Estimados lectores:
Antes de morir Iaakov reúne a todos sus hijos y le da una bendición a cada uno ellos, cada uno acorde a su temperamento y su misión en el pueblo.
En el caso de Iaakov mismo no fue tan fácil, él tuvo que conseguir la bendición de su padre con trucos y engaños, había un solo camino disponible, una sola bendición que solo un hermano recibiría, el que no llegara a tiempo se quedaría con las migajas.
Pero Iaakov no hizo eso con sus hijos, el entendió que cada uno tenía un rol especial, una luz característica, cada uno desde su lugar podría traer su aporte al mundo si lograba potenciar sus dones naturales. El observó esas cualidades y ahí enfocó sus bendiciones.
Ese fue el secreto de los hijos de Israel y sigue siéndolo hasta ahora. Somos distintos, somos diversos, cada uno tiene lo suyo para aportar, cada uno desde su lugar y con su rol.
Estos días de guerra estoy visitando bases y campamentos militares del ejército de Israel con un grupo de voluntarios latinoamericanos y nuestro objetivo es llevarles un poco de alegría y cariño a nuestros héroes, con un rico asado, música y algunas palabras de Torá.
En estos días donde todo el pueblo judío está unido vemos como estas bendiciones de Iaakov relucen más, los judíos desde la diáspora ayudan con donaciones, los civiles de Israel nos ocupamos de acercarlas al frente y nuestros soldados en el frente luchan para defender a nuestro pueblo.
Cada uno es un diamante, cada uno tiene una bendición especial y debe saber que tiene mucho para aportar desde el lugar donde Hashem lo puso.
¡ Shabat Shalom!
Rabino Eli Levy
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