Y en el comienzo Di-s no tenía morada y así pidió a Su Pueblo que Le levantara un alojamiento. ¿Dónde dice esto? En verdad en ningún lado. Pero dice que Di-s instruyó a Moshé para que le dijera al pueblo: Ellos harán para Mí un santuario para que Yo more entre ellos.
La pregunta es, ¿realmente Di-s no tenía morada? ¿No estaba ya morando con el pueblo? ¿Por qué fue que la otra semana leímos acerca de la Revelación en Sinaí y los Diez Mandamientos en que Di-s descendió del cielo a la tierra? ¿Entonces por qué, repentinamente la necesidad de un santuario para Él?
La respuesta es que hay una diferencia fundamental entre Sinaí y el Santuario. Sinaí representa una revelación confiada al pueblo desde lo alto. Di-s inició y activó ese encuentro. En esa experiencia el pueblo judío estaba en cierto modo pasivo. Todos los truenos y relámpagos, físicos y espirituales, vinieron a ellos desde Lo Alto.
El Santuario, sin embargo, debió ser construido por los judíos mismos. Ellos tuvieron que tomar la iniciativa. Desde la campaña de recolección de fondos y la reunión de materiales necesarios para el santuario hasta las tuercas y tornillos para la construcción, el Mishkán fue un edificio hecho por el hombre.
En Sinaí los cielos se abrieron para el más grande show de sonidos y luces de la tierra, dejando a una nación hipnotizada e inspirada con temor. Pero ellos mismos fueron receptores pasivos de este único e irrepetible don desde lo alto.
Construir un santuario llevó toda una campaña constructora. Hombres y mujeres, jóvenes y viejos, se arremangaron. Llevó semanas, meses de duro trabajo, significativas contribuciones de cada individuo, planificación y programación, diseño, y finalmente la construcción de una casa santa para Di-s. Hicimos que ocurriera. Y por lo tanto, es el pueblo el que hizo descender a Di-s a la tierra.
Aparentemente fue importante para los judíos apreciar el valor de Di-s uniéndose a proyectos de auto ayuda y Hágalo Usted Mismo, de naturaleza espiritual. No es suficientemente bueno sentarse a esperar revelaciones extraordinarias, aquellas visitas supernas de Di-s que una vez en la vida otorga. Es necesario que nosotros creemos la infraestructura, tomar los ladrillos en nuestras manos y Hagan para Mí un Santuario.
Para hacerlo más sencillo, ¿estamos esperando a Di-s o Di-s nos está esperando? ¿Quién hace el siguiente movimiento?
Hace no mucho me encontré a una persona, como a menudo ocurre con los rabinos, y la discusión se volvió hacia la "Religión". Fue bastante brusco acerca de esto. "No es para mí rabino" dijo "Si Di-s quería que fuera religioso, se habría asegurado que yo naciera en Bnei Brak, o al menos en una familia religiosa de aquí". Le dije que me recordaba a un comediante que tenía mucho miedo de volar y argüía que "Si Di-s quisiera que el hombre volara, le habría dado alas — ¡O habría hecho más fácil llegar al aeropuerto!". Entonces dijo "Si Di-s hubiera querido que fuera un ángel, también me habría dado alas".
El hecho es que Di-s nos dio alas. Eso es lo que significa Sinaí. Nos dio una dosis de revelación, de tratamiento de shock espiritual que nos ha saturado con una eterna capacidad de volar alto, para tocar lo divino. Pero esas sólo fueron las herramientas, ahora debemos aprender a volar. Podemos haber sido dotados con el potencial para desarrollar nuestra conexión con la Divinidad, pero después de Sinaí nos corresponde a nosotros hacer que ocurra y hacer surgir nuestro poder innato realmente.
La verdadera revelación es rara. Mientras que ciertamente existen esos momentos especiales en que vemos la inconfundible presencia de Di-s en nuestras vidas, no podemos esperar que estalle el relámpago. Necesitamos construir nuestros santuarios personales para Di-s para abrazarLo y traerLo a nuestros hogares y familias.
Una vez su maestro preguntó al Rebe de Kotzk "¿Dónde está Di-s?" Él respondió "Donde quiera lo dejen entrar".
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