Pregunta:

Cada año, los judíos gastamos tantos millones de dólares y dedicamos tanto tiempo y energías para construir sinagogas, escuelas judías y muchas otras instituciones religiosas y académicas. ¿No sería mejor si aplicamos todos esos recursos para alimentar a los hambrientos, darle hogar a los que carecen de él, y trabajar para aliviar todos los horrendos sufrimientos que hay en tantos lugares del mundo?

Respuesta:

¿Por qué se preocupa por los sin hogar? ¿Qué interés tiene en ello? ¿Son miembros de su familia que se debe preocupar por ellos?

¿Y los hijos de quién sufren hambre? ¿Por qué se tiene que sentir responsable por el hijo de otro? ¿Por qué es problema suyo? ¿Qué es lo que hace que se preocupe por las necesidades de otros?

Ciertamente no es la lógica lo que la lleva a ayudar a otros. Es ilógico dar su dinero duramente ganado —dinero que usted podrá necesitar un día para usted o su familia —para alguien que ni siquiera conoce. Ni es la naturaleza humana lo que nos compele a ocuparnos del extraño. Y no hay obligación legal de compartir su riqueza con otros. ¿Entonces qué lo lleva a desear hacerlo?

La respuesta: Usted tiene valores, principios de correcto e incorrecto, concepciones de "bien" y "mal" que dirigen su vida y lo llevan a comportarse de cierta manera. Usted no da caridad porque tiene sentido, o porque instintivamente siente la urgencia de dar, o porque la ley del país le dice que lo haga. Da caridad porque es moral, es correcto, es bueno ayudar a los necesitados.

¿De dónde viene su moral? ¿Cuál es la fuente del valor de la caridad? La Torá. Fue la Biblia hebrea la que proclamó que nuestros ingresos son nuestros sólo en parte. Realmente no nos pertenecen para nada, sino que nos son dados como un préstamo, para usarlos en el servicio a Di-s, mejorar el mundo de Di-s y distribuirlos entre los necesitados. La palabra hebrea para caridad es Tzedaká, que significa "justicia". La tradición judía ve a la caridad no como un noble acto de generosidad, sino como un acto moral de justicia. Dar es simplemente lo correcto.

Usted tiene un maravilloso sentido de los valores. Pero los valores no viven en el vacío. Para sobrevivir y extenderse, los valores necesitan instituciones y comunidades en las cuales son fomentados y enseñados. Y esta es la función de una sinagoga, una ieshivá, un programa educativo para adultos. Un lugar donde los valores son enseñados y vividos. Al unirse a una comunidad dedicada a los ideales de la Torá, nos sensibilizamos hacia las necesidades de otros. Estudiando los mensajes de la Torá y siguiendo la forma de vida que enseña, sus valores son compartidos y transmitidos.

Necesitamos dar Tzedaká para alimentar a los pobres y dar refugio a los sin hogar. Pero también necesitamos asegurar que cada valor de Tzedaká es nutrido y sustentado, así nuestros hijos nunca sufrirán de pobreza moral.