Pregunta:
¿Por qué los hombres y las mujeres se sientan separados en los servicios judíos tradicionales?
Respuesta:
Todas las prácticas judías tienen sus motivos simples, como así también explicaciones más profundas y espirituales.
Un beneficio obvio de sentarse separados en la sinagoga es que ayuda a asegurarse que el foco principal está en las plegarias y no en el género opuesto. Está fuera de duda que no actuamos de la misma manera en un grupo mezclado que en uno del mismo género. No hay nada malo en eso. Es bueno y saludable que seamos atraídos por el género opuesto, pero durante las plegarias no debemos tratar de impresionar a otro fuera de Di-s.
En adición a esto, la sinagoga debe ser un lugar acogedor e incluyente. Nadie se debe sentir que es dejado afuera. Muchas personas solas se sienten extremadamente incómodas en una función o evento en el cual todos parecen estar con un compañero, excepto ellos. Nadie se debe sentir así en una sinagoga. Cuando los hombres y mujeres se sientan separados, no hay discriminación entre solos y parejas. (¡Los solos siempre tendrán la oportunidad de alternar luego en el Kidush!).
Pero hay algo más profundo. Hombres y mujeres son seres diferentes. No sólo somos diferentes físicamente; nuestros procesos de pensamiento, estado emocional y psicología son diferentes. Esto se debe a que nuestras almas son diferentes —vienen de fuentes opuestas complementarias. Se supone que la experiencia de la plegaria es una oportunidad de estar con su verdadero ser, de comunicarse con su alma. Hombres y mujeres necesitan espacio para espacio para el otro para ayudarlo a estar en sintonía con su ser más elevado.
Irónicamente, es al sentarse en forma separada en la plegaria que podemos verdaderamente estar unidos en las otras áreas de nuestras vidas; porque no es solamente cuando las energías espirituales masculinas y femeninas pueden florecer que estamos completos como individuos, familias y comunidad.
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