales y la atmósfera apacible? Me gustaría empezar a observar el Shabat, pero todos los “no se debe hacer esto” y “no hagas aquello” realmente me resultan sofocantes.
Respuesta:
Tu pregunta me recuerda una conversación que escuché el otro día, antes de la clase de natación de mi hijo.
El instructor acababa de hacer su larga presentación introductoria sobre el placer y los peligros de practicar la natación. Y terminó diciendo: “¿Alguien tiene alguna pregunta?”
Bobby, de diez años, levantó la mano. “¿Puedo jugar con mi Playstation mientras estamos en natación?”
“No, Bobby”, le contestó el instructor. “No podemos llevar ningún artefacto eléctrico cuando estamos en el agua ....”
“Y entonces ¿puedo llevar el ‘Scrabble’? Puedo jugar al ‘Scrabble’ mientras nado – no es un juego electrónico”.
“No, Bobby. No creo que eso sea posible”.
“Puedo usar mis nuevas botas de vaquero”.
“No Bobby. No te recomendaría que usaras las botas de vaquero mientras nadas”.
Y así siguió. Bobby quedó desilusionado cuando se enteró que no podía andar en bicicleta, tocar el piano, pintar el garaje o comer un sándwich caliente de queso mientras nadaba. Al final se fue enojado – total ¡quién necesita nadar si de todos modos lo único que ofrece es un montón de “no se debe”! Nadar no es un montón de “no se debe”. Nadar es una actividad positiva. Evidentemente, si vas a nadar, tendrás que suspender todo lo que pueda interferir con esta actividad.
En Shabat ingresamos a un estado de descanso. “Descansar” parece ser algo sencillo. No lo es. Es la actividad menos natural del universo. El universo – la propia existencia – es una máquina gigantesca de movimiento permanente. Todo lo que hay en el universo, desde las galaxias a los átomos, permanentemente giran, vibran, se dividen y multiplican, destruyen y vuelven a construir, se esfuerzan y esmeran. No hay un solo momento en que nuestro corazón deje de bombear, nuestro cerebro suspenda su actividad, ni que nuestra alma no siga anhelando. Ganar el sustento es trabajo, llevar un hogar es trabajo, vacacionar es trabajo. ¿Descanso? ¡El mero hecho de que podamos llegar a articular para nosotros la idea de “descanso” es un milagro!
En efecto, nuestros sabios nos dicen que al finalizar los seis días de la creación, el mundo estaba completo. Tenía todo – excepto un elemento. “¿Qué le faltaba al mundo? Descanso. Con la llegada del Shabat llegó el descanso. El descanso es una creación – si D-os no hubiera creado el séptimo día, no existiría algo llamado “descanso”. Incluso ahora, el verdadero descanso es un artículo esquivo, que solo puede ser obtenido a través de la experiencia activa del Shabat.
Y, para experimentar el descanso de Shabat, debemos suspender toda actividad – es decir, suspender todo involucramiento activo con nuestro mundo. Por ejemplo, arar un campo constituye un involucramiento activo con el mundo. Convertir materia en energía (que es lo que hacemos cada vez que apretamos el acelerador o prendemos un electrodoméstico) constituye un involucramiento activo con el mundo. Si tú estás involucrado creativamente, no estás descansando. La actividad de la natación puede ser un estado sumamente restrictivo – si te olvidas de lo que estás haciendo y solamente piensas en lo que no estás haciendo porque estás realizando lo que estás realizando. Al principio, el Shabat también puede sentirse como restrictivo. Pero, cuando logras quitarte esas botas de vaquero y sacarte de la cabeza cualquier pensamiento relacionado con tocar el piano, entonces el resto se acomoda solo.
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